La cuarta edición de ‘Granjero busca esposa’ llegó anoche a su fin con una gala acaramelada, un desenlace de los de perdices y felicidad eterna. El docureality de Cuatro puso todos los medios a su alcance con un pseudo-escenario de boda y una Luján Argüelles espléndida (como siempre), haciendo las veces de madrina de bodas para, quizás, dar un empujoncito final a los granjeros y conseguir su happy ending y, con él, la justificación de su propia existencia como programa.
No siempre lo consiguen. Como buen reality, los concursantes van con la lección bien aprendida en cuanto a qué hacer y cómo comportarse para conseguir notoriedad. Algunas optaron por la extravagancia. Otras ni siquiera demostraron tablas suficientes para interpretar su papel y sus verdaderas intenciones acabaron por ser evidentes. En cualquier caso, todos los años vemos cómo alguien se enamora de verdad, hasta las trancas. Porque algunas cosas son muy difíciles de fingir, de la misma forma que acabamos reconociendo a esos personajes que sólo buscan los 15 minutos de fama que nos pertenecen, según Warhol. Y por ahí es por donde el formato hace aguas. Aunque se vendan a sí mismos como agencia matrimonial, lo cierto es que los casting piden a gritos un buen filtro, si quieren conseguir un programa verosímil.
La edición de este año de ‘Granjero busca esposa’ se ha desmarcado de las anteriores con algunas novedades. Para empezar, se ha intentado granhermanizar añadiendo a una cibernovia que aparece en las últimas semanas para desequilibrar la convivencia ya asentada entre el granjero y sus dos pretendientas. Supuestamente, estas candidatas se habían sometido a un test de compatibilidad previo y habían resultado ser las que más se asemejaban a sus granjeros. Pero viendo el resultado, ya que todas han sido ninguneadas y algunas incluso expulsadas por ellos, da que pensar si los test de compatibiliad no los harán los mismos responsables de las pruebas de polígrafo de ‘Sálvame Deluxe’.
El concepto de granja ha sido lo más innovador de esta entrega. Desde una roulotte hasta el clásico piso, con su comunidad de vecinos y su administrador: aceptamos casa de uralita como granja, siempre que haya alguna vaca pululando por allí. Y lo cierto es que ha sido el año en el que menos hemos visto trabajar a las chicas, mientras que en ediciones anteriores, el ambiente campestre y los parajes bucólicos (recordemos a Pedro y Amara, la pareja de Zamora cabalgando en burro por los anchos campos de Castilla), las pocilgas y el estiércol tenían muchísimo más protagonismo.
Unos inicios subidos de tono
Ya la gala inicial se vendió como la “más tórrida” de todas las ediciones. Lo cierto es que no controlaron el tono, y se pasaron de tórridos. La mayoría de comentarios de críticos y analistas de televisión en los días posteriores a su estreno iban por esta línea. Tal vez sólo fuera un cebo, porque los programas siguientes se han ido desarrollando como siempre: con las típicas tramas de celos, peleas de gatas, modelitos fuera de lugar, escenas de despecho, algunos momentos románticos y, en ocasiones, mucho teatro. En definitiva, todos esos elementos que lo convierten en un reality divertido, aunque no en la mejor opción de los miércoles, donde ha tenido que vérselas con ‘Tu cara me suena’ y ‘Tierra de Lobos’, ambos con excelentes datos de audiencia.
Pero si algo ha sido constante todos estos años de ‘Granjero busca esposa’ ha sido la excelente labor de Luján Argüelles como conductora del programa. Se maneja bien con las emociones, incluso en las situaciones más peliagudas y se implica, siendo cercana y creíble. Creo que es, junto a Raquel Sánchez-Silva, una de las mejores presentadoras del panorama televisivo nacional. No sólo son las sonrisas más sinceras de la tele: es que sonríen a la vez que lidian con unos formatos nada fáciles.
Anoche yo casi me lo creí todo. Me faltó poco para rendirme ante ese final con todos bailando a cámara a la vez que se sobreimpresionaban sus finales felices. Sin embargo, había truco: la información no estaba actualizada. Mientras ayer nos vendían que Luis, el criador de caballos y Arantxa, esa mujer, en palabras del granjero “salida de un cuadro de Julio Romero de Torres” eran novios, hoy he descubierto en Qué.es que por lo visto aquello no cuajó y ahora se dedica a ligar por Facebook. Gracias al programa, eso sí.
En ¡Vaya Tele! | Granjero busca esposa
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