La transmisión de la celebración del Real Madrid

Vale, partimos de una base: una celebración de un título futbolístico da, a efectos televisivos, para lo que da. Pero, aun así, creo que se pueden hacer las cosas mucho mejor de como lo hicieron en La Sexta. Se trataba de la última jornada de la primera Liga retransmitida por la joven cadena. La primera Liga de Andrés Montes, su "futbol con fatatas", su "dónde están las llaves Salinas" y demás soniquetes. La ocasión perfecta para un fin de fiesta espectacular. Ocasión malograda.

Había tres partidos en los que se jugaba la liga: el Madrid - Mallorca, el Nástic - Barcelona y el Sevilla - Villareal. De ellos, este último era el que tenía menos interés, en la medida en que una hipotética consecución del título por parte de los sevillistas pasaba por sendos pinchazos de los grandes... y ese fué el partido elegido para retransmitirse. Así que mientras en Madrid y en Tarragona se jugaba la liga, Montes trataba de ponerle emoción a un partido cuasi-intrascendente mientras que con imágenes mirando a los graderíos trataban de "informar" de lo que pasaba en los campos (lo que muy bien han bautizado en El Descodificador como "la radio en colores"). El partido a retransmitir era el del Bernabeu. Y si, por motivo de los acuerdos de distribución entre Canal + y La Sexta, no podían elegir éste, pues el del Barça. Transmitir al Sevilla era, con todos mis respetos, la peor de las opciones.

Pero bueno, acaba la jornada. Y el Madrid, campeón. Y desde el pitido final hasta entrada la madrugada lo que vimos mayoritariamente era a Susana Guasch corriendo de un lado para otro e intentando obtener declaraciones de futbolistas en plena euforia. Alguna intervención de Patxi Alonso (que estaba más en San Mamés que en otro sitio) rodeado de su escaso plantel de comentaristas (¿qué pasó con aquellas mesas llenas de colaboradores de principio de la liga?). Y luego a Juanma López Iturriaga y a Cristina Villanueva insitu, conectando con dos pobres reporteros sumergidos en la multitud. Así durante horas.

Me remito al inicio: una celebración da para lo que da. Pero se puede rellenar. Por ejemplo, con imágenes de la trayectoria de los campeones a lo largo de la temporada. Con reportajes específicos dedicados a algunas estrellas. Con entrevistas prepactadas con personalidades relevantes. Con un repaso a la historia de la entidad y a los títulos antes ganados. Con conexiones más imaginativas (estilo "cómo se vive el triunfo en las peñas madridistas de Barcelona"). Algo que diese un poquito más de brío a una transmisión por otro lado aburrida de por sí.

Y para colmo, la llegada del autobús madridista a La Cibeles fué escamoteada a los espectadores para poner un infumable bloque de publicidad. Dos horas esperando el clímax de la noche para estropearlo así. Para luego dejar durante largos minutos un plano fijo de Raúl subido en una grua acercándose, centímetro a centímetro, a la fuente; el colmo de la falta de ritmo televisivo.

En definitiva, una transmisión totalmente falta de ritmo y de emoción, y con algunos errores de bulto. ¿Fruto de la inexperiencia, quizás? Puede ser. Pero yo se lo achaco más a la falta de recursos. Una televisión sin audiencia es una televisión con ingresos limitados, y por lo tanto con tendencia a ajustar los presupuestos de coste. El despliegue es, por lo tanto, justito. Y si hay que vender el gran momento de la noche a la publicidad, se vende. Si no, las cuentas no salen. Que lo de comprar los derechos de la Liga mola, pero luego hay que pagarlos.

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