Nos hemos convertido en locos de Dios -Doctor Van Helsing
La secuencia con los hombres destruyendo la guarida de Dracula se acerca mucho a cómo la imaginábamos en el libro, por lo menos en atmósfera. Y está contada en paralelo al propio Drácula colándose en el sanatorio de Carfax, convertido en niebla. Primero golpea a Renfield (Tom Waits formidable, no nos cansaremos de decirlo) hasta dejarle casi muerto, y luego se cuela en la cama de Mina, en una secuencia que rezuma sensualidad, sexualidad y romanticismo en cada uno de sus fotogramas.
El efecto de la niebla verde, aunque pueda parecer lo contrario, es un efecto a cámara, como todos los demás efectos, tal como hemos explicado anteriormente. En realidad se consigue de manera muy sencilla, rodando la niebla en un plano a parte y luego uniendo los planos. La imagen de la muchacha anhelante, subyugada por el bestial príncipe de las tinieblas, no sólo remite a los primeros tiempos del cinematógrafo, sino que posee una belleza intrínseca como parábola romántica, como algo meramente visual, y como metáfora sexual.
Una secuencia inolvidable
La escena, inicialmente está iluminada con luces bajas, de modo que a los rostros de los actores (Ryder y Oldman con una química increíble) les deja la mitad de la cara en luz y la otra en sombra, con frecuencia. También hay una mezcla de tonalidades doradas y rojas. En cuanto a la planificación de cámara, Coppola echa el resto. Pocas veces hemos observado un magisterio semejante, y una elegancia mayor, en toda su filmografía. Rodándola de una manera clásica, con dos cámaras (puede que tres, si el lector sabe cómo funciona esto) obtenemos un plano medio de ambos, que les une, y otros como primeros planos (siempre compartidos en escorzo) o hermosos planos detalle de manos, cortes de sangre.
Por alguna razón, poniéndolo en paralelo con el incendio que los hombres provocan en la abadía de Carfax, queda todo perfecto. Es una escena muy sexual, con Mina lamiendo lascivamente la sangre del conde y este retorciéndose literalmente de placer. Ahora bien, todo cambia a partir de la segunda parte de la escena, pues los hombres regresan y se encuentran a Mina y a una criatura impresionante (obra del genio de Greg Cannom), una especie de vampiro gigante de ojos rojos, con el que Oldman se sintió seguro para poder enfrentarse en escena a tantos hombres, pues en un principio no iba a llevarlo.
Coppola decide rodar el enfrentamiento de la siguiente manera: todos los planos de conde y grupo de cazadores son opuestos, a contracampo, y además subjetivos, de modo que cuando les vemos a ellos, es un subjetivo del conde (cada vez más cerrado sobre ellos), y cuando le vemos a él es un subjetivo probable de Van Helsing. Es un momento terrorífico y una de las razones de colocar a esta película como una de las cumbres del fantástico de los últimos años. Con detalles increíbles como los ojos rojos desapareciendo en la oscuridad y el truco fantástico de acercar luz para comprobar que se ha convertido en un centenar de ratas.
Sin duda la mejor escena de la película. Parece mentira que Coppola no la sienta como una película suya, según sus propias palabras, cuando es capaz de filmar momentos tan personales.
Una cacería con aires de Western
La recta final de la película es un perfecto ejemplo de equilibrio asombroso entre clasicismo y modernidad. Planos como los de la estación de tren con las montañas de fondo (que sorprende que se hayan hecho en estudio, pero que están realizados, como el castillo, con una añeja técnica visual) o el de las novias vampiras aniquilando al caballo de Van Helsing y Dracula (una proyección de sombras con fondo también proyectado), le dan esa textura única a esta película.
Todo ello sin descuidar los personajes, pues Mina va convirtiéndose en vampira, con lo que ello conlleva de nuevos poderes (es capaz de seducir a Van Helsing, algo que no había visto yo nunca en ninguna película), y con el propio Van Helsing demostrando su ferocidad decapitando brutalmente a las tres novias cuando llega el día (como dije, es una estupidez considerar sobreactuado a Hopkins, ¿cómo cazar al conde si no es con un tipo tan loco y sanguinario como este?).
Gracias al enorme estudio de sonido donde grabaron, pudieron hacer secuencias enormes como la cabalgata de los cazadores intentando atrapar al conde antes de la puesta de sol. Mina no necesita ya prismáticos para verlo, y de repente invoca conjuros que atraen las nubes. La persecución tiene un aire de Western absoluto. Y está filmada con la vigorosidad y la velocidad que los grandes maestros de ese género supieron aplicarle.
Finalmente, terminan 'in extremis' con el vampiro. Es interesante observar que en los últimos momentos de los dos amantes, Mina lleva el mismo peinado que cuando estaba caracterizada como Elizabetha. El vampiro es perdonado por Dios, y las heridas son cerradas. No sólo la de la cruz, que desaparece, también el conde es rejuvenecido por última vez con una luz celestial. Dracula finalmente consigue la paz, y queda en armonía una vez más con Dios, algo que sin duda deseaba Coppola para él, y que puede que consiguiera con esta película. El tiempo, el viejo tema de Coppola, se repliega sobre sí mismo, y el amor lo cura todo.
Fue George Lucas (que una vez más, dio grandes consejos a Coppola) quien sugirió que Mina le cortase la cabeza a Drácula. El terrible momento deja al espectador con hiel en las venas. Mina aparta la cabeza y observa el fresco del techo, en el que ambos aparecen retratados. Definitivamente, a Coppola los finales se le dan increíblemente bien.
Conclusión
Terminamos así el análisis de la última gran película de Coppola, una versión de un mito que conoció un grandioso éxito en taquillas (mucho más del esperado), y que definitivamente libró a Coppola de la terrible deuda que contrajo en los años 80, tal como hemos ido contando en este extenso estudio. Con su sueldo, se compró el castillo de Inglenook y los terrenos colindantes, y comenzó una aventura empresarial de vinos que le ha hecho, una vez más, millonario.
Sorprende que después de este triunfo, que él asegura que no estuvo muy feliz de rodar, viniera algo como 'Jack', pero de eso ya hablaremos.
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