'El padrino, parte III', Mary Coppola

'El padrino, parte III', Mary Coppola
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Señor Corleone, los bastardos mienten. Shakespeare escribió poemas sobre eso.

-Joey Zasa

Después de centrarnos primeramente en los aspectos más personales que atañen a Michael en la larga secuencia de la fiesta en conmemoración a sus honores papales, pasemos un poco a temas más de negocios, que tienen que ver con los importantes personajes de Joey Zasa (Mantegna) y Don Altobello (Wallach). El segundo es una especie de ayudante para Michael en lo que concierne a la vida que quiere abandonar, la que le une con la élite mafiosa de Nueva York. El primero es el jefe en funciones de su propio sobrino, el bastardo Vincent Mancini, hijo ilegítimo de Sonny Corleone, de quien ha heredado el mal genio y el encanto natural.

La magnífica secuencia que ambos, junto a Michael, protagonizan, nos recuerda a las mejores de esta saga. Michael se sitúa en medio, como el juez supremo, Zasa a la diestra y Vincent a la siniestra, respaldado por Connie Corleone. Al parecer Zasa no le tiene ningún respeto a Michael, y Vincent se ha enfrentado a él por esa y otras razones. Intentando averiguar la verdad, como un viejo zorro, Michael le observa y le amedrenta (estupendo y sutil plano contrapicado con una luz blanca también muy sutil), y aunque dice lo contrario, sabemos que miente. A pesar de todos los esfuerzos por establecer la paz y por ignorar a Vincent, este acaba mordiendo la oreja de Zasa en el hipócrita abrazo que ambos se dan.

Antiguos colaboradores

Para la realización de esta película, Coppola se rodeó de varios de sus más importantes colaboradores, algunos de los cuales fueron piedras angulares en la consecución de aquellas obras maestras. Es decir, Coppola supo cubrirse bien las espaldas, no solo recurriendo a gran parte del casting (principales, secundarios e incluso figurantes) de las dos partes anteriores, también muchos miembros de su familia (su padre aparece dirigiendo la orquesta de la fiesta, su madre aparece cantando detrás de Altobello, su hija…), sino que echó mano de sus más íntimos amigos artistas.

Son sobre todo dos: Gordon Willis y Dean Tavoularis, que hoy día ya son leyendas de sus respectivos oficios, y que muchas veces eclipsan con su talento el trabajo de los directores a quienes asisten. El operador Willis se planteó una prolongación de su soberbio tratamiento previo de la luz, que aquí reincide en los tonos dorados y en la subexposición, aunque con menor radicalidad que en ‘El Padrino, parte II’. A pesar de rodar en Super35, se tomó la decisión de filmar con un formato ancho de 1.85:1 para aprovechar mejor las copias infladas a 70mm. El objetivo era crear una unidad luminica y estilística y lo lograron.

Por su parte el diseñador de producción Dean Tavoularis (cuya última colaboración con Coppola, después de doce películas juntos, fue ‘Jack’) regresa por un lado a los orígenes neoyorquinos de la saga, renovándolos, y al mismo tiempo revisita con éxito y belleza las localizaciones sicilianas, trabajando muy duro junto con Willis para darle a la trilogía ese aspecto de fluidez visual de la que tanto dependía. En esta primera gran secuencia se observa que a pesar de los 14 años transcurridos, ambos saben muy bien qué es un ‘Ambiente Corleone’ para FFC, y esto se observa en su capacidad de ofrecer cambios para seguir ofreciendo idéntica densidad trágica.

Dos aliados de un valor incuestionable.

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El problema con Sofía

Realmente, la actriz ideal para el importantísimo papel de Mary Corleone en esta película, era la excelente intérprete Winona Ryder, que hubiera clavado el papel con un poco de suerte. Y ella era la elegida, y la contratada, para hacerlo, pero en el último momento se echó atrás (no se conocen las razones para que lo hiciera) dejando a Coppola completamente tirado y desesperado por sustituirla durante un mes. Finalmente optó por una decisión arriesgada, personal e íntima, cuyos resortes emocionales se ramifican mucho más de lo que un observador perezoso pueda observar en esta película.

Esta fue la punta de lanza para los numerosos detractores que atacaron sin piedad (y aún siguen atacando) la película, a parte de otros muchos. Pero la prensa estadonidense fue especialmente sangrante con la debutante Sofía Coppola, que según ellos no se merecía interpretar este papel, y que lo ganó por ser la hija del dire. La polémica no fue pequeña, y es cierto que Sofía no parece capaz de enamorar a todo un galán como Andy García, porque a pesar de tener una belleza mediterránea muy carnal y muy natural, carece de ese lado sexual y turbulento tan necesario a esta unión prohibida.

Sin embargo pienso que Sofía está tremendamente natural como Mary. Es una actriz nata y aunque en algunas secuencias se percibe su inseguridad y su fragilidad, sabe utilizar ambas en su provecho y en provecho de la historia que están intentando contar. Sofía Coppola se lanzó al papel en carne viva, y a sus defectos se le puede oponer una osadía y un coraje admirables. Sentimos compasión por su personaje, y aunque le fallen las tablas bajo sus pies, es fácil ponerse de su parte. FFC se la jugó poniéndola ahí, y dice que no se arrepiente. Hay más de una razón para decir eso, como veremos.

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Al final de la fiesta, toca la foto familiar, y nuevamente es Michael el que pide (como hiciera con Kay tantos años atrás, en la boda de su hermana Connie) que uno más se agregue a la instantánea. Es el asombrado Vincent, que se queda de piedra pero acepta. Tras el flash, suena el tema de los Corleone, y Michael se dispone a bailar con su hija. A ambos parecen unirles nuevos lazos ahora, después de tanto tiempo sin verse, ya que la fundación Vito Andolini está a nombre de ella, lo que traerá algunos conflictos.

Bailan aunque ninguno de los dos actores sabe bailar, y se les une, en una bonita improvisación, la nieta del director, Gia, con lo que acaban bailando a tres bandas. Enzo, el pastelero, con quien Michael compartió aquella noche terrible en el hospital, trae la tarta. Una lámpara de araña se interpone a la vista, en el plano final, dejando ver sólo en una esquina, a padre e hija. ¿Un signo de las futuras complicaciones que de manera tan trágica van a cernirse sobre ambos? Funde a negro.

Estudio F.F. Coppola en Blogdecine

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