Su título en español (el internacional y exacta tradución en inglés es ‘Dead Snow’) es tan claro y contundente como lo que uno se encuentra finalmente. Con enorme retraso llega a las carteleras españolas una cinta de gore, de zombis, desde Noruega y con grandes dosis de humor negro. Quizás sea su aire fresco y su abundacia de nieve (pero también de vísceras) las opciones que la han llevado a encontrar un hueco en pleno mes de agosto. Pero el caso es que ‘Zombis nazis’ es una alterativa sin muchas pretensiones que encuentra en su falta de prejuicios su principal valor.
La premisa es tan sencilla que podría ser un hándicap. Grupo de jóvenes que buscan diversión y evasión en una recóndita cabaña en las montañas nevadas. Pero las referencias y guiños tempranos a ‘Viernes 13’ o a ‘Braindead’ dejan claro que su trama está inspirada por el tópico del género y es lo menos importante.
‘Zombis nazis’ parodia del cine de zombis
Lo cierto es que ‘Zombis nazis’ apela a ese comienzo tópico y finalmente acaba siendo lo más pobre y aburrido de todo el film. Aunque nos intenta meter la intriga y el suspense en el cuerpo, con algún golpe de terror, aún mínimo, la película tiene una presentación dilatada, una media hora que bien podría haberse reducido e incluso obviarse. El verdadero acierto de la película y donde reside su punto más destacable es cuando los zombis nazis, que dan lugar al título, nos dejan ver su rostro y sus macabras intenciones. Es aquí cuando la torpe presentación de personajes, la inclusión forzada de la narración de la historia de los nazis en la zona (metida con calzador y con un secundario diseñado para ello) y el escenario empiezan a tomar verdadero interés.
Tommy Wirkola su director se desata a partir de este instante con una comedia gore con momentos interesantes, sin escatimar en referencias al género, pero sobre todo, demostrando que no se toma en serio a sí misma. El lado más gamberro y socarrón aparece y empezamos a divertirnos con unos zombis que son arquetípicos, aunque se saltan a la torera algunos de los preceptos que los puristas del universo zombi destacarían. A grandes rasgos: torpe caminar, no pueden correr y su única pretensión es alimentarse de los vivos. Mientras que nos encontramos con zombis que se mueven velozmente por la nieve, que les motiva más las órdenes de un oficial nazi, que el hambre de vísceras humanas vivas. Aunque no por ello se prescinde de presentar una buena ración de intestinos (multiusos) para deleite general.
Pésimos personajes, guión flojo con algún momento reseñable
Por tanto, la narración deja mucho en entredicho, aunque se salva de todo cuando las escenas de enfrentamientos humanos contra zombis tiene lugar. Y hay que reconocer que tiene algunos momentos destacables, por su brutalidad visual, por su emoción pero sobre todo por su comicidad (el uso de casi cualquier arma para acabar con ellos resulta cuanto menos simpático). Pero más allá de ello, no se encuentra nada más. Aunque es la verdadera intención. ‘Zombis nazis’ no es otra cosa que una parodia, un divertimento para añadir un capítulo más a la lista del subgénero de zombis. En esta ocasión con la nieve noruega como escenario y los nazis como figurantes.
Quizás con un poco más de empeño, o simplemente algo más de talento, esos aislados momentos divertidos podrían haber estado acompañados de diálogos mejor elaborados, que sacaran más partido a la parodia. Por no hablar de los personajes, que claman la falta total de ingenio. Casi ni importan, lo verdaderamente destacable para Wirkola es ponerlos frente a frente a un puñado de zombis bien diseñados y dejar que la sangre corra, las vísceras afloren y los desmembramientos tomen el protagonismo (junto con alguna carcajada cómplice como contraste). Como digo, hasta tiene momentos curiosos, pero un pelín más de esfuerzo para vestir mejor el conjunto no le hubiese venido mal. Sobre todo para que no quede en el olvido tan pronto.
Con todo, repetimos, que su convicción de tomarse muy poco en serio consigue que el resultado resulte simpático. Supone una comedia de terror disparatada con momentos divertidos, que conjuga con gran naturalidad (y acierto) ese humor con el gore, y acompañarlo de guiños que el aficionado al subgénero (principal espectador potencial, obviamente) saborea con regusto cinéfilo.