Ayer pudimos ver el estreno de la nueva edición de ‘Perdidos en la tribu’, la tercera si pensamos en las familias españolas que se van a a vivir fuera de su entorno, la cuarta si contabilizamos ese ‘Perdidos en la ciudad’ que nos hizo ver con otros ojos los elementos que componen nuestra sociedad industrializada. El programa tuvo un aceptable 8’5%, aunque un poco alejado de las cifras de su primera edición, que rondaba el 13%.
La edición del 2012 nos trae algunas novedades. La primera de ellas es su nueva presentadora. Raquel Sánchez Silva está viviendo un nuevo renacer en Mediaset. Y después de su buen hacer en ‘Supervivientes‘ y ‘Acorralados’, ha pasado al grupo de presentadores que llevan dos programas a la vez (hablamos de ‘El Cubo’). Personalmente, Sánchez Silva me encaja más con el perfil de ‘Perdidos en la tribu‘, y aunque sus aparaciones no pasan de ser esporádicas, incluyendo promos de ésas de envía un SMS al XXX para ganar un XXX, me parece que tiene más presencia que la correcta pero un tanto tibia Nuria Roca.
No puedo dejar de mencionar, de nuevo al hablar de un reality de Cuatro, el excelente montaje y el ritmo tan acertado que saben imprimir a las piezas. Efectista, con una sucesión de imágenes que engancha, con totales en los que los protagonistas se retratan como sólo los individuos que divagan sobre sí mismos pueden hacer… Las presentaciones de las familias tienen el perverso efecto de generar en el espectador las ganas de que a fulanito y a menganita les vaya pero que muy mal.
Casting, ficción y buena música
Otro de los elementos más importantes, fundamental para la buena marcha del programa y en el que Cuatro no suele fallar, es el casting de las familias. Este año no respetan el clásico papá-mamá-hijos, sino que se da una vuelta a lo ya visto y se incluyen novias de papá o parejas recién llegadas a la familia. El hecho de que el programa esté totalmente grabado ayuda a que el montaje de los vídeos y la estructura del espacio sea más rico. Se pueden enfrentar las declaraciones a cámara, relajadas y confiadas, con lo que después sucedió durante la estancia en la tribu, cuando la falta de comodidades pasa factura al más pintado. Todo esto nos lleva a conflictos a dos niveles: los de las familias entre sus miembros (algunos ya llegan cargaditos) y los del choque cultural y social.
Este año no hay menores, se encargó de explicarnos la presentadora, por, nos repitió una vez más, la dureza extrema a la que se someterán los concursantes que deberán, ése es el objetivo del programa, integrarse en la tribu y ser aceptados como miembros de la misma. Las pruebas médicas a las que sometieron a las familias nos trajeron las primeras lágrimas, fundamentales en estos formatos, pues una de las integrantes tuvo que quedarse en España debido a un problema de salud. La presentadora también mencionó que las tribus con las que convivirán este año son las descartadas de las pasadas ediciones, frase que sólo sirve para que las expectativas de los espectadores suban como la espuma.
¿Hasta qué punto está ficcionado todo lo que sucede en el programa? Es algo que no puedo dejar de plantearme mientras miro la pantalla. ¿Mucho, muchísimo o todo? Ya sabemos que estos formatos tienen detrás un buen trabajo de redacción, que permite exprimir las situaciones al máximo y traernos la esencia de la puesta al límite, pero con ‘Perdidos en la tribu’, la sombra de la duda tiene un punto de decepción un poquito más amargo. Esa secuencia inicial en la que dos mujeres de la tribu preparan la comida mientras comentan que pronto llegarán las visitas es divertida, claro, pero, pero…
Y, por último, la selección de piezas musicales que acompañan a los vídeos. Tanto en ‘Granjero busca esposa‘ como en ‘¿Quien quiere casarse con mi hijo?’ se hizo un trabajo de arqueología musical que hacía que en más de un momento uno perdiera el hilo de lo que sucedía en la historia para prestar toda la atención a la melodía que acompañaba a las imágenes. En este caso, de nuevo, promete, y a mí, hasta me gustaría que sacaran un disco que recopilara las canciones, si se permite la propuesta.
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