No cabe duda de que, a sus 80 primaveras, Martin Scorsese continúa en plena forma. Tras culminar su estilo en la fantástica 'El irlandés', el neoyorquino acaba de presentar en el marco del Festival de Cannes su flamante 'Killers of the Flower Moon', demostrando los niveles de experiencia y oficio que pueden llegar a extraerse de 57 años de carrera.
Pensar en su filmografía invita a hacerlo casi automáticamente al mundo criminal, representado en títulos tan dispares como 'Uno de los nuestros', 'Gangs of New York', 'Casino' o 'Infiltrados'. Una lista de ensueño que podría haber estado compuesta por una legendaria secuela que se le ofreció a principios de los 70: nada menos que 'El padrino. Parte II'.
Una oferta que no podrá rechazar, rechazada
Por aquél entonces, Francis Ford Coppola tenía en mente a Scorsese, que acababa de estrenar 'El tren de Bertha' y 'Malas calles', para dar continuidad a su saga cinematográfica de los Corleone, llegando a hacerle la propuesta personalmente. Por suerte para la gente de Paramount, opuesta al fichaje, el bueno de Marty rechazó la, a priori, irrechazable oferta.
Durante una entrevista con Deadline, el cineasta explicó el motivo por el que no se sumergió en el universo de Mario Puzo: simple y llanamente, su madurez como artista en aquél momento.
"Honestamente, no creo que hubiera podido hacer una película de ese nivel en aquél momento de mi vida y siendo quien era en aquél momento". Para hacer una película tan elegante, magistral e históricamente importante como 'El Padrino II', diría que no... Eso sí, habría hecho algo interesante, pero su madurez ya estaba ahí. Yo todavía tenía esta especie de rebeldía, era el chico salvaje que va de un lado a otro".
Además, también existió un componente "de clase", por así decirlo. Scorsese afirma estar más cómodo a nivel de calle que explorando las altas esferas del mundo criminal; algo perceptible en su obra.
"No me sentía muy cómodo retratando a figuras del hampa de alto nivel. Yo era más de nivel de la calle. Había tipos importantes en la calle. Eso sí lo podía hacer. Lo hice particularmente en 'Uno de los nuestros'. Ahí es donde crecí. Lo que veía a mi alrededor no eran tipos en una sala de juntas o hablando sentados en una gran mesa. Eso requería otro nivel artístico que Francis ya tenía en aquél momento. Él no venía de ese mundo del que yo venía. La historia de 'El Padrino II' es más parecida a 'La muerte de Arturo' de Thomas Malory. Es arte excepcional".
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