Como todos sabemos a estas alturas, el Titanic se hundió en las aguas del sudeste de Terranova el 15 de abril de 1912, y unas 1500 personas fallecieron en el tristísimo naufragio. Una de las supervivientes fue Dorothy Gibson, la estrella mejor pagada de la época junto a Mary Pickford, que, solo un mes después de la catástrofe, estrenó la primera película de ficción que aprovechaba la popularidad del desastre.
'Saved from the Titanic' fue un rotundo éxito que hoy por hoy está perdida (de hecho, solo sobrevive una película de Gibson, 'A lucky holdup') pero que demostraba el potencial narrativo del dolor. Traumatizada por lo ocurrido, incluso durante el rodaje, la actriz nunca volvió a participar en el cine. Poco imaginaba que 85 años después un director llamado James Cameron conseguiría crear un mito de su tragedia.
Mi corazón seguirá
De todos es sabido lo minucioso que fue Cameron en el rodaje de 'Titanic', donde se empeñó en que todo tuviera una fidelidad asombrosa a lo que uno se podría haber encontrado en el barco original, desde la gran escalinata hasta el hecho de que la orquesta siguiera tocando mientras el barco se hundía, tratando de calmar a los pasajeros. La última canción fue, de hecho, 'Nearer, My God, to Thee', que es la misma que suena en la cinta.
Pero hay un ejemplo perfecto que nos muestra hasta qué punto quería representar el Titanic a la perfección. Seguro que os acordáis de la escena en la que Jack y Rose tienen sexo en un coche que está dentro del barco. La mano en el cristal, el vapor, etcétera. Como para olvidarse. Bueno, pues el modelo de ese coche es un Renault Type CB Coupé de Vile de 1912, el único coche que se sabe con seguridad que estaba dentro del barco en el momento de su hundimiento.
De hecho, sus restos siguen aún mezclados con los del naufragio, y si ya en su época costaba un dineral, ahora es directamente incalculable. Por si tenéis curiosidad, su propietario era William E. Carter, un millonario que había heredado una fortuna y que viajaba con su esposa, sus dos hijos, su chófer y su sirviente.
De hecho, en un principio ni siquiera iban a ir en el Titanic sino en el Olympic, que salía una semana antes. Decidieron prolongar su estancia y, debido a ello, murieron tanto el sirviente como el chófer. Porque siempre ha habido clases.
El cochecito leré
Si le das prioridad a la exactitud histórica absoluta, puede que te decepcione saber que realmente lo que vemos en la cinta no es un coche de 1912, sino su versión de 1914 modificada estéticamente para parecerse al cien por cien a los papeles del seguro que rellenó Carter al salvarse. Si quieres comprar uno para tu colección (que no se haya hundido hace un siglo) prepara la cartera: el último que se subastó llegó a costar 269.500 dólares. Calderilla.
De todas maneras, el que aparece en pantalla no es original, sino que fue construido por una persona llamada Everett Adams a lo largo de dos meses. Es más, puedes visitarlo, tal cual, en el museo del automóvil en Reno (Nevada), donde, según confesó James Cameron en Twitter, aún se puede ver la marca de la mano de Kate Winslet en el cristal. Eso es intensidad.
"Más de 20 años después, la infame huella de la mano sigue ahí." (James Cameron)
Para premiar el buen trabajo, además del dinero correspondiente, Adams tiene un cameo en la película como chófer. Eso sí, hay una cosa que Cameron no tuvo en cuenta para enfatizar la narrativa: si dos personas hubieran ido a la bodega a dar rienda suelta a sus placeres, habrían tenido que hacerlo entre dos cajas. Y es que el coche existe, sí... pero se cree que metido en una caja de madera donde solo están los componentes sin unir.
De hecho, de momento, lo único que se ha encontrado en el fondo del mar es algo que parece ser la rueda izquierda delantera y el parachoques. No parece que vaya a aparecer más después de un siglo bajo el mar, pero los mitómanos nunca terminan de perder la esperanza. Eso sí, por si acaso, si algún día aparece, espero que el nuevo dueño le pase la luz ultravioleta a los sillones. Por si acaso James Cameron acertó en algo más que en el diseño.
Foto | James Cameron
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