Casi todo el mundo está de acuerdo en que la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos de Pekín 2008 fue espectacular. Zhang Yimou preparó un espectáculo casi perfecto y, a medida que lo veíamos, quedó muy claro que el director de cine lo había hecho pensando a través de una cámara. Para los espectadores de televisión, fue una de las ceremonias más dinámicas que se hayan podido ver. Era pura narrativa visual.
Pues bien, hoy nos hemos enterado que la inauguración estaba tan pensada para televisión que, de hecho, algunas de las tomas de la ceremonia estaban pregrabadas y fueron mezcladas por el realizador con las imágenes en directo. Además, los responsables de la ceremonia han reconocido que otras imágenes fueron generadas directamente por ordenador.
Es mucho decir que "buena parte de la retransmisión" estaba grabada antes. Seguramente, los planos de los ensayos que se utilizaron en el directo fueron escasos. Los efectos especiales se usaron, sobre todo, para los fuegos artificiales: los 55 segundos de pirotecnia fueron generados por ordenador.
No deja de ser una anécdota y, de hecho, no me parece mal: Zhang Yimou la planteó como un espectáculo televisivo y se trajo del lenguaje cinematográfico algunos de los recursos habituales. Es más, me parece que tiene mucho mérito saber contar con lo que no existe para después, en pleno directo, introducirlo sin que nadie lo notase.
En cualquier caso, es significativo precisamente eso: que casi nadie se haya dado cuenta y que, cuando la organización haya confesado el secreto, la sorpresa haya sido mayúscula. La televisión demuestra una vez más que tiene el don de hacernos creer que está pasando algo que, en realidad, nunca ocurrió.
Es un poder maravilloso, pero también debe ser empleado con cautela: ¿Aceptaríamos algo parecido en unos informativos? Porque a veces se hace y no se nos avisa después. Una cosa es el espectáculo, la ficción (la ceremonia de Pekín estaba planteada como tal) y otra pervertir la realidad, manipularla para que el espectador piense lo que queramos.
Vía | Fórmula TV