Barba, uñas largas y sombrero de copa. Creador y creación, José Mojica Marins, auténtica institución histórica en Brasil y objeto de culto en el resto del mundo, ha fallecido a los 83 años. Con su mezcla explosiva de horror clásico y espontaneidad natural, el creador de pesadillas brasileño ha dejado nuestro mundo en busca, ahora sí, de una oscuridad perpetua.
El cine que salió del cementerio
Mojica Marins fue la mezcla perfecta entre Jesús Franco y Narciso Ibáñez Serrador. Creo que es la mejor presentación que puedo ofrecer a los nuevos aficionados que puedan descubrir a este prodigioso mago del cine más oscuro a través de su muerte. Conocido en América Latina, donde era una estrella, como Zé do Caixão, en Estados Unidos respondió al nombre de Coffin Joe, aunque en más de medio mundo su cine sigue en estado desconocido.
José Mojica Marins fue, ante todo, un personaje en sí mismo, de un aspecto y presencia entre el Mandrake de los cómics, el humorista más controvertido e incómodo y el misterio y el gusto por lo macabro más purista. Con su sombrero de copa, su capa sobre traje negro, el medallón y el anillo, fue la imagen definitiva del sepulturero. Imagen a la que dio un plus gracias a su barba y a uñas absolutamente desproporcionadas. Toda una vida entregada a la causa del horror.
Su personaje nació, según el propio cineasta, de una pesadilla que tuvo una noche de 1963: "Un tipo de negro me llevaba por un cementerio. Yo iba enfermo y deliraba por una fiebre alta. Me dejó frente a una lápida con dos fechas: mi nacimiento y mi muerte. Desperté gritando, y en ese momento decidí hacer una película diferente a todo lo que había hecho. Ahí nació el personaje, ahí comenzó a tomar forma en mi mente y en mi vida".
Nacido en São Paulo el 13 de marzo de 1936, hijo de un inmigrante español, un ex torero que en su país de adopción no pudo prosperar en el negocio por la fuerte presión animalista del país. Más tarde se convertiría en gerente de una sala de cine. "Programaba todos los géneros, incluido el terror. En ese cine no solo vi 'El chico', de Chaplin, también la 'El fantasma de la ópera' de Lon Chaney o el 'Frankenstein' de Karloff y el resto de las producciones de Universal de los años 30 y 40, así como documentales de educación sexual. Los veía desde la cabina de proyección, casi todos estaban prohibidos para niños".
Delirios de un anormal
Según José Mojica Marins, lo fantasioso formaba parte de su rutina. "Era el funeral de un amigo de la familia, un tipo elegante, un comercial. Daba golosinas a los niños, siempre aconsejaba remedios para los enfermos... Un día cayó muerto. Al menos eso pensamos. Lo pusieron en un ataúd para que amigos y familiares lo velaran. Yo estaba allí cuando se levantó. No estaba muerto, solo tenía catalepsia. Por supuesto, su esposa y los demás agradecieron al Cielo por sus oraciones para ser escuchadas. Sin embargo, al día siguiente, todos cambiaron su actitud hacia él; se convirtió en un paria, un hombre maldito que habría hecho un trato con el diablo. La gente lo evitaba. Su esposa lo dejó, sus hijos no querían saber nada de él. Obligado a abandonar la ciudad, murió, esta vez de verdad, en un hospital psiquiátrico. Esta historia me hizo pensar en la religión, la hipocresía de los fieles. Me ayudó a dar forma a mi personalidad".
Entre los 12 y los 15 años, rueda entre amigos y con su cámara de 16mm más de quince películas de todos los géneros. Durante los años 40 va puliendo su estilo hasta llegar a un primer largometraje que salió como tenía que salir en esta historia. El título era 'Sentença de Deus', un proyecto inacabado que consistía en contar las desgracias ocurridas a ocho personas que habían mueto. "Los sacerdotes me advirtieron que iba a tener grandes problemas con esta película, que la película estaba maldita", recuerda el director. "No hice caso de sus consejos. Pude ver que decían la verdad. Una actriz murió ahogada en su piscina. La sustituta sucumbió a la tuberculosis. A la tercera le amputaron ambas piernas después de un accidente. Era mejor que me detuviera. Cuando intenté convertir la película en una serie de televisión, el que murió fue el productor".
Su siguiente intento no tuvo mucha mejor suerte. En el rodaje de 'No Auge do Desespero', un huracán arrasó el set y el equipo. Tras varios años de intentos fallidos, José Mojica Marins finalmente logra finalizar un proyecto: 'A Sina do Aventureiro', un western brasileño repleto de emociones, como rezaba su cartel. Su western de venganza "No fue fácil de rodar", afirmaba. "Tras de ver una escena sangrienta que acababa de rodar, algunos aldeanos intentaron lincharme. Me tomó unos días superarlo antes de volver a trabajar".
Antes de encontrar su camino probó suerte con otro título más social. 'Meu Destino em Tuas Mãos', retrato de cinco jóvenes en un reformatorio. Al mismo tiempo, también intenta sacar adelante dos proyectos más personales, uno sobre la fiebre del rock y el otro sobre la ira de la generación joven, pero nadie confía en un director que solo acumula fracasos.
Nace la muerte
La venganza no tardó en llegar. En 1964 presenta 'A medianoche me llevaré tu alma'. Con el proyecto sobre la mesa, le tomaron por loco. Una película de terror brasileña simplemente no era posible. El propio cineasta interpretó a Zé du Cercueil porque ningún actor estaba interesado. Había pensado en Milton Ribeiro, pero por miedo a despertar la risa general, rechazó la oferta. Con las uñas postizas de plástico, un sombrero prestado por un amigo y un viejo abrigo encontrado en el estudio, nacía el personaje. El rodaje tampoco fue un viaje de placer. Nadia había preparado nada, casi todo era improvisado. Marins vendió todo para financiar la película, del coche a la casa. Al final solo le quedaban dos pantalones y una chaqueta y llegó al extremo de amenazar a los técnicos con una pistola para terminar el trabajo.
A pesar de los problemas con la censura, la película llegó a los cines y causó sensacióna gracias a su estilo imperfecto y grandilocuente, pero también a sus ramalazos salvajes, su atmósfera sombría, y unos diálogos encantadoramente macabros. En Brasil sucedía lo mismo que los primeros en Estados Unidos con Herschell Gordon Lewis. Para muchos, este fracasado miserable ya era el mejor cineasta del mundo. Incluso hubo críticas que comparaban a José Mojica Marins con Luis Buñuel por el surrealismo y sus protestas contra la religión. Pero a pesar de todo, el resultado personal fue doloroso: "La película llenó las salas, enriqueció sobre todo a unos distribuidores que, en su mayor parte, no me han pagado un rábano".
Seguro del impacto del personaje, José Mojica Marins tardaría tres años en desenterrarlo, no sin haber considerado su regreso al purgatorio donde se habría enfrentado a un Cristo satánico. No es la idea más loca del brasileño, ya que un proyecto titulado 'Encarnação' trataba de enviar al personaje a un limbo al que solo se podía acceder mediante ella cisterna de un retrete. Sus deudas se saldaron gracias a 'O Diabo de Vila Velha', un western que coprodujo y no firmó. El regreso de Zé era ya un hecho.
En 'Esta noche poseeré tu cadáver', el sepulturero resquebrajado necesita lograr la inmortalidad fertililizando a la mujer perfecta. Para ello secuestra a chicas jóvenes a las que se somete a varias pruebas, aunque la mayoría son arrojadas a un pozo lleno de serpientes. El rodaje fue un poco mejor que el de la película original. "Sin embargo, duró tres meses, un auténtico desafío técnico. Encontré problemas con las actrices, que me garantizaron que no tenían miedo de las serpientes o las arañas. Cuando vieron las trescientas tarántulas necesarias para la película, casi todas huyeron. Tuve que contratar a otras menos sensibles". La leyenda dice que el director emborrachaba a los actores y que para comprobar mejor las habilidades de sus intérpretes, el director los sometía a una prueba: un sapo en la ropa interior. Si el candidato no grita ni salta contra el techo quedaba contratado automáticamente.
El secreto de sus ojos
Decía Marins que su mayor miedo en vida era perder la vista. Sometido a una operación a mediados de los setenta, guardó la operación para 'Inferno Carnal', película donde las vacas flacas ya pastaban a sus anchas. 'Finis Hominis', rodada cuatro años antes, fue un fracaso en toda regla. "Quizás no sea la más exitosa de mis películas, pero es mi favorita". La película dio origen a una secuela más corpulenta que su modelo, una secuencia que muestra una ceremonia vudú durante la cual un hombre aplasta una gallina. Una vez más, algunos críticos señalan la fuerte afinidad que José Mojica Marins mantendría con el Buñuel del período mexicano.
"Podemos tener algo en común sobre la religión, pero en ese momento aún no había visto ninguna de sus películas. Además, no creo que eso haya influido mucho en mí. Por otro lado, tampoco tengo ninguna influencia de Alejandro Jodorowsky de quien no supe nada hasta que me contaron de su existencia". El instinto del autodidacta.
En 2008, con 'Encarnação do Demônio', puso fin a una década de abstinencia resucitando al sepulturero en lo que era la tercera película de Zé du Cercueil. Un guión antiguo que actualiza junto a otros dos guionistas, donde Zé recupera su libertad después de pasar 30 años tras las rejas y continúa su búsqueda de la mujer perfecta. Un verdadero festival de atrocidades donde, para interpretar a un joven Zé, el director recluta a Raymond Castile, un fanático estadounidense que se disfrazaba cada año del personaje.
José Mojica Marins nunca tuvo la intención de renunciar a su personaje. Tras recuperarse de dos ataques al corazón en 2014, anunció su regreso al proyecto 'Mosquitoid', una comedia sospechosa en la que un mosquito gigante de otra galaxia convierte a los habitantes de una pequeña ciudad de Brasil en zombis. Y ahí estaría Zé du Cercueil aguantando el tipo.
El pasado verano fallecía Inés Bayo, líder de Los Fresones Rebeldes. Tal vez ahora el sepulturero quiera ajustar cuentas con ella en el más allá. Pero seguro que lo harían bailando.
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