'¿Quién quiere casarse con mi hijo?', siguiendo la estela de los granjeros

'¿Quién quiere casarse con mi hijo?', siguiendo la estela de los granjeros
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Cuando hablamos de telerrealidad, las posibilidades parecen no agotarse. De hecho, Cuatro demostró ayer que siempre se puede ir un paso más allá con ‘¿Quién quiere casarse con mi hijo?’, que arrancó anoche en su versión spanish para cinco conquistadores y sus cinco implacables madres. No es ninguna novedad: el docu- reality parte de ideas similares (como ‘Date my Mom’, originario de la norteamericana MTV) y de una vuelta de tuerca a sus propios productos, como ‘Granjero busca esposa’. De hecho, ambos programas comparten presentadora, Luján Argüelles y un formato casi calcado, salvo las diferencias obvias.

“Apostar por el amor o volver a casa con mamá”: esa es la premisa inicial. Y en esta misión, las madres son juez y parte: son ellas las que animan a sus hijos a encontrar pareja, conscientes de la necesidad de que se descuelguen de sus faldas (algunos a la tierna edad de 45 añazos), pero también las que intentan decidir qué nuera (o yerno) le conviene a su vástago. Como en todo en la vida, los hijos escuchan a las madres, pero luego hacen lo que quieren. Y en ‘¿Quién quiere casarse con mi hijo?’, lo último que parecen buscar los hombres es casarse. Con qué facilidad se habla de matrimonio en estos programas y qué dificil resulta creérselo viendo el desfile de ayer de sucedáneos de tronistas de (inevitable la mención) ‘Mujeres, Hombres y Viceversa’.

Un casting donde nada es casual

En esta primera entrega, madres e hijos intentan conocer a los candidatos (diez por cada participante) para quedarse finalmente con seis. Con sólo cinco minutos para descartar posibles infiltrados buscando el famoseo por la vía rápida, las primeras impresiones son las que cuentan. Las impresiones de las madres, claro. Así, asistimos a todo un catálogo de miradas de sorpresa/incredulidad y, desgraciadamente, también discriminatorias y clasistas. Porque tenían prohibido hablar, así que lo dijeron todo (y más) con los ojos. Por momentos el quid de la cuestión parecía más bien ¿Quién quiere desquiciar a mi madre?, con esas madres espantadas ante perfiles tan poco comunes: actrices de burlesque, strippers, góticas…

Los pretendientes tienen que lidiar con todo un papelón: ligarse a los chicos, con sus santas madres delante, recurriendo, si es necesario, a hablar de lubricantes o posturas sexuales. Y es que todo está ideado para provocar situaciones y reacciones muy bien estudiadas. Si una madre declara no sentirse a gusto con una nuera negra, habrá negra. Si otra “no se fía de los Mohammeds“, por muy españoles que sean (hasta donde yo sé, Ceuta sigue siendo territorio nacional), pues Mohammed al canto. El desfile de personajes-caricatura era tan obvio que uno esperaba que en realidad esto se tratara de un programa de cámara oculta y que algunos fueran actores infiltrados tratando de volver locas a las futuribles suegras.

Una vez seleccionados los seis pretendientes (haciendo más o menos caso a mamá), la acción se traslada al campo de batalla (ya sea bar de copas o restaurante de postín). Allí, todos tendrán que competir por conseguir la atención de su chico en una cita a seis bandas. Las peleas de gatas, los conflictos y las escenas de celos no tardarán en llegar, pues siempre se cuela algún pretendiente (o, lo más triste, algún concursante) que de verdad cree que en todo esto, hay un matrimonio en juego. Por supuesto, no seré yo quien le quite la ilusión.

Y es que, en realidad, ya está todo visto

¿Quién quiere casarse con mi hijo? me recordó a muchos otros programas. Creí ver en David y en Rubén a amagos de Rafa Mora encantados de conocerse. En cuanto al montaje, reconocí algunos guiños de esos impagables que solían regalarnos en ‘Mujeres Ricas’, como la entrada en escena de Toya y ese primer plano con música aterradora de fondo. También era inevitable la referencia a los granjeros. En definitiva: me recordó a ese tipo de trash-tv, que provoca vergüenza ajena a la vez que una fascinación incontrolable. Y los datos lo corroboran: 10,9% de share y 1,911.000 de espectadores no quisieron perderse el estreno de este esperpéntico reality, superando incluso a los que optaron por ‘Crematorio’, convirtiéndose, además, en el mejor dato de Cuatro en un estreno esta temporada.

Queda por ver cómo se desenvuelve el programa en la parrilla de Cuatro frente a sus competidores en estas semanas inciertas, ahora que ‘Águila Roja’ ha dejado huérfanos a sus seguidores, y Telecinco se saca especiales de ‘Gran Hermano’ de debajo de la manga. De momento, para la semana que viene, nos avanzan que las madres visionarán los vídeos de sus hijos en actitudes íntimas. Creepy.

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