La popularidad de Quentin Tarantino distaba mucho de la actual cuando se puso manos a la obra con 'Malditos bastardos'. Y es que 'Death Proof', su anterior trabajo, fue el primer fracaso económico de su carrera, por lo que necesitaba dar un golpe encima de la mesa para reafirmar su posición en Hollywood y para ello recuperó un guion que había escrito en 1998 sin saber muy bien qué final darle y sobre el que había vuelto en varias ocasiones sin terminar de decidirse que esta noche recupera Cuatro a partir de las 22:50.
Por encima de todo, 'Malditos bastardos' es una película excesiva, desde la abundancia de diálogos característicos de Tarantino hasta el tratamiento de la violencia, llegando a dar la sensación de ser la unión de ideas que entusiasmaban a su responsable, dando así pie a varias escenas inolvidables, pero también a un conjunto un poco irregular por no saber cómo terminar de hilar bien todo lo que propone.
Puro Tarantino
El propio Tarantino señaló hace unos que creía que lo mejor que había escrito hasta entonces era el inicio de 'Malditos bastardos'. Cuesta ponerle pegas, ya que es una secuencia memorable que sirve para presentar al juguetón nazi interpretado por Christoph Waltz, sentar las bases de esa rivalidad que su personaje mantendrá después con Shosanna (Mélanie Laurent) y de paso divertirse viendo cómo el cineasta va alimentando la tensión hasta que todo alcanza su punto álgido.
Se podría decir que eso es puro Tarantino y no nos equivocaríamos, pero lo esencial es que esos 20 minutos funcionad de maravilla tanto de forma aislada como para lo que vendrá después. A partir de ahí, 'Malditos bastardos' plantea dos caminos enfrentados, prestando más atención a ese grupo de soldados liderados por un carismático Brad Pitt que permiten a Tarantino pasárselo en grande, tanto escribiendo sus diálogos como las violentas situaciones a las que tienen que hacer frente.
Por otro, vemos cómo Shosanna ha conseguido salir adelante y la influencia que ejerce en su vida encontrarse con un fantasma del pasado. En ambos casos, el magnífico villano de la función viene a ejercer como principal punto de unión de una película dividida en episodios que donde menos inspirada está es a la hora de vincularlas, produciéndose normalmente un bajón de interés cada vez que se produce uno de esos cambios.
Es cierto que luego siempre remonta y nos deja varias escenas para el recuerdo -una de mis favoritas, y me consta que la de muchos, es la de la taberna-, incluyendo ese desenlace en el que Tarantino decide que el rigor histórico es intrascendente y reescribe a su manera la II Guerra Mundial de una forma similar a lo que haría después con el asesinato de Sharon Tate en 'Érase una vez en Hollywood'.
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Dirigida con una precisión indiscutible por parte de Tarantino, sorprende que sea el guion el apartado de 'Malditos bastardos' que presente mayores problemas. No creo que sea algo grave, pero da un poco la sensación de que se cansó de intentar conseguir que todas las piezas encajasen, y no me sorprendería que no quisiera esperar más al ver lo maravilloso que iba a ser Waltz como Hans Landa.
La película se convirtió en la más taquillera firmada por Quentin Tarantino hasta la fecha con unos ingresos mundiales de 321 millones de dólares, pero a día de hoy tiene que conformarse con la medalla de bronce en su filmografía, ya que fue superada por los 425 millones conseguidos por 'Django desencadenado' y los 374 millones recaudados por 'Érase una vez en Hollywood'.
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