Da igual los años que pasen o cuántos largometrajes marca de la casa sean alabados y laureados internacionalmente: el cine español siempre padecerá una suerte de estigma fruto del menosprecio de parte de un público que observa con devoción y un fervor los multimillonarios espectáculos hollywoodienses mientras denosta sistemáticamente las producciones nacionales haciendo gala de un extraño complejo de inferioridad ajeno.
Dentro de este escenario dominado por el tópico infundado y el discurso idiota y trasnochado, la figura de Juan Antonio Bayona se eleva como el argumento incontestable que demuestra que, en efecto, ese cine envidiado y venerado a partes iguales es posible dentro de nuestras fronteras; utilizando talento made in Spain para contar historias que parecían reservadas para la privilegiada industria de las barras y estrellas.
Con 'Jurassic World: El reino caído', Bayona ha dado el que, probablemente, sea el mayor paso de su carrera. Un salto que no se aplica únicamente a lo que respecta a la envergadura del proyecto —pasando de los 43 millones de presupuesto de 'Un monstruo viene a verme' a los, aparentemente más de 150 millones—, sino a la confirmación de un estilo confeccionado por y para el blockbuster al que merece la pena echar un vistazo de forma más detallada.
Absorbiendo referentes
Por norma general, el artista, independientemente de la disciplina a la que pertenezca, antes que creador, ha sido consumidor. Esto hace extremadamente complicado que, en el caso que nos ocupa, un cineasta no absorba de un modo u otro las técnicas, el estilo y los diferentes aspectos de la obra de sus referentes para proyectarlas a posteriori en sus propias creaciones.
Al indagar en el código genético del cine de Juan Antonio Bayona, esta máxima se hace particularmente visible una vez se conoce su fascinación por el blockbuster norteamericano, por el 'Superman' de Richard Donner —que su primer videoclip para O.B.K. tenga un hombre volando no puede ser casual— y, especialmente, por la filmografía del —casi— siempre sobresaliente Steven Spielberg.
Es esta admitida admiración hacia el Rey Midas de Hollywood por parte de un Bayona que reconoce abiertamente utilizar de forma inconsciente sus recursos narrativos la que da consistencia a un sello impersonal pero innegablemente efectivo a la hora de emocionar, desencajar mandíbulas y cautivar al respetable con espectáculos de dimensiones nunca antes vistas en nuestro cine.
El espectáculo al servicio de la emoción
Los tres largometrajes estrenados hasta la fecha de Juan Antonio Bayona revelan numerosos nexos de unión a nivel formal y temático entre ellos y, como hemos mencionado, con el trabajo de Steven Spielberg; algo perceptible en el equilibrio entre espectáculo y emoción que el director de 'El orfanato' imprime a sus cintas.
Tanto en su debut en el largo como en sus dos filmes posteriores, el cineasta barcelonés busca un balance entre la historia de género —ya sea el terror, el cine de catástrofes o el relato fantástico— y el drama familiar, hibridando ambos componentes y explotando en la máxima medida posible las posibilidades que ofrecen.
De este modo, en 'El orfanato' articula un ejercicio de horror canónico como mecanismo para hablar del dolor de una madre huérfana ante la pérdida de su hijo, en 'Lo imposible' enfrenta la orgía destructiva digital con la inquebrantable fuerza del vínculo familiar y el instinto de supervivencia y en 'Un monstruo viene a verme' exprime la capacidad dramática del duelo infantil maquillando la tragedia con criaturas de CGI y cuentos de hadas.
Una combinación de estímulos emocionales y visuales que, además, y como dictan las pautas spielbergianas propias de la etapa Amblin, encuentran su eje central en unos niños que atraen la inmensa mayoría de focos durante la función y que han estado presentes en la filmografía de J.A. desde su primer cortometraje 'Mis vacaciones'.
El trabajo de cámara
En lo referente a sus labores de planificación y manejo de la cámara, Bayona también bebe, sin tratar de ocultarlo, de su máximo referente; mimetizando muchos de sus recursos más célebres y engalanando sus relatos con una realización que, descontextualizada, bien podría confundirse con la que suele asociarse a muchas superproducciones norteamericanas.
Salvo casos puntuales en los que parece perder el control —la carrera de Belén Rueda en la playa de 'El orfanato' es un buen ejemplo—, la utilización que J.A. hace de travelings, dollys, steadycams y demás materiales para desplazar la cámara destaca por su precisión no sólo en cuanto a técnica se refiere, sino al elegir el momento y el timing del movimiento para que este no sea únicamente una floritura estética y vacía de intención.
Así, podemos encontrar travelings circulares entorno a un personaje que gira en dirección contraria a la cámara durante dos secuencias climáticas en 'El orfanato' y 'Lo imposible'; planos de situación con movimientos de grúa que sortean un primer término que oculta el elemento central, aproximaciones a los rostros de los protagonistas en los instantes más dramáticos... todo ello al servicio de la emoción.
De entre los múltiples recursos del realizador catalán, destacan dos extraídos directamente del repertorio habitual de la casa Spielberg; siendo el primero de ellos su modo de presentar a sus protagonistas, y que encuentra su máxima expresión en 'Lo imposible'.
En el filme de 2012, se nos introduce al personaje interpretado por Naomi Watts después de un traveling in que recorre el pasillo de un avión y que muestra cómo uno de los pasajeros que lee un libro deja caer accidentalmente una de las hojas del mismo. Después de que este se incline para recogerla, un corte con continuidad del movimiento nos revela la identidad de susodicho viajero, que resulta ser Maria, la protagónica del filme.
Esta técnica recuerda al modo en que el Rey Midas, salvo excepciones, suele presentar a sus personajes —desde Indiana Jones a Oskar Schindler—; mostrando su rostro en el último instante después de anticipar su importancia siguiendo sus movimientos previos al descubrimiento o describiéndole con planos detalle que puedan dar pistas sobre su identidad o carácter.
El segundo recurso "heredado" del director de 'E.T.' es el conocido como "The Spielberg Face" —"La cara Spielberg"— o "La mirada Spielberg". Este recurso se emplea para anticipar un gran descubrimiento, y se ejecuta aproximando la cámara hasta un primer plano del personaje principal que, por norma general, muestra una mueca de fascinación o sorpresa ante algo fuera de lo común que se desvela por corte en el siguiente plano.
Los VFX
Aunque en su primer filme quedasen relegados a un segundo término, los efectos visuales han terminado convirtiéndose en un puntal indispensable en el cine de Juan Antonio Bayona; marcando un antes y un después en la historia de nuestra industria y destacando nuevamente por estar al servicio de la historia y los personajes, evitando actuar como un simple espectáculo vacuo.
Dejando a un lado la salvaje —y aún fresca, a pesar del paso de los años— representación del tsunami en 'Lo imposible', que logró alzarse con el prestigioso Visual Effects Society Award en 2014, merece la pena detenerse un momento en la fantástica recreación de la criatura arboriforme de 'Un monstruo viene a verme' y en el modo en que Bayona trata a los personajes creados mediante CGI.
Según ha declarado en múltiples ocasiones, bajo su punto de vista, la verosimilitud y sensación de autenticidad de un personaje enteramente digital —o un efecto de VFX— no se alcanza mediante el dominio de la animación y el diseño, sino a través de las interacciones de los actores de carne y hueso con él.
No obstante, para su último trabajo, 'Jurassic World: El reino caído', J.A. ha optado por incorporar la mayor cantidad de efectos prácticos posibles, trayendo de vuelta los animatronics en detrimento de los efectos digitales. Esta decisión, lejos de estar únicamente relacionada con el aspecto en pantalla de los dinosaurios, busca sacar el máximo partido a las interpretaciones del reparto, más auténticas y entusiastas al estar frente a seres tangibles.
Haciendo suyo un estilo ajeno
Aunque pueda dar la sensación de que en el estilo de Juan Antonio Bayona no hay cabida para la evolución dada su naturaleza referencial, pueden apreciarse grandes cambios al exponerse cronológicamente a las obras que componen su aún corta filmografía.
Poco queda ya de ese lenguaje narrativo eficiente, aunque propio de su etapa como cortometrajista, visto en 'El orfanato', y que abrió paso a una realización más libre y enérgica y mucho menos anclada a la funcionalidad necesaria para dar forma a una historia de forma lógica y legible en 'Lo imposible'.
Con 'Un monstruo viene a verme', Bayona logró hacer suyo un estilo ajeno. Algo que, aunque pueda hacerle merecedor de la etiqueta de artista impersonal, le ha convertido por méritos propios en el último heredero del legado Spielberg en la nueva secuela tardía de 'Parque Jurásico'. En esta ocasión J.A. juega en casa, y tiene la oportunidad perfecta para confirmarse como ese Rey Midas que nuestro cine necesita para seguir esquivando tópicos peyorativos día tras día.
Videocrítica de 'Jurassic World: El reino caído'
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