Demasiado grande para fallar
Siempre se repite la misma historia. Todos los listos del mundo concuerdan que esta vez sí, que está será la definitiva, que James Cameron se la va a pegar con una de sus apuestas gigantes. Que va a llegar el momento donde su flor se terminará y una de sus megapropuestas va a zambullirse en las apestosas aguas del fracaso. Todos lo vaticinan, pero ese día no llega.
Se decía cada día con cada noticia de la llegada inminente de 'Avatar: El sentido del agua', que ya nadie se acordaba de ese fenómeno. Se decía antes con la 'Avatar' original, que como iba a gustar una propuesta de ciencia ficción tan marciana con seres de color azul. Y hasta se dijo de 'Titanic', que había gastado demasiado para hacer un drama romántico de época.
El corazón del mar
Esta última, en vez de pegársela, acabó haciendo la película más importante para toda una generación. Una asombrosa combinación de los dramas épicos de antaño, romance y cine de catástrofes que tras un breve reestreno en cines ya se puede ver en Disney+. Si no has ido a las salas a maravillarte con la última remasterización en formato 3D, no es mala idea rescatar la versión más convencional de esta increíble gesta de Cameron.
Tomando la historia real del hundimiento del Titanic, el desafío a la voluntad divina en forma de barco gigante con reputación de ser imposible de hundir, se nos presenta la apasionada y fugaz historia de amor de Jack y Rose (Leonardo DiCaprio y Kate Winslet respectivamente). Él un artista pobre que va de lugar en lugar, que gana el pasaje en una afortunada partida de cartas, y ella una desdichada noble obligada a casarse con un despreciable y engreído nombre para salvar a su familia de la bancarrota.
La inevitabilidad de la tragedia da un impresionante marco para esta relación que te logra vender desde el primer momento en que se encuentran. DiCaprio y Winslet están espléndidos comprando la sinceridad extrema y hasta hortera que empuja Cameron desde todos los frentes, incluyendo la icónica música de James Horner. Logra entrelazar también una historia de división de clases, marcada por un trazo tremendamente grueso porque Cameron escribe así. Tira mucho de clichés y resortes emocionales clásicos, pero porque sabe utilizarlos para que funcionen de manera universal.
'Titanic': Cameron desatado
Sólo así se explica un fenómeno tan impresionante como el que tuvo. Por supuesto tiene sus detractores, como cabe esperar de una propuesta que se lía tanto la manta en la cabeza hacia el sentimentalismo más cargado. Con todo, hay algo que consigue poner de acuerdo a todo el mundo en esta película: la última hora, la del hundimiento. Una exhibición cinematográfica de primer nivel, donde el caos y el horror se desatan y el espectador no puede evitar mirar.
El músculo cinematográfico con el que retrata las entrañas del barco (magníficamente recreado desde el diseño de producción) logra introducirnos por completo en el mismo, y dejarnos impactados cuando empieza a ser destrozado. No hay un detalle en 'Titanic' que no muestre una ambición brutal, y funciona enormemente. Es un grandísimo espectáculo, una historia difícil de olvidar y una de las mejores películas de Cameron.
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