Anoche Cuatro emitió el primero de los Confidenciales Iker Jiménez dedicado a la catástrofe de Chernóbil. A destacar el plató y la puesta en escena, que me parecieron uno de los grandes aciertos del espacio: además de para ambientar, el plató sirvió para ilustrar ciertos aspectos del reportaje y para aumentar la intensidad dramática. En el lado menos interesante, para mí al menos, queda toda la retórica acerca de las profecías del Apocalipsis que, desde mi punto de vista, aportaron poco a una realidad ya de por sí espeluznante.
Para alguien que no hubiese visto nunca antes un documental sobre Chernóbil La noche del fin de mundo es una buena forma de entrar en contacto con una de las convulsiones más grandes de nuestra historia reciente. Los testimonios, las imágenes, los datos aportados y la diversidad de las fuentes resumieron de una forma acertada toda la literatura generada por el desastre. El ritmo, la intensidad y la postproducción estuvieron muy bien tratados y se notó que el equipo de Iker Jiménez tiene oficio a la hora de generar productos de este tipo.
Respecto a las recreaciones que pudimos ver en el programa tengo una duda razonable. He leído y leído páginas de información, desde las oficiales hasta las informativas, grabé el programa y escruté los créditos en busca de los datos. Todo parece apuntar a que las recreaciones están hechas por el equipo del programa pero a mí me pareció ver imágenes del fantástico documental Chernóbil: Sol y muerte que emitió Odisea hace algo más de un año. Si rotularon las imágenes inéditas indicando el origen, creo que tendrían que haber hecho lo mismo con el resto de imágenes en el caso de que no fueran suyas. Es una cuestión de transparencia y de ética.
Para terminar, no tengo especial simpatía por Iker Jiménez y no me convencen sus miradas a cámara y sus silencios dramáticos pero esto es algo personal. Prefiero los productos en los que el periodista, comunicador o como quiera llamarse tenga menos protagonismo. De este protagonismo se deriva la necesidad de las conclusiones del reportaje que a mí me parecieron prescindibles. Me refiero a ese discurso en el que Jiménez reconoció que no habían ido a Chernóbil por miedo y dio las gracias a los que se habían negado a participar en el programa porque eso reforzaba la teoría del silencio que el equipo acababa de romper. Esa necesidad de situarse como héroes siempre me ha parecido algo prepotente.
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