Vaya programa están haciendo en estos momentos los de Visto y oído. Es el último y han decidido hacer un programa sobre ellos mismos, con fotos de la infancia de los presentadores, mensajes de profesionales amigos, emoción, lágrimas y muchas sorpresas. ¿Cómo debe ser afrontar un último programa? ¿Qué es mejor, seguir como siempre o dar vueltas en torno a la despedida? ¿El homenaje es para ellos o es para los espectadores?
Hablan de sí mismos en loa constante, en términos grandilocuentes, orgullosos de la trayectoria que han llevado. ¿No sería mejor un poco de autocrítica? Quizá habría sido un signo de honestidad el reconocer qué cosas se han hecho mal pero ésta no es una práctica habitual en la televisión. Eso sí, bromean con el número de espectadores como si eso fuera lo de menos, cuando en realidad es el objetivo de cualquier espacio.
Por lo visto, cada sección va a hacer un resumen de lo que han sido estos tres meses de emisión. Si hasta ahora estas secciones no han enganchado a la audiencia, ¿por qué han pensado que un resumen podría interesar a alguien? Lo bueno es que mencionan al equipo, esa gente que nunca sale si todo va bien pero a los que se recurre cuando las cosas van mal. Qué injusto. Eso sí, que les saquen a todos en unas imágenes de una fiesta, desvariando más de lo necesario, me parece mala idea.
En fin, yo no les voy a echar de menos. Visto y oído no ha supuesto un gran paso adelante para la televisión, aunque quizá sí que ha significado un paso atrás para Cuatro.
En ¡Vaya Tele! | Adiós a Visto y oído
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