Este detalle de 'Vidas pasadas' demuestra que la gran injusticia de la temporada de los Oscar es no haber nominado a Celine Song a la mejor dirección del año

Con la dirección en la que caminan sus personajes, Song refuerza los temas y el discurso de la película de un modo tan sencillo como efectivo

Está claro que las nominaciones a los Oscar 2024 han traído cola y, en mi caso, también tengo unas cuantas objeciones a las candidaturas propuestas por la Academia de Hollywood. No obstante, lejos de la tónica general de vestiduras rasgadas por un presunto ninguneo a 'Barbie', mis frentes abiertos se reducen a dos que, probablemente, ni sean tan mediáticos ni importen tanto a la inmensa mayoría de seguidores de la temporada de premios.

El primero de ellos es la exclusión de 'La zona de interés' en la categoría de mejor dirección de fotografía —de lo que hablaremos más adelante en otro artículo de esos que tanto me gustan—. El segundo tiene como protagonista a mi cinta favorita del curso cinematográfico 2023, 'Vidas pasadas', y al modo en que Celine Song se ha quedado injustamente fuera de la carrera por el premio a la mejor dirección del año.

Más allá de reivindicar su sensibilidad, su sobriedad y su magnífica dirección de actores y, impropias de una debutante en el medio, mi apuesta para defender la idea de que Song merecía un puesto entre Triet, Scorsese, Nolan, Lanthimos y Glazer se va a centrar en la ejecución de un momento específico de la película y en modo en que la puesta en escena refuerza sus temas y su discurso. Este es, concretamente, el de su escena final, así que si no has visto aún esta maravilla, te sugiero que guardes este texto para más tarde.

El flujo del tiempo

'Vidas pasdas' nos cuenta la historia de Nora; una mujer de origen surcoreano que emigró a Estados Unidos junto a su familia cuando tenía unos diez años, dejando tras de sí a su amor de la infancia Hae-sung, con quien reconectó a distancia más tarde. Después de muchos años, Nora coincidirá con él en la Gran Manzana estando casada con su marido Arthur.

Después de pasar una última noche con Hae-sung, esta vez acompañados de Arthur, Nora sale de su apartamento y acompaña al visitante a coger un taxi que le lleve de vuelta al aeropuerto en un camino que recorren de derecha a izquierda. Después de una despedida muy intensa y llena de dudas y tensión contenida, Hae-sung sube al taxi y Nora vuelve de nuevo al apartamento llorando desconsolada mientras deshace el camino de izquierda a derecha, seguida en todo momento por la cámara con un desplazamiento horizontal.

Nora y Hae-sung caminan hacia su pasado juntos.

Que haga mención a la dirección en la que caminan los personajes durante la escena no es, ni mucho menos, casual, estando en este detalle la clave que redondea no sólo el fragmento, sino el largometraje en general, y que convierte su final en una joya digna de todas las reverencias: la directora Celine Song se sirve del concepto del tiempo y la direccionalidad de su flujo para reflejar visualmente las implicaciones del cierre.

Cuando dibujamos una línea temporal, esta progresa de izquierda a derecha. Cuanto más avanzamos hacia la derecha, más nos adentramos en el futuro y, por el contrario, cuanto más retrocedemos hacia la izquierda, más nos sumergimos en el pasado. Esto es, precisamente, lo que hace Nora en su camino del apartamento al taxi y del taxi al apartamento respectivamente.

Nora y Hae-sung permanecen en el pasado.

Durante su paseo hacia la izquierda, la protagonista está dirigiéndose a su pasado y a los momentos que compartió junto a Hae-sung en Corea y durante sus charlas online; permaneciendo en aquella época y reviviendo su experiencia juntos durante la larga espera hasta la llegada del transporte.

Por el contrario, cuando regresa junto a Arthur, hacia la derecha, Nora no sólo vuelve a casa. A cada paso que da, además de alcanzar su presente, se adentra en su futuro junto a su marido; algo que apuntala los temas subyacentes de una 'Vidas pasadas' que van más allá de los resquicios morales de una relación a tres bandas para tocar aspectos como el tiempo —el título del filme no es casual— e, incluso, la mortalidad.

Nora deshace el camino, ahora hacia la derecha, adentrándose en su futuro junto a Arthur.

Todo esto nos enseña una vez más que no hay prácticamente nada que quede al azar cuando se escribe, se planifica y se rueda una película; y esto incluye detalles como el eje en que se sitúa la cámara para que los personajes se desplacen hacia un lado u otro de la pantalla.

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