En plena efervescencia de los concursos de cocina, después del éxito de 'Top Chef' en Antena 3 y de la edición infantil de 'Masterchef' que TVE ha estrenado con buen pie estas Navidades, era hora de que Mediaset pusiera sobre la mesa su propio talent culinario. Quedarse fuera en esta guerra, ellos que son los reyes del reality, no entraba en sus planes.
Así que Mediaset cogió los ingredientes de sobra conocidos y poco tardó en sacarse de la manga un nuevo formato, producido por Magnolia TV ('Supervivientes', 'Mujeres y hombres y viceversa') llamado 'Deja sitio para el postre', que cuenta con buenas bazas como es la participación del reconocido chef Paco Torreblanca y la "reaparición" en televisión de la presentadora Raquel Sánchez-Silva.
Para que tuviera su propio sello, el nuevo programa de Cuatro ha apostado por el tema de la repostería, algo que considero bastante inteligente, pues le sirve para diferenciarse con un elemento visualmente muy potente y con mucho tirón entre los que disfrutamos de las excelencias de los fogones. Otro aliciente es el hecho de que se formen tres equipos diferentes, estando cada uno capitaneado por un "mentor" que nos recuerda muy mucho a los "coaches" de 'La Voz'.
Expulsados a gogó
Pero, por el momento, 'Deja sitio para el postre' no ha "cuajado" precisamente, y ayer las audiencias no excedieron del 6%. Y eso que desde Cuatro se han preocupado de mostrarnos incluso las entretelas de los castings, para que fuéramos pillándole el punto. En ellos, pudimos ver una parroquia de aspirantes bastante variopinta, con algunos puntos que rozaban un poquito el universo tróspido y con unos jueces de los que saben dar la nota por sus comentarios negativos. Es posible que el programa vaya cogiendo un poquito de fuerza con el paso de las semanas, aunque no le vaya a beneficiar precisamente el enfrentarse a 'Bienvenidos al Lolita' de Antena 3. ¿O tal vez está el público un tanto saturado de tanta receta televisada?
Como sea, el programa que vimos ayer resultó entretenido y vistoso, aunque para mí, tuvo un problema. Comenzamos con nada menos que 37 candidatos para quedarnos con 18, por lo que gran parte del tiempo se dedicó a expulsar y expulsar y volver a expulsar. Es un técnica muy útil para un primer programa, pues da emoción y dinamismo pero, si no conoces a los concursantes, y no has generado ninguna empatía hacia ellos, verlos desfilar hacia sus hogares no te remueve por dentro y eso es sí que parece no entrar en los planes de un reality. Veremos cómo sigue "cocinándose" la cosa.
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