Aprovechando las fiestas de Halloween y cuánto nos apetece ver películas (o series) de miedo durante estos días, TheGuardian tuvo la estupenda idea de pedir a cinco cineastas que hablaran de sus escenas de terror favoritas. Edgar Wright destacó una de 'Suspiria', Alice Lowe se acordó de 'Carretera perdida' ('Lost Highway'), Karyn Kusama de 'La semilla del diablo' ('Rosemary's Baby'), Anna Biller de 'Suspense' ('The Innocents') y Panos Cosmatos de 'El exorcista III'.
Hasta aquí nada raro, son películas con escenas memorables. Lo llamativo es que, tras la explosión del #MeToo, defender a Roman Polanski no está bien visto, menos aún si lo hace una mujer. Y Kusama tiene emociones contradictorias sobre el cine de un maestro como Polanski pero lo resuelve separando al autor de su obra, algo que considero muy sensato (aunque a veces puede ser difícil).
Karyn Kusama es conocida por dirigir 'Aeon Flux', 'Jennifer's Body', 'La invitación' o un segmento de 'XX', y pronto estrena 'Destroyer', que ha recibido estupendas críticas y podría colocar a Nicole Kidman de nuevo en la carrera por el Óscar. Al tener que elegir su escena de horror favorita, la cineasta se decanta por ese momento de 'La semilla del diablo' donde Rosemary (Mia Farrow) pide ayuda a un doctor, que la engaña.
La escena más aterradora de 'La semilla del diablo', según Karyn Kusama
"Es una traición. Tras creer que encontraría a alguien, un hombre en una posición de poder, en quien poder confiar, descubre que ha sido entregada de vuelta a sus captores", escribe Kusama. Para ella, 'La semilla del diablo' es "una parábola del abuso doméstico, y lo que significa asociarse con hombres que buscan poder a costa de una mujer".
"En mis dos últimas películas, he estado explorando la cuestión de a quién debemos confiar; y me refiero tanto al público como a los personajes que seguimos", continúa la realizadora. "Lo brillante de 'La semilla del diablo' es que el público entiende que está ocurriendo algo perverso, y aun así, Farrow actúa con tanta fragilidad que es fácil sentir que, de algún modo, ella es parte del problema".
Kusama explica por qué el film es una obra maestra: "Es una elección muy interesante, porque hace que nuestra relación con los personajes sea mucho más complicada. Como estrategia narrativa, me encuentro arrastrada hacia ella una y otra vez. Lo que hace a 'La semilla del diablo' un clásico imperecedero es que [...] el verdadero horror viene del marido de Rosemary, sus vecinos y sus doctores, que le fallan. Eso es una clase de terror mucho más auténtico que nos somete a todos, en particular a las mujeres".
El hombre detrás de la obra de arte
Tras elogiar la película, Kusama se detiene en la figura del autor, que sigue perseguido por la justicia de Estados Unidos por el famoso caso de violación de 1978. "Una cosa que añadir aquí es que Roman Polanski ha hecho una de las grandes fábulas feministas del cine; y sin embargo, tenemos que lidiar con Polanski, el hombre y sus errores, los crímenes que ha cometido", dice la directora. "Pero para mí es la posibilidad perdurable del arte, que puede permanecer separado de su creador, y creo que tenemos que juzgar 'La semilla del diablo' por sus propios méritos".
Como decía arriba, coincido con Kusama, opino que es la decisión más sensata en casos de artistas acusados de crímenes o de comportamientos condenables. Lo que haya hecho una persona en su vida privada no debe necesariamente afectar negativamente a su obra; claro, a menos que sus ideas o pensamientos se reflejen en lo que ha creado, en cuyo caso habría que observar cuál es el mensaje que está transmitiendo. Ahí sí veo un debate interesante sobre qué hacer con ese arte.
Pero no creo que haya problema o polémica en el caso de 'La semilla del diablo', que como apunta Kusama puede verse como una metáfora feminista (cada uno interpreta el arte a su modo). Otra cuestión es lo que pensemos sobre el caso por el que Polanski no puede volver a pisar Estados Unidos, o su perdón, pero eso ya es otro tema para otro artículo u otro lugar.
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