Se ha estrenado ‘Mundo Extraño’ en Disney+ tras un tibio paso por salas de cine en el que se ha considerado un fracaso, logrando solo 60 millones de dólares con un presupuesto estimado de 180. Si repasamos las producciones fantásticas más cinematográficas de la empresa y sus esfuerzos de cine para todos los públicos con fuertes raíces en la ciencia ficción, nos encontramos que siguen un patrón muy alejado del éxito.
No es la primera vez que la casa del ratón trata de encajar el género a sus sensibilidades logrando un vacío del público, injusto en muchos casos, pero de cualquier manera centrada en un patrón de fracasos más o menos constante desde los 70 y que se replica en este 2022 por partida doble, si contamos el esfuerzo de Pixar ‘Lightyear’ (2022), que no incluimos aquí por separar a la otra compañía de animación de estos intentos, aunque no tan desastrosa en taquilla, con igual recibida por la crítica.
Unos inicios prometedores
Sin embargo, la historia no siempre fue así, la primera película Disney en utilizar cinemascope adaptaba el clásico de Julio Verne ‘20.000 leguas de viaje submarino’ (1954) y fue un gran éxito con grandes actores, tras haberse descartado una versión animada. Fue Dirigida por Richard Fleischer, que era hijo del Max Fleischer, creador del principal estudio de animación rival. Dentro de los confines del cine familiar este rodó la versión más épica del relato incluso todavía a día de hoy. Un clásico del cine de ciencia ficción y de aventuras, cuyos sets de rodaje serían utilizados en Disneylandia hasta finales de los 60.
Cuenta la leyenda que lo último que escribió Walt Disney en su lecho de muerte fue el nombre de de Kurt Russell. Antes de convertirse en uno de los dioses del fantástico con sus colaboraciones con John Carpenter o Tarantino, el actor protagonizó para Disney una especie de trilogía scifi juvenil en las que obtenía algún poder sobrehumano por accidente. ‘Mi cerebro electrónico’ (1969) fue la primera de ellas, en la que su cerebro se convertía en un superordenador dando lugar a todo tipo de tonticas situaciones de comedia adolescente ingenua y adorable, lo que llevó a una moda que sí le funcionó en el mercado infantil.
Entre una serie de películas que sí se metieron en la ciencia ficción de formas más o menos originales estaba ‘La montaña embrujada’ (1975), en la que dos huérfanos telequinéticos eran perseguidos por un malvado ricachón que los quiere utilizar para expandir su imperio con sus poderes. Resulta que los críos son extraterrestres pero todo el pueblo cree que hacen brujería y terminan persiguiéndolos. Los niños tienen que huir a la montaña embrujada del título donde descubrirán sus orígenes donde le dieron alguna idea que otra a Spielberg para el final de ‘E.T.’
Entrando en la era oscura
Gozó de una secuela y era bastante mejor que sus versiones posteriores, una tv movie en los 90 y un poco visto remake de 2009 en el que salía The Rock, pero metió el gusanillo a Disney para meterse en más ideas similares hasta que se la pegó a lo grande con ‘El Abismo negro’ (1979), nacida a la sombra del éxito galáctico de George Lucas, fue una de las primeras películas de la productora con un tono algo más “maduro”. Sin dejar de lado su vocación de cine para toda la familia.
‘El abismo negro’ se perfilaba por los páramos de la ciencia ficción algo más espesa, aprovechando el amanecer de la ciencia de los agujeros negros. Pese a todo, no deja de tener concesiones a los más pequeños, como el simpático robot Vincent. Contó con efectos especiales de la era post ‘Star Wars’ y se acabó pareciendo a una revisión de ‘Planeta prohibido’ con cierta vocación de parecerse algo a ‘2001’, con un final bastante curioso incluso a día de hoy. La compañía siguió la racha con ‘Tron’ (1982) que acaba de cumplir 40 años con un Sitges temático como homenaje.
Fue epopeya proto-hacker que demostraba cómo el mundo de los juegos de Atari, Spectrum y Amstrad era más guay por dentro que por fuera. Aunque los primeros pasos de los efectos infográficos en el cine resultan tan excitantes como realizar una práctica de autocad, tenía neón y colorines y los Strokes la homenajearon en un vídeo musical. Ahora es como el santo grial de los nostálgicos del bit viejuno, consiguiendo que se materializara una secuela 30 años después. Más en la línea que gustaría a los fans de 'Stranger Things' estuvo 'El vuelo del navegante' (1986), una rareza que tampoco hizo buenos números.
Saliendo de los 80
En la ciencia ficción, dentro de la categoría de Mad Doctors, los hay que les da por encoger a gente, desde el Doctor Pletorious de La novia de Frankenstein al Dr Clyclops. Pero el verdadero peligro es cuando el padre de ‘Cariño he encogido a los niños’ (1989), un friki anodino interpretado por Rick Moranis, hace sus experimentos en el desván reduciendo a tamaño miga de galleta a sus hijos, que acaban luchando con arañas y escorpiones al estilo del hombre menguante en un homenaje a la serie B de los 50 que acabó siendo una atracción estrella en Disneyworld, rompiendo la mala racha con el género.
Quizá la presencia de Joe Johnston y Stuart Gordon tenía algo que ver, aunque quizá no tanto, porque se volvieron a dar un buen tortazo con ‘Rocketeer’ (1991), la prueba que en Marvel no necesitaron buscar mucho cuando se propusieron hacer su adaptación de Capitan America. Johnston había practicado con un ensayo del Capi, ya que no es sino un superhéroe en los años 40 que parece más bien un primo de Iron Man. Sin embargo, tiene a sus villanos nazis, su look retro y su espíritu ingenuo parece que transcurra en el mismo universo de ‘Agent Carter’ o Indiana Jones. Todo un homenaje a los seriales Pulp que podría estar en una galería de Scifi Steampunk.
Dentro de esa época han quedado sepultadas rarezas como ‘Spaced invaders’ (1990), prácticamente desconocida en nuestro país, una parodia de las pelis de invasiones alienígenas se anticipó a ‘Mars Attacks’ unos cuantos años. Salvando las distancias, lo más curioso de esta epopeya extraterrestre es que sus protagonistas son los mismos invasores: un grupo díscolo de marcianos que llegan a la tierra al confundir una retransmisión radiofónica de la guerra de los mundos de Orson Welles. No es ninguna pieza maestra de la sátira, pero resulta divertida en su estupidez, de la familia de ‘Howard el pato’.
Fracasos injustos y otros... no tanto
Otro de los fracasos más injustos en su etapa más negra del cine de animación fue ‘El planeta del tesoro’ (2002), que tenía todos los ingredientes que le faltan a su visión de ‘Star Wars’ y que se acompañó de otros fiascos como ‘Minutemen’ (2008), una de sus muchas películas directamente hechas para su canal de televisión, toda una cinematografía teen alternativa con valores de producción pobretones pero con una gran capacidad para entretener. Esta fue un pequeño divertimento con adolescentes marginados que se convierten en viajeros del tiempo. El paso del Nerd a Héroes recuerda a maravillas como ‘Exploradores’ pero versión low cost. Pese a limitarse al cliché o a mascar situaciones de otras pelis, tienen cierto encanto especial.
Ya en su etapa de éxito se sucedieron intentos que han acabado siempre mal. El más llamativo fue ‘John Carter’ (2012), que hizo tambalear los cimientos de la compañía por uno de los más grandes descalabros económicos de su historia. De la mano de Andrew Stanton, otro director de la casa Pixar como Brad Bird y su ‘Tomorrowland’, se la pegaban en taquilla con sus aportaciones en imagen real a la casa del ratón Mickey. Un fracaso en ambos casos bastante injusto, ya que la primera era una gran adaptación de la obra Pulp del autor de ‘Tarzán de los monos’, un auténtico carrusel space ópera y fantástico hecho con pasión y megapresupuesto, mientras que la de Bird tenía mucho encanto y estaba llena de inventiva.
La última torta en la cara de cine de acción real fue ‘Un pliegue en el tiempo’ (2018), que además de hacer pobres números en taquilla era una cursilería New Age inenarrable, con Oprah Winfrey convirtiéndose en lechuga gigante y un festival carnavalero alucinógeno que puede convencer a los niños a no volver a pisar una sala de cine el resto de su vida. Con sus nuevos intentos animados, Disney no ha conseguido romper el ciclo, pero puede respirar tranquila mientras mantenga sus derechos sobre ‘Staw Wars’ para hacer todos los experimentos que se les ocurran bajo esa marca, que los fans lo van a ver igual.
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