A menudo se me acusa en esta página de escasa objetividad. Debido a mi vehemencia (tanto positiva como negativa) a la hora de expresar mi criterio respecto a las diferentes películas que se van estrenando, o respecto a los autores de los que voy ofreciendo estudios, parece ser que me entrego en exceso a mis subjetividades. Esto según algunos lectores. Son los lectores que sospecho no soportan una opinión distinta a la suya, pero eso es lo de menos. Creo que la objetividad es imposible cuando uno habla acerca de lo que le interesa. Objetivos son los hechos. Lo diíficil es respetar el punto de vista subjetivo de cada uno.
Pero vamos a hacer un ejercicio. En los próximos párrafos vamos a enfrentar las figuras de dos directores consagrados, ambos profesionales de la industria cinematográfica norteamericana, aunque uno sea británico y otro canadiense. Y lo vamos a hacer exponiendo hechos, no opiniones. Igual se me escapa alguna, pero mi objetivo es, con la excusa de que por fin llega ‘Avatar’ (si es que no se retrasa, como aseguran algunos), dejar a cada uno en su justo lugar siempre ateniéndonos a los hechos, a los datos y lo meramente objetivo. Y espero que hasta el lector menos dispuesto a tolerar mis vehemencias me conceda el mérito de hacerlo con un director que por lo general me parece un bluff, frente a otro al que tanto admiro, pese a que soy muy consciente de que es un nazi en el set de rodaje.
Mercenarios, visionarios, artistas
Ambos directores, pese a las enormes diferencias estilísticas que les separan, poseen algunos puntos en común, más de personalidad y temáticos que en cuanto a su trayectoria propiamente dicha, aunque también alguno hay. Engreídos, cabezones, son los dos únicos cineastas, que yo sepa, cuya firma aparece en el lomo de un DVD de una película suya (seguro que ahora los lectores son capaces de recordar alguno más…), concretamente, y entre otros, los de ‘Gladiator’ y ‘Titanic’. Scott es un director que cuenta con numerosísimos fans que le consideran uno de los más grandes cineastas en activo. Otros no le consideramos tanto. Cameron es un director sobre el que nadie se pone de acuerdo, y no hay muchos que le consideren un grande. Como mucho a la sombra de los grandes creadores-estrellas, como Spielberg o Lucas.
La segunda película (más o menos oficial) de ambos, tiene a la criatura extraterrestre más terrorífica de la historia del cine como protagonista. Ya desde ahí, se percibía que ambos iban a llegar lejos, cada uno a su estilo. Pero mientras Ridley Scott ha firmado, después de esa, dieciséis películas (sin contar las que estén en rodaje o preproducción, que son unas cuantas), Cameron sólo ha filmado cinco más (contando la que verá por fin la luz la semana que viene, la ultrapublicitada ‘Avatar’). Cameron tiene tres Oscar, uno como mejor director. Scott ha sido nominado tres veces en esa categoría, y nunca se lo ha llevado, aunque su peplum se alzó con el de mejor película. Bien saben algunos lectores el poco aprecio que tengo por estos premios, de todas formas.
Scott ha alternado la ciencia ficción (o ficción científica), con la fantasía (en su fracaso ‘Legend’), el cine policiaco (la estupenda ‘La sombra del testigo’), el histórico, el bélico, la comedia negra, el horror, el cine de aventuras, la road movie social. Cameron ha dirigido seis películas de ficción científica y un melodrama histórico. Algunos le otorgan a Scott el honor de haber creado el Alien en la fundacional ‘Alien, el octavo pasajero’, cuando en realidad, como muchos saben, es obra del a veces genial y turbador artista suizo H.R. Giger. Otros diseños son obra de Moebius, el legendario dibujante de comics. Scott, sin embargo, es un genial dibujante, y los increíbles story-boards de la película, que incluian diseños de naves, son obra suya.
Cameron, sin embargo, rediseñó la criatura, creó a la reina Alien, y además dio estructura a su forma de vida, su procreación y su jerarquía. Pero además hay que tener muy presente una cosa, Cameron es el creador de uno de los iconos más importantes de la ficción científica, el Terminator, o exterminador, así como de un mundo futuro apocalíptico completamente identificable como suyo y que muchos otros, después de él, han tratado de imitar o directamente han sido influenciados por ello. También creó al T-1000, un exterminador de metal líquido. Por si fuera poco, para ‘The Abyss’ creó una raza alienígena, y una ciudad-nave inmensa en la que vivían bajo el mar, así como las estructuras submarinas humanas.
A Scott, en cuanto a autoría absoluta, podemos concederle un estilo fotográfico, nacido en los ochenta y que él ha sabido trasladar a los noventa y a la actual, y casi extinta, década, consistente en humos, sedas, filtros y encuadres, muy propios de él, y que repite sistemáticamente en todas sus películas. El estilo de Cameron ha sido más variado, si bien su luz azul es muy característica (algo que algunos también han imitado). Scott pertenece a ese tipo de director que no es lo suficiente autor como para que la historia sea una excusa para un estilo inimitable, y tampoco lo suficiente humilde como para variar el estilo según cada historia. Él todo lo filma igual, ya sea una tormenta marina que un combate en el coliseo romano. Se le puede otorgar esto: comparando las escenas, son tremendamente parecidas.
Pero ya, si conocemos las razones de ser de cada película, se les confronta definitivamente. En primer lugar, y principalmente, Cameron es autor (en solitario o en compañía, pero siempre con historias propias, o inspiradas en otras a las que él convierte en suyas indefectiblemente) de todos y cada uno de sus guiones, en todas sus películas. Como estamos en un post exclusivamente objetivo (lo que me está costando…), pido perdón si digo que creo que un director que se precie de ser importante no debería hacer películas en cuyos guiones no participase, si quiera levemente. Pero Ridley Scott no ha firmado el guión de ni una sola de sus películas. Esto no tendría mayor importancia para muchos, aunque para otros sí. En segundo lugar, es notorio que Cameron ha sacado adelante, después de escribir esos guiones, todos sus proyectos, jugándose el todo por el todo en muchos de ellos, mientras que Ridley se ha limitado a quedarse en casa a esperar ofertas, y a decir que sí o a decir que no.
Fin de la parte objetiva: saliendo de DMZ, DANGER
Dicho todo esto, y observando “objetivamente” las cosas, no entiendo cómo al personal se le puede caer la baba de semejante forma con un director como Ridley Scott, y cómo algunos, sabiendo el modo en que se implica y lucha por sus proyectos, le puede negar a Cameron el agua y el pan, independientemente de que no les guste lo que cuenta. Pero habrá que dejar que el implacable, aunque siempre justo, crítico que es el tiempo juzgue como es debido. Se aceptan apuestas, nenes.