Los ambiciosos planes de Snyder en DC comenzaron a hundirse con este sobrecargado adelanto de la Liga de la Justicia
¿Se puede hablar de decepción cuando las expectativas son prácticamente inexistentes? 'El hombre de acero' ('Man of Steel', 2013) y sus más que irregulares resultados —una impresión refrendada hace no mucho por una tercera revisión del filme— arruinaron casi por completo la posibilidad de que pudiera esperar algo de 'Batman v Superman: El amanecer de la justicia' ('Batman v Superman: Dawn of Justice', 2016), un título que, a priori, debería haber hecho temblar como un flan de la emoción al chaval que creció deseando ver en la gran pantalla a Batman y Superman repartiéndose mamporros como panes.
Desafortunadamente y, como digo, derivado de lo poco que disfruté de aquel nuevo acercamiento al superhéroe por excelencia —así, a secas, sin especificar editorial—, ni el anuncio de que las aventuras de Superman continuarían en la gran pantalla con el cara a cara con el caballero oscuro, ni el hecho de que el segundo filme de Zack Snyder en DC fuera a suponer la piedra sobre la que se asentará el futuro de este universo cinematográfico, supusieron para el que esto suscribe noticias con las que llevar el "hype" a los extremos que se han vivido por la red.
Torpedeada desde el principio
Seamos claros, y seámoslos desde el principio: si vas a rodar una cinta de dos horas y media de duración es porque tienes entre manos un guion que justifica, más allá de cualquier posible duda, cada segundo de proyección. Porque, como en alguna ocasión se ha hablado en estas mismas líneas, duración y épica no van cogidas de la mano, ni mucho menos.
Lamentablemente, Snyder debe haber pensado justo lo contrario, y su apuesta, la que termina costándole que la cinta raye a los niveles que lo hace, es de esas de "cuanto más, mejor". Y nada más lejos de la realidad.
Tomemos como ejemplo el arranque del filme: a la innecesaria insistencia en el origen de Batman —en serio, ¿cuantas veces más tendremos que ver la misma escena desde diferentes ángulos?— sigue una de las mejores secuencias de la cinta, una de ritmo modélico que expone ya de forma precisa las motivaciones de Bruce Wayne para querer tumbar a Superman. No hace falta más. De hecho, insistir lo que se insiste en lo que se expone desde aquí hasta el enfrentamiento de facto termina por jugar a la contra, desdibujando hasta lo indecible el conjunto.
Pero no nos adelantemos. Ya en la reproducción de la demolición de Metrópolis a la que asistíamos en 'El hombre de acero', vista a pie de calle y bajo la óptica de Bruce Wayne, comienzan a divisarse problemas que la cinta no hará más que agravar conforme vaya discurriendo el metraje. Problemas que comienzan como una malformación anómala que anida en lo equivocado de sus diálogos y que poco a poco va adquiriendo aspecto de tumor de mano de una acción que transita de forma deslavazada, fragmentada, presentando personajes y líneas argumentales con una torpeza inaudita.
Sin querer entrar en más detalles, baste con decir que acompañado de tres o cuatro fugaces miradas al reloj y algún que otro bufido de exasperación, el cadáver exquisito que es todo este estirado primer tramo de 'Batman v Superman' evidencia, y lo hace de forma alarmante, una flagrante y despersonalizada mediocridad por parte de un director que narra con desgana, de forma atribulada y poco clara y que sigue creyendo que, si algo no tiene garra, con meterle ralentí queda solucionado.
Mareando la perdiz con talento desaprovechado
La falta de ideas visuales de Snyder —atención a la persecución con el Batmovil y a cómo queda en ridículo por cualquiera de las que Christopher Nolan filmó para su trilogía de Batman— queda subrayada, marcada en negrita y con un tamaño de fuente algo mayor por un guion errático que, perpetrado de nuevo por David Goyer, y firmado también por Chris Terrio, parece querer evitar a toda costa mantener una cierta dignidad.
Una cualidad ésta cuya ausencia queda puesta de manifiesto por el que, sin duda, es el peor personaje de toda la producción: Lex Luthor. Preso de una verborrea incontenible que pronto es percibida como una cháchara insustancial revestida de falsa importancia de la que resulta por momentos imposible entresacar nada —y ahí tenéis resumido todo lo que en la cinta precede al clímax— el megalómano es encarnado con paupérrimos resultados por Jesse Eisenberg.
Su Luthor saca de quicio en cada intervención; desde su casual y poco carismática presentación hasta ese más que previsible final que se le reserva a la némesis por excelencia de El Hombre de Acero. Con tan solo algún instante puntual que valorar de forma positiva, lo cierto es que Henry Cavill no es que lo haga mucho mejor.
Antes bien, sus muy anchos hombros se muestran aún más inefectivos que en 'El hombre de acero' para cargar con el carisma que necesariamente debería desprender Superman —te añoramos, Christopher Reeve— y la "cara de palo" que arrastra durante toda la función complica sobremanera la ya de por sí compleja empatía con el superhombre de enormes poderes.
Por encima de ambos —aunque no a mucha distancia, la verdad— queda el Batman de Ben Affleck, convincente sobre todo por su imponencia física ya que, de nuevo por mano del guion, su cruzada, intereses y motivaciones queden puestas al servicio de convertirse en mero títere del juego de poder que plantea Luthor.
Y vale, Gal Gadot no queda del todo mal como Wonder Woman, pero su personaje es otro que, unido a la ristra de secundarios —lo de Lois Lane (Amy Adams) es de risa, aunque no tanto como lo de Perry White (Laurence Fishburne)—, están ahí como igualmente podrían no estarlo. No sé si me explico.
Batman v Superman: grandes instantes dispersos que no acaban de cumplir las expectativas
A la combinación de todo lo todo lo anterior, y recalcando de nuevo la exasperación y el tedio que hizo presa de este espectador durante los cien minutos que separan el arranque de lo que realmente interesa de la acción, no pueden hacer frente los instantes sueltos en los que se atisba ese algo más que debería haber atesorado la cinta.
Un algo más que encabezan los guiños hacia los lectores de cómics y lo que Zack Snyder apunta sobre el futuro de DC en la gran pantalla —un ambicioso plan diseñado antes de conocer los resultados en taquilla— y que, cuando explota con toda su furia, es demasiado tarde... y muy ruidoso.
Y no me refiero solo a ruido auditivo, que también, sino a lo apabullante de una set-piece descomunal de cerca de media hora que, sin conseguirlo, pretende equilibrar la balanza del escueto interés que ha despertado todo el metraje previo.
Para muchos, entre los que desearía haberme contado, poder ver lo que se proyecta en esos minutos del último acto será la realización de un sueño largamente acariciado; pero a los que no se dejen engañar por trucos de pirotecnia, hará tiempo que lo endeble del sustrato base habrá puesto en tela de juicio cualquier futuro envite.
Decía al comienzo que no podía hablar de decepción por cuanto no había ninguna esperanza puesta en las posibilidades de la cinta de Zack Snyder. Pero creo que el término bien podría ser usado para expresar lo profundamente decepcionante que resulta la experiencia de ver 'Batman v Superman'. Una decepción que no puede ser tapada ni por lo impecable de su factura técnica ni por el deseo de que haya más tras la fachada de falsa épica de un filme que, a la postre, desconoce el verdadero alcance del término.
Al final, este mastodonte de 250 millones de dólares no cumplió en las salas de cine con el objetivo económico —que es de lo que va realmente todo esto— y aunque Warner respaldó el plan de arrancar con el rodaje de la Liga de la Justicia, poco menos de un mes después del estreno, la etapa de Zack Snyder estaba condenada.
Con 873 millones recaudados quizá no cabe hablar de un fracaso en taquilla pero, 7 años después, ya sabemos que 'Batman v Superman: El amanecer de la justicia' comenzó a hundir de forma definitiva las aspiraciones de la Distinguida Competencia de poder hacer frente a La Casa de las Ideas. Visto lo visto, en Marvel pueden seguir respirando tranquilos. Al menos, hasta ahora; ya veremos qué ocurre con la etapa de James Gunn.
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