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Desafío Extremo, Zapatero no resuelve dudas

Volvió por fin Desafío Extremo, el programa de Cuatro que supuestamente es la nueva cita ineludible para quienes amen los deportes de aventuras. Personalmente, siempre daré la bienvenida a este tipo de televisión. Creo que, contando con los medios adecuados, puede dar mucho juego visual. Además, en un panorama en el que las cadenas apuestan por otro tipo de entretenimiento, no tiene nada de malo que una privada se arriesgue a dar, en prime time, una visión diferente de lo que es hacer televisión.

Dicho esto, queda claro que el de ayer no era aún el mejor programa para juzgar la nueva temporada de Desafío Extremo. La presencia del presidente Zapatero mediatizaba cualquier estructura básica del documental. Con semejante vip ascendiendo por las montañas, el principal peligro era convertir al invitado en el protagonista del programa. Es algo que ocurrió y que, supongo, va a ser sólo cosa del primer día. Seguramente, los próximos Desafíos Extremos serán más fieles a la idea original y el de ayer fue sólo el gancho para conseguir un estreno que hiciese ruido mediático.

Dicho esto, la mayor sorpresa sigue siendo la del propio Jesús Calleja. El aventurero se se comporta como todo un showman, lo cual le viene bien a su misión. Este programa no es precisamente Al filo de lo imposible, ni pretende llegar a esos extremos: es otro donde la divulgación está más supeditada a un espectáculo más de andar por casa. Vamos, que es menos documental y más entretenimiento puro y duro. De momento, la cercanía de Jesús en la narración es un puente tendido para que el espectador se acomode y disfrute.

No obstante, hay detalles donde aún falta rodaje. Por ejemplo, los momentos de Calleja mirando a su propia cámara acaban siendo un poco monótonos, porque Jesús piensa demasiado lo que dice y eso crea incómodos espacios en blanco. A veces están alargados en exceso cuando en la edición podrían recortarse. Además, aún falta por sacar mucho más jugo al resto de personas que se encuentre en sus aventuras, a los "secundarios" del programa, si me permitís llamarlos así.

Durante gran parte del primer programa, todos los encuentros con gente de la montaña leonesa se cerraron así: "Mira, el fulanito, que trabaja por aquí. ¡Qué gran tipo!". o bien: "estamos tan a gustito". Faltó profundidad y eso que es uno de los aspectos donde el programa puede funcionar: los mejores momentos de la pasada temporada fueron precisamente esos.

En sí, este primer Desafío Extremo estuvo entretenido, pero el mayor problema fue que faltó realmente esa sensación de peligro que necesita todo programa de aventuras, y más cuando lleva ese título. Supongo que es un detalle que la presencia de Zapatero hacía difícil llevar a cabo, pero su ausencia restó interés y emoción al conjunto. Queda, por tanto, aún mucho por juzgar de este regreso a Cuatro: a ver si en su siguiente entrega ya nos resuelve todas las dudas.

En ¡Vaya Tele! | Los desafíos extremos de Jesús Calleja

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