Zack y Miri hacen una porno, y se enamoran. Eso es todo. Eso resume toda la historia del nuevo trabajo de Kevin Smith. Se trata de una película realmente simple, donde por no haber, no hay ni siquiera el típico humor corrosivo y bestia de su realizador. Aburrida, vacía, ñoña, son algunos de los adjetivos que creo que casan perfectamente con esta ‘Zack and Miri Make a Porno’, estrenada en España tras un considerable retraso, el pasado 19 de junio con el título de ‘¿Hacemos una porno?’.
La película nos presenta a Zack y Miriam, amigos desde el instituto que comparten apartamento y situación precaria. Se les acaba el dinero, las deudas se acumulan y se enfrentan a la posibilidad de tener que vivir en la calle. Desesperados, dan con una solución desesperada: hacer una película porno. Antes habían conocido a la pareja de un ex-compañero de estudios, que está forrado gracias al cine para adultos (gay en su caso). Zack convence a Miri de que es la mejor y más rápida solución, y que al fin y al cabo, son viejos amigos, pueden tener sexo delante de una cámara sólo por dinero, sin que pase nada. Pronto consiguen un equipo y se disponen a rodar, pero no será tan fácil como parece a primera vista.
No creo estar exagerando si digo que Kevin Smith está agotado, creativamente; ni recurriendo a ‘Star Wars’ le sale un diálogo chispeante. Tanto es así que la nueva película en la que está trabajando, actualmente, con Bruce Willis, no tiene un guión suyo. Por primera vez, Smith rueda un guión que no ha escrito él. ¿Casualidad? Me extrañó antes, cuando no había visto ‘¿Hacemos una porno?’, pero no ahora, en absoluto. Este hombre ya no da más de sí, lo poco que le quedaba lo gastó en la secuela de ‘Clerks’, su primera obra y, si no recuerdo mal, la más divertida y fresca.
Desde aquel 1994 Smith nos ha dejado ocho películas, y en mi opinión está bastante claro que ha ido de más a menos, recuperándose un poco con ‘Clerks 2’, donde volvía a ofrecernos su mejor versión, con esos diálogos que, aun durando más de lo necesario, consiguen inevitables carcajadas (y el refresco saliendo por la nariz). Pero ya ahí se notaba que su responsable no era el de antes, que ya no había vuelta atrás y que era cuestión de tiempo que volviera a caer en el vergonzoso nivel de ‘Una chica de Jersey’, en teoría, su trabajo más adulto y maduro (en realidad, el más insufrible). Así ha sido con su siguiente película, una comedia que, en general, aburre, se hace interminable y no tiene nada especial, ningún gran detalle por la que la recordaremos.
Básicamente, este hombre necesita olvidarse del romanticismo, de creerse que puede emocionar al público con una historia de amor, y soltarse el pelo con humor gamberro, con guarradas y con escenas que se salgan de lo convencional. no es un buen director, no tiene ni pajolera idea de puesta en escena (de hecho, no sabe ni cómo se rueda una película porno, y eso sí que es grave, teniendo en cuenta el argumento de este trabajo), su único talento es escribir buenos diálogos cómicos. Si lo sacas de ahí, es un pez fuera del agua. Y así pasa que en ‘¿Hacemos una porno?’ se lía de forma considerable contando una tontería, repitiendo bromas y estirando situaciones hasta el agotamiento, porque no sabe cómo aprovechar un chicle que se queda sin sabor demasiado pronto.
Un ejemplo muy representativo se produce en la secuencia de la reunión de viejos alumnos; allí, Miri intenta liarse con Bobby Long (Brandon Routh, el Superman de Bryan Singer) y Zack charla con Brandon (Justin Long), que resulta ser el amante de Bobby (se intercambian los nombres en la ficción, detalle simpático). Bueno, algo que hace gracia, que es ver a Long interpretar a una loca, con ese tono de voz y esa forma de dejar en evidencia a su novio delante de todos, Smith lo alarga hasta que deja de resultar divertido, porque la sorpresa se fue y los actores no hacen más que repetir lo primero que han dicho y hecho, en busca de otro momento inspirado, que ya no llega. Lo mismo pasa en otras ocasiones, como cuando planean ‘La guarra de las galaxias’ o cuando se explica esa rara forma de masturbación por la cual dos amigos pueden darse placer sin que resulte gay.
Sigo pensando que Seth Rogen es un tipo divertido en momentos aislados, que se repite demasiado, que agota, que no sabe cuándo parar, y desde luego, no es la mejor pareja para Elizabeth Banks, por mucho que a Smith le guste eso de que un tía guapa acabe con un tío feo (recordemos el incomprensible romance de ‘Clerks 2’). De la escena de supuesto mágico sexo entre ambos, mejor ni hablar, porque hay que ser torpe para rodar algo así y, además, equivocarse con los planos de la película real y la ficticia, colando el rostro sudoroso de Rogen (arggg) en la porno que ruedan los personajes, que estaban filmando un plano general. Lo mejor, el principio de la reunión de alumnos y el desatado Jason Mewes.
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