Animada por el buen dato de audiencia de la semana pasada de 'Hermano mayor', dato que esta semana no se ha repetido, ayer me dispuse a ver el programa para comprobar si había cambiado desde la temporada pasada en la que le dí varias oportunidades y salí huyendo despavorida.
No han cambiado demasiado las cosas en el programa. La estructura sigue siendo la misma: sota, caballo y rey. Adolescente problemático; terapia con deporte, trabajo y enfrentamiento con los padres; y final mostrándole al adolescente las imágenes de su comportamiento con redención incluida. Menos esta semana, que el programa tuvo un falso final de escándalo.
Según fue avanzando ayer 'Hermano mayor' me fui dando cuenta de que el adolescente en cuestión iba a dar demasiados problemas y no se iba a dejar manejar a las primeras de cambio, como así fue. Lo que me sorprende es que terminasen el programa con cierto mensaje de esperanza pero sin culminar la supuesta rehabilitación que promete el espacio.
¿Era tan interesante el caso como para emitirlo aún sin terminar? Supongo que sí porque el volumen de los gritos era atronador, a pesar de que la terapia se mostrase más ineficaz que otras veces. Lo triste es que demostrasen con tanta tranquilidad algo que ya sabemos: que el fondo importa poco si las formas son lo suficientemente morbosas. Una lástima.
En ¡Vaya Tele! | 'Hermano mayor' y el miedo en el cuerpo