No creo que todas las secuelas sean innecesarias, pero sí es cierto que hay muchos casos en los que la primera entrega no dejaba con ganas de continuar la historia de sus protagonistas. Cuando sucede eso, lo más habitual es que su regreso acabe dejando mal sabor de boca en mayor o menor medida. Esto suele notarse más en las comedias, ya que tienden a unirse la pérdida de frescura con la repetición de las mismas bromas.
Sin embargo, resultaba difícil no dejarse seducir por la campaña promocional de ‘Zoolander No. 2’, ya que sus responsables han sabido qué teclas había que tocar para dejarnos al menos con curiosidad por el resultado final. Por desgracia, la secuela de ‘Zoolander’ no es ya solamente muy inferior a la primera entrega, sino que además es un ridículo desastre y sólo algún pequeño chispazo impide que sea una completa pérdida de tiempo.
Estupidez sin apenas gracia
Uno de los problemas que ‘Zoolander No. 2’ comparte con otras secuelas es su incapacidad de encontrar un enfoque realmente diferente que justifique su regreso, por lo que comete su primer gran error apostando por el más –de lo mismo- es mejor. Como consecuencia de ello, no tarda en destruir las posibilidades de su simpática premisa incluyendo escenas de acción más “grandes” y confiando más de la cuenta en la fuerza de los cameos.
Es cierto que ya la primera entrega mostraba una clara predilección por esto último, pero allí se lograba un afortunado cruce entre lo que añadían representando una época concreta, su propia aportación a la historia y lo efectivos que resultaban en su práctica totalidad. Todo ello se pierde aquí, y lo peor es que se abusa tanto de aquellos que mejor funcionan en primera instancia que también acaban resultando un tanto cansinos.
Además, ‘Zoolander No. 2’ es una secuela muy perezosa que renuncia a cualquier tipo de sorpresa ya desde su propia campaña de promoción. ¿De verdad era necesario desvelar el regreso de Will Ferrell cuando así matas por completa todo el suspense que pueda haber? Eso unido a la escasa inspiración de los gags, la errónea saturación de cameos y unas escenas de acción fallidas desde su concepción hacen que el barco tarde muy poco en hundirse.
De hecho, esas escenas de acción son resultado de otro de los grandes errores de la función, ya que deja demasiado de lado el mundo de la moda en beneficio de una trama de espionaje que no tengo del todo claro si merece calificada como una parodia o un simple espantajo. Por ahí se termina de perder el poco interés que podría quedar al dar como resultado un extraño mejunje de ideas y tramas que no podría ser menos estimulante.
Por si fuera poco, carece de auténtico ritmo y no tarda en volverse agotadora –será mejor que no entremos por ejemplo en lo poco que aporta toda la trama del hijo del protagonista- tras un curioso inicio. Además, sus intentos cómicos están normalmente tan pasados de moda que resulta aún más difícil no acordarse de todo lo que logró Stiller con la primera entrega y lo mal parada que sale esta secuela en la comparación.
El reparto no salva ‘Zoolander 2’
La guinda del pastel es que los propios protagonistas han perdido la chispa y durante la mayor parte del metraje simplemente resultan estúpidos. ¿Cómo es posible que Ben Stiller haya estado más inspirado como Derek Zoolander durante la campaña de promoción que en la propia película? Puede que sea simple vagancia, falta de ideas o simplemente que sólo ha hecho la película para relanzar su carrera. Bueno, eso o las tres cosas al mismo tiempo.
Lamentablemente, eso también se traslada a las principales novedades de su reparto, desde una Penélope Cruz que al menos intenta remontar un personaje absurdo en el peor sentido de la palabra hasta una Kristen Wiig desaprovechadísima y sin posibilidad alguna de sacarnos al menos una sonrisa. Como ya he dicho, sólo se salvan algunos cameos, y no del todo, pues Stiller abusa de ellos al ser consciente de ser lo que mejor funcionaba.
Por lo demás, echa mano en exceso de la repetición, lo cual unido a su alarmante falta de frescura provoca que ‘Zoolander no. 2’ sea hasta por momentos aburrida. Imagino que Stiller confiaba en que eso sirviera para reproducir la magia de la primera, pero cambiar la inspiración por la mera repetición nunca ha dado buen resultado. Hasta las pequeñas dosis de sarcasmo e ironía que hay parecen impostadas y puestas para salir del paso.
En definitiva, ‘Zoolander no. 2’ es una secuela increíblemente inferior, una mala película y una constante decepción. Es verdad que me reí en alguna ocasión, pero fueron demasiadas pocas veces como para compensar todos sus problemas. Si queréis acercaros al cine este fin de semana a ver algún estreno, os recomiendo mucho antes la estupenda 'Zootrópolis' ('Zootopia') e incluso la bastante discreta 'La verdad duele' ('Concussión').
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