Malik Bendejlloul (1977-2014)

El nombre de Malik Bendejlloul carecía todavía de familiaridad o extensión, incluso en los cada vez más numerosos cinéfilos que prefieren explorar aguas documentales frente a la ficción. No hay razón para indignarse.: apenas había logrado una película, aunque de un éxito notable, y su carrera era un montón de promesas y terrenos abiertos por explorar.

Nacido en Ystad (Suecia) en 1977, Bendejlloul era hijo de un médico algeriano argelino y de una traductora sueca. En 1990, actuó en la televisión sueca, en el serial Ebba och Didrik. Después se graduó en Periodismo y producción audivoisual en la universidad de Kalmar. Su carrera empezó en la televisión pública sueca, en la que trabajó como reportero. Pronto descubrió una nueva vocación dirigiendo documentales musicales.

Fue en ese momento donde comenzó su carrera también como director de cine, aunque es posible que ni él ni la audiencia que luego le aplaudiría lo supiera. Para la susodicha televisión sueca continuó trabajando, pero esta vez dirigiendo piezas documentales sobre Kraftwerk, Björk o Elton John.

Cuando terminó con tal labor, prefirió viajar. Buscando ideas para su primer documental oyó la historia de Sixto Rodríguez, un cantante que en Sudáfrica era famosísimo y cuyas pesquisas llevaban de cabeza a dos investigadores, un par de historiadores musicales de Cape Town a los que comenzó a grabar y en los que intuyó una narrativa. El cineasta entonces comienza a indagar en la naturaleza de una celebridad a la que nadie puede localizar, hasta que encuentro al mismo cantante en la legendaria Detroit. La historia aparece.

Pero las complicaciones para terminar la película, que terminará llamándose 'Searching for sugar man' (id, 2012) son sonoras. Tras usar formato en Super 8, el director optó incluso por un iphone, mientras la película esperaba mejor suerte. Estos retrasos benefician a la película, pues se trata de un relato de detecives ingeniosamente estructurado en la que una pregunta nos lleva a indagar pero, al mismo tiempo, es un relato de cómo se va haciendo el propio documental.

Una vez distribuida, la película fue un éxito sorprendente, con multitud de premios, incluido el Oscar al mejor documental en los premios de la Academia. Lejos del olvido, las canciones de Rodríguez, y sus versos, se hacen habituales en festivales de música y en hogares del mundo. A la edad de 36 años, el director Malik Bendejlloul se quitó la vida en su apartamento de Estocolmo.

La naturaleza sorpresiva de la muerte de este cineasta hará que se pongan reparos a su único (y ya último, final) trabajo. Podrá argumentarse, y sera razonable, que su documental omite que Rodríguez fue exitoso en Australia en los años setenta. Y seguramente habrá quien diga que no era un cineasta técnicamente virtuoso, lo que apenas significa nada: no le hizo falta alcanzar o pretender virtuosismo para sus huellas profundas. Su documental seguirá siendo visto como una pieza (conmovedora) de memoria y música, del modo en el que construimos sobre la marcha los relatos de nuestro pasado, con toda la provisionalidad que ello supone.

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