En un lugar remoto, rodeado de música, así es como el director encontró la inspiración para crear su western
No hay otro cineasta como Quentin Tarantino, aunque hayan habido a lo largo de los años intentos de replicar una fórmula que para él siempre ha sido un estilo, con influencias variadas. Y también una manera particular de trabajar, a menudo por impulsos inesperados y muy fuertes, tirando también por caminos de lo más inusual.
Sin duda, seguir adelante con ese instinto y esos actos impulsivos le ha ayudado en momentos críticos de su carrera, como fue por ejemplo el fracaso comercial de su experimento Grindhouse. Su ‘Death Proof’ tuvo críticas menores y la decepción en taquilla le sumieron en una crisis que ponía en peligro su carrera. Pero decidió darse una oportunidad más, una a lo grande, y de ahí salió ‘Malditos bastardos’.
Aclamada, exitosa y cada vez más asentada como la película favorita para muchos del director. Tenía sentido, claro, volver a confiar en sus impulsos para su siguiente proyecto. Su mente le llevó al sangriento western de ‘Django desencadenado’ en las circunstancias más inesperadas, tal y como comento a su colega y amigo Robert Rodríguez en una entrevista para El Rey Network.
Descubriendo en Japón
Tarantino tuvo el momento de inspiración haciendo promoción para ‘Malditos bastardos’, en una de las fases finales que le llevó a Japón. El director tuvo la idea de hacer una película sobre un esclavo que se vuelve cazarrecompensas un tiempo antes, e incluso el título lo tenía pensado desde hace más tiempo, pero todo empezó a desarrollarse estando en el país asiático, tras encontrar una fuente de felicidad personal:
"Los ‘spaghetti westerns’ siguen siendo muy populares en Japón. Los llaman ‘macaroni westerns’. Tienen casi todas las bandas sonoras disponibles en DVD. Y descubro que hay una tienda especializada en bandas sonoras. Mi tipo de tienda. Así que, voy allí en mi día libre, compro un montón de cosas. Ya sabes, fue como Navidad en julio. Muy feliz. Consigo un pequeño tocadiscos, vuelvo a mi habitación de hotel... Escucho las bandas sonoras…"
El director afirmó que no suele escribir en habitaciones de hoteles, y que ni siquiera llevaba su cuaderno o materiales habituales. Pero allí, llevado por las composiciones de Ennio Morricone, Luis Bacalov y más empezó a dar forma a la primera escena de la película. "Puse a los personajes a dialogar entre ellos y hacer toda la movida". Antes de darse cuenta ya la tenía completada.
Con ese trabajo entre manos, tenía claro en qué debía centrarse tras su film de guerra, porque las circunstancias que originaron ambas películas eran parecidas. “Me sentí de una manera similar a ‘Malditos bastardos’, ‘Bueno, ahora tengo que hacerla. Esta es una gran manera de empezar una película”. Y qué duda cabe, tenía razón, tiene un inicio sensacional.
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