El primero de los debates entre los candidatos a la Presidencia del Gobierno de PP y PSOE congregó a casi el 60% de todos los espectadores que ayer por la noche se encontraban viendo la televisión. Esto supone un total de 13 millones de espectadores, sumando la audiencia de todas las cadenas que lo retransmitieron. Ésta se repartió de forma casi proporcional a la audiencia habitual de las diferentes cadenas: el público se decantó mayoritariamente por La 1 (36,4% y más de ocho millones), un 10,7% lo siguió en Cuatro y un 6%, en La Sexta. Todas ellas consiguieron registros por encima de su media y de los que obtienen habitualmente la noche de los lunes.
El efecto del debate también se dejó sentir en las cadenas que no lo retransmitieron. Telecinco perdió el liderazgo de la noche de los lunes por primera vez en mucho, mucho tiempo. No creo que jamás ningún capítulo de CSI obtuviera datos tan bajos como los de ayer, y eso que eran los últimos de la temporada. Ninguno de los dos superó el 18% de share ni los cuatro millones de espectadores. Igual de mal le fue a Antena 3: Física o Química se quedó con un pobre 11,9% de cuota de pantalla. Perdido el efecto de la novedad, no parece probable que el debate del próximo lunes consiga superar estas cifras, aunque también es posible que el evento de ayer incremente las expectativas por el siguiente. Si a eso le unimos la mayor cercanía del día de las elecciones, quizá nos encontramos con un nuevo récord. En cualquier caso, ayer pudimos ver el, con bastante seguridad, espacio televisivo más visto del año. La Eurocopa, la Champions y la Fórmula 1 lo van a tener muy difícil para superarlo.
En lo que respecta al formato del debate, los tiempos planificados de antemano se cumplieron a rajatabla. Finalmente hubo algunas diferencias con el debate del pasado jueves: no hubo cronómetro visible para los espectadores ni pantallas partidas. Manuel Campo Vidal, como comentaba Manuls, estuvo muy en su sitio y demostró su experiencia al dar a los candidatos el margen suficiente para que pudieran entrar en diálogo entre ellos, algo que, por suerte, sucedió con más frecuencia que en el debate sobre economía.
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