La segunda temporada de '¿Quién quiere casarse con mi hijo?' ha demostrado que el éxito que alcanzara el programa de Luján Argüelles el curso pasado no se trataba de algo puntual. Las nuevas ediciones del reality han llegado a Cuatro alcanzando la barrera de los dos millones de espectadores, unas cifras superiores que las obtenidas durante su primera temporada y que le otorgan a Cuatro una de las mayores alegrías que la cadena se lleva semanalmente.
El éxito de '¿Quién quiere casarse con mi hijo?' se prolonga a las redes sociales, un lugar donde encaja a la perfección y donde recibe semanalmente cientos de comentarios, críticas y burlas realizadas por unos usuarios que no pueden evitar desahogarse ante lo que observan en la pequeña pantalla. Pero, ¿dónde reside exactamente el éxito de '¿Quién quiere casarse con mi hijo?'. Aquí van cinco razones que, relacionadas entre sí, ayudan a explicar este fenómeno.
Un buen casting
Ocurrió en la primera edición y parecía imposible que pudiera volver a repetirse. Pero hay que anotar que algunos miembros de la segunda temporada de '¿Quién quiere casarse con mi hijo?' logran superar el casting de la edición anterior, que ya de por sí era una mezcla explosiva. Partiendo de una poco innovadora premisa, un grupo de jóvenes acompañados por sus madres buscando a su media naranja, '¿Quién quiere casarse con mi hijo?' nos muestra a un conjunto de personas que en su mayoría no brilla precisamente por sus intereses culturales.
Chicos con un sentido sexual demasiado desarrollado, expuesto a una jauría dispuesta a conquistar su corazón, mientras sus madres intentan poner el grado de razón en las relaciones que se van creando. A partir de aquí logramos encontrar perfiles de todo tipo, situados en el programa con el objetivo de no pasar desapercibidos y que dejen frases, anécdotas o reflexiones que llamen la atención del espectador, ya sea para crear en él su desprecio o su carcajada, pero nunca para dejarlo indiferente.
Twitter y el "fenómeno tróspido"
No se entiende '¿Quién quiere casarse con mi hijo'? sin el efecto que el programa de Cuatro ha tenido en Twitter. No es el único espacio de este tipo que logra revolucionar las redes sociales con cada una de sus emisiones, pero sí es uno de los más característicos. Se encuentra dentro de esos programas, últimamente muy habituales en televisión, dirigidos a hacer sentir al espectador como un ser superior a las personas que aparecen en la pantalla y le da la oportunidad de burlarse de todas esas escenas que observa atónito en casa, a través de unos comentarios que encuentran en Twitter un buen cómplice.
La mayoría de los comentarios que se observan en esta red social cada semana están orientados en esta dirección y también de ahí parte el "fenómeno tróspido", seña de identidad del programa nacido de uno de sus usuarios. El adjetivo tróspido fue añadido a '¿Quién quiere casarse con mi hijo?' por el twittero El hematocrítico durante su primera edición, un adjetivo que corrió como la espuma por la red social y que consiguió permanecer ligado al espacio semana tras semana, hasta el punto que si el programa pasara a llamarse 'Hijos tróspidos' en vez de '¿Quién quiere casarse con mi hijo'? muy pocos notarían la diferencia.
El cambio de actitud
Teniendo presente la razón citada anteriormente hay que recordar que '¿Quién quiere casarse con mi hijo?' no se presentó ni se vendió como se hace en la actualidad. Llegó a Cuatro como un date show que seguía la estela de otros programas como 'Granjero busca esposa', también conducido por Luján, y que partía con la premisa de seguir explotando la fórmula de la búsqueda del amor a través de una selección previa hecha por el equipo del programa.
Pero, ante los buenos datos de audiencia y los comentarios surgidos en Twitter, desde la dirección del programa se decidió adoptar el término tróspido, siguiendo el juego a los espectadores más ácidos y entrando en el terreno de la autocrítica. A partir de aquí, '¿Quién quiere casarse con mi hijo?' sirvió su programa en bandeja a quienes lo criticaron desde el primer minuto, haciendo que esos espectadores crearan un vínculo con el formato que, pese a burlarse de él, les mantuviera pegados a la pantalla cada semana.
El trabajo de postproducción
La postproducción de '¿Quién quiere casarse con mi hijo?' ha sido alabada por todos aquellos que han hablado del programa con anterioridad. Y es que una buena parte del éxito del formato radica en su edición, en sus efectos y en la música que se le añade, que permiten ambientarlo de una atmósfera particular dirigida una vez más a conseguir el disfrute del espectador.
El resultado que se obtiene pone en evidencia la importancia de este tipo de trabajo y lo que se puede conseguir cuando el énfasis se centra en crear un ambiente que encaje con lo rodado y con los perfiles de los participantes. Un montaje de planos adecuado para destacar la veracidad de un comentario hecho a cámara, el efecto de sonido que permite exagerar una escena o la música perfecta para descbrir lo que sucede en un momento en concreto, gracias a unas canciones que forman parte de una completa banda sonora.
La presencia de Luján Argüelles
Luján Argüelles ya ha demostrado con anterioridad su cercanía y desparpajo en otros programas en los que hemos tenido el placer de verla. Por eso, no sorprende que su presencia en '¿Quién quiere casarse con mi hijo?' sea otro de los aciertos con los que cuenta el programa, en el que, sin llegar a saturar, consigue aportar un guiño cómplice, ya sea dando paso a un vídeo, interactuando con los protagonistas o poniendo voz a lo que ocurre en cada momento.
La presentadora aparece como la conductora ideal del espacio, que seguro que perdería algo de fuerza si tuviera otro rostro de referencia. Además, en las pocas ocasiones en las que puede improvisar se muestra como pez en el agua, dando buenos ejemplos de que se encuentra en un medio que domina a la perfección y siendo la celestina perfecta que el espectador pudiera soñar para un programa como '¿Quién quiere casarse con mi hijo?'.
En ¡Vaya tele! | Vuelve la diversión con la exitosa segunda temporada de '¿Quién quiere casarse con mi hijo?'
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