Cuando tienes una serie aparcada en tu cartera dos años pero te dedicas a anunciarla a base de promociones con un "Muy pronto" todo el tiempo, es normal que todos los ojos estén puestos en el estreno. Este es el caso de 'Dreamland', la eterna ficción de Mediaset que se estrenó ayer viernes bajo un halo de expectación tan grande que vislumbraba tanto que poca gente sabía lo que nos íbamos a encontrar.
'Dreamland' es una serie musical que parte de una idea bastante novedosa y, a priori, interesante: la creación de parte de la ficción por parte de los protagonistas los cuales convivieron un año entre ellos creando las coreografías y las canciones que después aparecerían en la ficción. Como ya digo la idea es, en principio, interesante pero aunque la ejecución de la parte musical es notable, la parte de la ficción y actuación hace aguas por todas partes. Y quizás esta expresión se queda corta.
Una historia repetida con guiones e interpretaciones inexistentes
La serie cuenta la historia de un grupo de artistas centrados en el baile y la música que son seleccionados para formar parte de una escuela elitista en la que sólo entran los mejores. Esta premisa tremendamente familiar y repetida tanto en cine como en televisión puede ser perdonable y, si me apuras, aceptable ya que este tipo de temática (la del baile) lleva unos pocos años sin aparecer en nuestra parrilla, por lo que una nueva óptica podría haber sido interesante. Y hablo en condicional porque esta nueva visión, esta historia o este guión simplemente no existen.
No suelo ser de las persona más exigente en temas de actuación y guión en las series pero lo de 'Dreamland' es de traca. No hay guión por ningún lado. Este primer episodio ha sido una sucesión de coreografías (perfectamente ejecutadas eso sí) con escenas guionizadas de por medio que no tuvieron ningún tipo de sentido. La continuidad no existió en ningún momento, así como la presentación de personajes o el mundo de la serie, el cual nos lo tuvimos que imaginar a medida que iban apareciendo torsos desnudos cantando y bailando.
El casting merece también una mención. Pese a que los protagonistas son grandes bailarines y buenos cantantes no son actores. Verlos intentar actuar fue un auténtico suplicio ya que la dicción, la intensidad y la tonalidad brillaron por su ausencia. Esto, unido a que el guión no eran más que frases sueltas sin sentido, hicieron que cada escena fuera una visión atroz que querías que se acabase a los segundos de haber empezado. Aunque los números musicales estaban incluídos en la historia con pegamento, lo cierto es que fueron un respiro necesario entre tanta mediocridad interpretativa.
¿Para esto han empleado más de un año?
Después de ver esta aberración que no se merece ni el nombre de serie, cabe preguntarse si realmente han necesitado más de un año para hacer algo así. 'Dreamland' no es una serie, ni siquiera es un espectáculo musical, es un batiburrillo de escenas y números musicales. Si tuviera algo de sentido podríamos haber criticado el product placement de la marca patrocinadora, o el curioso color rojo que tienen la mayoría de los vestuarios de los protagonistas, pero lo cierto es que estos detalles ajenos a la serie fueron lo único que me hizo seguir atento a la serie.
Muchos nos preguntábamos por qué Mediaset había decidido programar una ficción orientada al público joven un viernes por la noche. Ahora lo sabemos. La serie es tremendamente mala y Mediaset no tiene confianza en ella. Después de ver su primer episodio comprendo a la perfección esta falta de confianza. Si 'Dreamland' no tuviera este patrocinio estoy seguro que habría estado cancelada antes de haberse emitido. Y bien que estaría, porque esta ficción no merece ser vista ni en pintura.
En ¡Vaya Tele! | 'Dreamland', la orgía de cuerpos y baile más explícita jamás contada
Ver 28 comentarios