A estas alturas ya está más o menos claro que la carrera de Julio Medem es completamente imprevisible. Sin embargo, la sorpresa ante el relativo regreso a sus orígenes con 'El árbol de la sangre' ha sido notable, ya que tiene más de 'Los amantes del círculo polar' o de sus primeros films ambientados en el País Vasco que de sus recientes y no demasiado bien recibidas 'Caótica Ana' o 'Ma ma'.
Con una historia que se vertebra, como las ramas de un árbol, a través de varias generaciones de las respectivas vidas de una pareja formada por Úrsula Corberó y Álvaro Cervantes y que indaga en sus orígenes genealógicos, esta historia compleja y extravagante incluye elementos tan dispares como los Niños de Rusia de la Guerra Civil, la mafia georgiana, transplantes ilegales de órganos, autoras literarias de éxito y, cómo no, una buena ración de casualidades y serendipias. Hablamos con el director y guionista de este regresos a algunos elementos de sus primeros films.
Quizás lo más notable de la ambientación de la película sea tu regreso al País Vasco como escenario...
Llevo escribiendo esta historia desde el año 2009, lo que pasa es que al principio no salía: es una historia muy ramificada, hay demasiados personajes. Son 25 años en la vida de los protagonistas, es mucho tiempo. Pero me di cuenta de que el árbol que aparece tiene varias raíces. Una de ellas es lo vasco, pero luego hay otras en Cataluña, en Sevilla. Aunque no quería que el árbol representara a España, ni mucho menos, quería que sirviera para explicar las diferentes procedencias de los dos protagonistas. A eso se suma que el personaje de la escritora vasca ofrece su caserío para que puedan indagar en sus historias, y eso suma esa otra procedencia. Rodar allí es algo que fue saliendo de forma natural, pero la verdad es que me ha hecho ilusión hacerlo, no volvía desde 'La ardilla roja' (quitando 'La pelota vasca', claro).
¿Cómo ha evolucionado la historia desde que la planteaste la primera vez?
Estuve tanto tiempo con ella porque tenía que salirme un árbol proporcionado. Debía modular bien las subtramas, que son muchas, y tardé años. Curiosamente, cuando terminé la primera versión del montaje de 'Ma ma', me acordé de este guión, que lo tenía como tantísimos otros guardado en un cajón, y decidí darle una vuelta. También en algún momento pensé en hacer una serie con él, pero al final acabé dándole forma de película. A partir de ahí y después de años sin tocar el guión, en solo tres semanas le di forma, extirpándole la política como un cirujano. Decidí dejar solo el mapa humano en la historia y las emociones.
Hay un momento en el que los personajes dicen que van a quitarle la política a la historia, y me cuentas que tú también lo decidiste, como ellos. ¿A qué se debe este posicionamiento?
La política estaba de forma natural en la primera versión del guión. Pero luego resultó que ellos deciden ir a ese caserío a contar sus respectivos 25 años de vida, y a implicar en sus historias a una tercera familia, los Mendoza, que saben que tuvieron dos hijos que mantuvieron relaciones con sus respectivas madres. Saben que pueden crear un árbol o, como ellos mismos dicen, "unir nuestras ramas y mezclar nuestra sangre".
Finalmente esa historia resulta mucho más intensa, o dramática, de lo que ellos podían imaginar. Subjetivan sus propias vidas y deciden qué contar y qué no, y tienen sus motivos íntimos: cada uno tiene un secreto, verdades que en su momento fueron mentiras. Y en este despejar las sombras de su relación, la política no tenía nada que ver, quería que la historia fuera algo emocional, y como un viaje de ese tipo es como concebí la película.
¿Cómo funciona tu proceso de escoger actores? Siempre han sido muy característicos de tu cine y en el caso de Úrsula Corberó me recuerda a actrices previas con las que has trabajado...
Cuando yo llamé a Úrsula Corberó era completamente desconocida, ni siquiera sabía que iba a hacer 'La casa de papel'. La serie se rodó algo antes, pero ella ya sabía desde hacía tiempo que iba a hacer mi película. El caso de escoger a Úrsula fue un proceso completamente intuitivo, similar a lo que me pasó con Paz Vega en 'Lucía y el sexo'. Tienes un personaje en tu imaginación y cuando conoces a la actriz sabes que tiene que ser ella.
Para elegir a Álvaro Cervantes sí que hicimos pruebas, y su participación estuvo entre lo mejor que he visto nunca en un casting. Me recordó al que me hizo Carmelo Gómez para 'Vacas': tienes un personaje ya creado y muchas veces el actor pone de su parte, añade cosas al personaje y es complicado que te guste. Pero lo que hizo Álvaro fue brutal y me sorprendió muchísimo, no tuve ninguna duda de que sería él el protagonista.
En 'El árbol de la sangre' se percibe un pequeño cambio con respecto a tus últimas películas, quizás como una especie de regreso a tus orígenes. ¿Lo has percibido tú también así, ha sido voluntario?
Sí, sí lo he notado, y no ha sido voluntario. Desde el principio de mi carrera, cada película que hago intento que no se parezca en nada a la anterior. Intento ponerme en situaciones nuevas, probarme, experimentar. Lo que tiene esta que creo que la diferencia de las anteriores es que es más coral. Dentro de ella podría haber cuatro o cinco películas distintas. Y según los protagonistas van contando su pasado, yo me iba dando cuenta de que yo, para contarlo a mi vez, tiraba mucho de un simbolismo propio de mis primeras películas, como 'Vacas' o 'Los amantes de Círculo Polar'.
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