Anoche Cuatro estrenó ‘Soy adicto’, un reality en el que, si todo va bien, todos sus participantes tendrán el premio de la desintoxicación. Me niego a llamar coach a un programa de estas características porque un problema como una toxicomanía necesita de un tratamiento individualizado y no hay nada en este programa que se pueda aplicar en la vida real para casos diferentes a los que nos muestran. En el terreno de las adicciones, cada persona es un mundo y necesita su propio tratamiento.
Hecha esta matización, lo primero que me llamó la atención en ‘Soy adicto’ es el papel de Quico Taronjí como persona de confianza de los internos en el centro, actuando a veces como un terapeuta más. ¿Esta capacitado para ello? He indagado en su trayectoria profesional y nada parece indicar que antes hubiera hecho nada parecido. Lo segundo que me llamó la atención fue la crudeza de muchas imágenes, como el subidón de un chute de heroína, que aún no sé qué valor tienen de cara a la recuperación del enfermo.
A estas alturas ya cuesta sorprenderse de muchas cosas así que mi nivel de indignación va bajando según van ofreciendo programas como este. Lo cierto es que no esperaba nada mejor que lo que ofrecieron, que no fue más que un conjunto de broncas a modo de presentación intercaladas con las imágenes beatíficas de los primeros días en el centro. ¿Alguien puede sorprenderse de que surjan problemas en un entorno como el planteado? ¿Alguien dudaba de que esos problemas y su supuesta resolución iban a ser la columna vertebral del programa?
Viendo el panorama y conociendo la problemática de las drogadicciones, pensar que en un mes de internamiento estas personas vayan a recuperarse parece un cuento chino, por mucho que respalde el planteamiento una asociación con años de experiencia en el tema. Si acaso, llamar la atención sobre la realización del programa que es en apariencia bastante suave (sin zoom dramático, música de terror e imágenes en blanco y negro), pero que ofrece la desnudez interesada de una realidad ya de por sí muy dura.
En cuanto al contenido no hay conflictos nuevos que no hayamos visto repetidos decenas de ocasiones en otros programas similares, no hay posibilidad de nuevas perspectivas y el fracaso se asume tan rápidamente que ‘Soy adicto’ puede terminar siendo muy aburrido a no ser que alguien realmente crea que un programa de televisión puede solucionar algo así. En mi caso, no me creo nada, y viéndolo todo como un montaje ni siquiera la obscenidad de ciertas situaciones me provocó la más mínima reacción. Será que he visto demasiados programas de estos pero no me da la gana dejarme conmover por un negocio de estas características, no me da la gana.
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