Fue pintor y su escritura nunca tuvo visos literarios, pero fundó (e incluso terminó) con un estilo. Su escritura era inimitable, por eso la idea de que Farber tuviera discípulos sonaba realmente ridícula, tan ridícula como la de pensar que hay poetas que pueden declararse seguidores profundos de William Blake. Hay figuras que se mantienen aisladas, felices en tal dicha. Muchas veces no recordamos a los mejores críticos de cine, pero Farber fue uno de ellos. No ha sido todavía debidamente traducido al castellano, pero por otra parte ¿podría usted, oh alma de cántaro, entender esa prosa?
Porque incluso los anglosajones sospechan de todo cuanto Farber escribe, todos detectan en su prosa algo intraducible, profundo. Y sin embargo, hubo una traducción y más que aceptable. El libro se llamó Arte Termita contra Elefante Blanco y Anagrama todavía no se ha dignado en volver a editarlo y si tenemos en cuenta que la edición está fechada en 1974 creo que ya están tardando. La traducción fue de José Luis Guarner, a la postre prologuista. ¿Quién sino Guarner para traducir y entender la brillantez de Farber? ¿Quién sino Guarner, el mejor crítico de cine que ha tenido la historia española, el más insobornable, el más incansable, el más añorado?
Manny Farber escribió tantas cosas que uno no debe estancarse en su concepto mágico del Arte Termita, un tipo de película que se enfrenta al Arte Elefante. Otro día discutiremos estos conceptos con soltura y gracejo, ahora solamente quiero rendir un homenaje a la prosa de un maestro todavía indiscutido en sus observaciones. Pongamos que hablaba de 'Taxi Driver' (id, 1976). Escribía en aquella crítica, que firmó junto a Patricia Patterson:
With its nervous-generous hoopla of techniques (including the tic of flicking suddenly to a ceiling shot directly down on a seduction, gun sale, or bloodbath episode), almost every moment of a lumpen figure's hellish career has an assaultive quality, like a gnat banging suicidally against the light fixture.
Voy a tratar de proponer una traducción, rápida e incompleta, ante esta exhibición, nerviosa y a veces impenetrable, de observación.:
Con su nervioso/generoso juego de técnicas (incluyendo el tic de pasar de repente a un plano del techo tras una seducción, una venta de armas o un episodio sangriento), casi cada momento de esta figura del lumpen y su demoníaca carrera tiene una cualidad que asalta, como un mosquito golpeando suicida contra la luz.
Su estilo es inmenso, incluyendo toda esa inventiva que permite ya la lengua inglesa (assaultive, por ejemplo), pero también tiene algo misterioso todavía. Su propuesta gramática carece de un rigor académico o de una belleza o de una voluntad de estilo, digamos, ordenado. Está deliberadamente colocada para ser algo entre el aforismo y la visión enloquecida, la nota observadora, de un pintor. Pero es que su observación es esencialmente cierta. El guionista de la obra maestra de Scorsese, Paul Schrader, uno de los pocos cineastas norteamericanos que fue crítico y trató de escribir una poética sobre el papel, habló sobre la muerte de Farber y del recuerdo de su persona. Tomemos la abertura de esa crítica maravillosa:
Taxi Driver has a lot of negative aspects, but it would be silly to shrug off his high-class visuals and its high class actor, Robert de Niro, whose acting range is always underscored by a personal dignity.
Taxi Driver tiene muchos aspectos negativos, pero sería estúpido negar la importancia de su aspecto visual de alta categoría y de su actor de gran clase, Robert De Niro, cuyo registro actoral está siempre subrayado por una dignidad personal.
¿No os parece la mejor descripción que habéis leído sobre el talento de DeNiro? Lo es, y al mismo tiempo es la mejor manera de presentar una discrepancia seria, importante.
El cine es muchas cosas, y por muchas cosas entiendo que una experiencia social y personal forjadora de memoria y también un arte que incluye diversos mecanismos de producción y distribución, pero también una lectura en marcha. Farber recordó por qué importaba. Es a él a quien hay que agradecer toda esa labor. Habrá que seguir leyendo a Farber, nos guste o no.
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