Tengo que confesar mi debilidad por las premisas disparatadas, ya que es raro que no consigan llamarme lo suficiente la atención como para ver las películas que apuesten por ellas. El problema es que es algo que se está generalizando tanto que muchas de ellas han perdido por el camino el necesario sentido del humor para que puedan funcionar y han acabado convirtiéndose simplemente en ridículas pérdidas de tiempo.
Sabía que algo así podía suceder en el caso de 'Yo, Frankenstein' ('I, Frankenstein', Stuart Beattie, 2014), pero esta adaptación del cómic homónimo de Kevin Grevioux contaba a su favor con un apetecible reparto liderado por el habitualmente solvente Aaron Eckhart. Bien poco ha acabado importando eso, ya que estamos ante otra catástrofe que empeora aún más por tomarse demasiado en serio a sí misma.
'Yo, Frankenstein', monstruosa hecatombe
A lo largo de este mes os he hablado ya de varias grandes producciones americanas recientes que me han horrorizado como la soporífera 'La leyenda del samurái: 47 Ronin' (Carl Rinsch, 2013) o la lamentable 'Pompeya' ('Pompeii', Paul W. S. Anderson, 2014), pero incluso ellas han tenido un mejor recibimiento por parte de la crítica que 'Yo, Frankenstein', pues la primera consiguió un 13% de comentarios positivos en Rotten Tomatoes, subiendo hasta un 28% en el caso de la segunda. El título que ahora nos ocupa apenas logró un 4%, lo que apenas le permite superar a la abominable 'Hércules: El origen de la leyenda' ('The Legend of Hercules', Renny Harlin, 2014). Ese es su nivel.
No queriéndome dejar por opiniones ajenas y confiando en un milagro muy poco probable, le hinqué el diente a 'Yo, Frankenstein' y lo que me encontré fue un relato tremendamente insustancial en el que la notable rigidez de la práctica totalidad de su reparto -Yvonne Strahovski es la única que conserva cierta frescura, y la unidimensionalidad de su personaje no es que ayude mucho a ello- delata el paupérrimo trabajo de Stuart Beattie en el guión, punto de origen de la práctica totalidad de los problemas de la película.
El primer error es, como ya había dejado caer más atrás, querer convertir a 'Yo, Frankenstein' en un intento de blockbuster al uso aprovechándose del tirón que aún conserva la mítica criatura ideada por Mary Shelley a principios del siglo XIX. No tengo nada en contra de la refrescante idea de hacer que Frankenstein sea el gran héroe de la función, pero sí de que se despoje al personaje de sus elementos distintivos para transformarlo en una criatura que se llama Frankenstein porque sí -y no me vale la excusa de que el origen de la criatura tiene su importancia, porque podrían haber usado a cualquier monstruos aleatorio en su lugar-.
Lo peor de todo es que incluso obviando ese detalle, lo que tenemos es un protagonista monótono y sin carisma alguna que confunde la intensidad con hablar poco y tener una cara de constante cabreo, algo que también destruye cualquier posibilidad que pudiera tener Eckhart de construir un personaje que funcionase a modo de gancho para atrapar nuestra atención. Eso sí, al menos defiende los excesivamente solemnes diálogos de Beattie mucho mejor que sus compañeros de reparto, que duele ver la incapacidad -o la falta de ganas- de Jai Courtney y Miranda Otto en esta materia.
Una franquicia que afortunadamente no irá a más
'Yo, Frankenstein' quiere ser el inicio de una franquicia similar a 'Underworld', llegando al punto de fichar a un desaprovechadísimo Bill Nighy para crear una especie de vínculo simbólico con ella, pero sus productores han olvidado que la saga liderada por Kate Beckinsale nunca obtuvo recaudaciones multimillonarias -la más taquillera apenas ingresó 160 millones de dólares-, pero su confianza fue tal que pusieron 65 millones de dólares a disposición de Beattie para intentar enmascarar las limitaciones de la historia con varias escenas de ruidosa destrucción. Mal hecho.
He de aclarar que no recuerdo ninguna escena particularmente artificiosa -aunque el diseño de alguna de las criaturas es bochornoso-, algo que sí sucedía en el caso de 'Pompeya', pero sí que Beattie demuestra su escasa pericia con varios momentos en los que confunde al espectador y otros en los que simplemente transmite tal sensación de rutina que lo único que logra es que estemos deseando que alguien muera de una vez para poder seguir adelante. Pobre consuelo cuando eso sucede, ya que reaparecen entonces los pobres diálogos, la ridícula definición de personajes y una historia en la que el sentido y la emoción ni están, ni se les espera.
En definitiva, 'Yo, Frankenstein' es un amasijo de ideas ejecutadas de mala manera que dan como resultado un semi-blockbuster cuyo mayor logro es no aburrirnos demasiado gracias a su ajustado metraje -ojo, tampoco es entretenida-. Eso sí, todo está desaprovechado en el mejor de los casos y rozando lo insultante en varias ocasiones. Cine para tirar a la basura.
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