Implacable. Así es el final de la segunda temporada de ‘Yellowjackets’, emitido en Movistar+ y titulado ‘Storytelling’, que, si bien omite muchas respuestas a los secretos más desconcertantes de la serie, confirma que las intenciones quizá no sean dar soluciones claras sino jugar con la idea de una presencia como forma de explicar y justificar las decisiones de un grupo de adolescentes obligadas a hacer cosas terribles para sobrevivir.
La serie siempre ha estado codificada por ciertos tropos del terror, pero la duda sobre la fuerza que las chicas encontraron en el bosque, si es una entidad real que solo puede ser apaciguada con sangre, no tiene tanto peso, y este final esquiva la idea para adentrarse en ideas mucho más incómodas y aterradoras, dejando la sugerencia de por qué comienzan los cultos y los rituales, ofreciendo una posibilidad dentro de los límites de lo real, cómo el hambre y las condiciones más duras pueden convencer a los seres humanos de hacer algo terrible, y cómo estos pueden enmascararlo a través de ritos y religión.
SPOILERS del final de temporada
Esas claves aparecen con claridad en el combo final de episodios, que reúne los horrores que prometía la serie desde un principio, pero cuanto más retorcida se ha ido volviendo la parte de los 90, más tediosa parecía la trama actual. Sin embargo, todo lo que ha ocurrido en el "retiro de bienestar" se explica con la intención final de la serie, exponer la religión como un chivo expiatorio de los traumas, proponiendo la religión de Lottie como una sátira de la influencer Teal Swan, desde sus métodos a su vestuario.
Subvirtiendo expectativas
Escrito por Ameni Rosa y dirigido por Karyn Kusama, el final muestra el desarrollo de dos series en apariencia diferentes. La línea de tiempo del bosque se pon cada vez más enfermiza, llevando la sangre y sacrificio al primer plano. El festín con Javi es terrorífico, pero también triste, pero es más oscuro cuando adoran colectivamente a Natalie como su nueva deidad. La forma en la que Kusama capta el cuerpo congelado de Javi tiene una intimidad malsana, el contraste de su piel pálida y el color rojo destacan que las decisiones morales que están tomando las supervivientes no son la alegría de vivir de los adolescentes de ‘Rompecorazones’.
De hecho, el poder oscuro de la serie se basa en su poder de subversión de las expectativas de lo que una serie con protagonistas femeninas adolescentes puede o no debe hacer. No son un grupo niñas discutiendo sobre chicos guapos, sino haciendo barbacoas con la carne de compañeros de clase. Por eso, aunque la trama de adultas no sea tan intensa, tiene un trasfondo de trauma que crea un interés oculto por lo que puede pasar por la cabeza de esas mujeres. La serie no tiene prisa en revelar nada, pero demuestra que es, ante todo, una serie de personajes.
Esto hace que cada suceso reservado en su tramo final sea mucho más impactante. Que nos importen hace que dé más miedo cuando cambian bruscamente de personalidad o les pase algo. Y aquí viene el mayor golpe, cuando muere Natalie, un personaje siempre al límite pero que ha ido sobreviviendo. Parece injusto, pero su destino parece casi inevitable, tras casi suicidarse la temporada pasada. Aunque ha conseguido salir de su nihilismo, merecía disfrutar de esa paz algo más de tiempo. Pero ‘Yellowjackets’ es coherente y muestra por qué el peligro las persigue desde el accidente.
Adolescencia caníbal y música grunge
Natalie aparece en el purgatorio de un avión no por casualidad. Su vida y la de todas las chicas está determinada desde que su vuelo cayó, y de alguna manera ahora regresa a ese momento, donde se le une su yo más joven, Javi, a quien dejó morir, y la joven Lottie. Mientras le consuelan, suena ‘Street Spirit (Fade Out)’ de Radiohead y la letra no deja dudas "Puedo sentir la muerte, puedo ver sus ojos brillantes". Una despedida que duele, pero que promete un borrón y cuenta nueva. Los showrunners Ashley Lyle, Bart Nickerson y Jonathan Lisco han reiniciado todos los flecos del presente y se abren varias posibilidades.
Gracias al plan de Walter, Shauna ya no tiene que preocuparse por Adam Martin. Lottie va camino a otra institución mental. La confianza de Misty se rompe de nuevo, tras la pérdida del bebé de Shauna, ahora que ella es responsable de la muerte de su mejor amiga. A Van le quedan unos meses de vida pero su actitud en el ritual muestra que quizá ella no ha olvidado sus rituales y se presenta como una posible antagonista, que es quizá la parte más decepcionante de la temporada: la némesis han sido ellas mismas, pero parecía que había algo más.
El grupo de fans del equipo de fútbol, su presencia mediática, el asesinato de la anterior temporada… todo parecía indicar que hay un grupo en busca de las mujeres con cierto ánimo de venganza, pero finalmente eso queda sin desarrollar, lo que hace que esa parte del presente pierda su equilibrio después de una primera temporada sensacional. También se dejan de lado algunas visiones de Taissa, que mostraban posibilidades sobrenaturales inquietantes que no han prosperado. Sin embargo, las visiones de Lottie sí confirman que estamos en una serie de terror.
Misterios que no importan tanto
Pero no nos engañemos, la carta ganadora de ‘Yellowjackets’ es un reparto impecable, no solo por una selección de mujeres que fueron actrices adolescentes famosas en los años 90, algo que presiona todos los botones de la nostalgia correctos sino porque hace que haya una inversión emocional que contrasta con el material turbio que trata la serie. Lauren Ambrose es un acierto de casting y Elijah Wood es un redescubrimiento, tan bueno jugando sus motivos ambiguos como uno de sus psicópatas de ‘Sin City’ o ‘Maniac’, pero con una vis cómica que complementa a Ricci de forma idónea.
La banda sonora de la temporada también ha sido un valor indiscutible. En lugar de lanzar los clásicos del rock de los 90 sin sentido, cada canción está elegida cuidadosamente, con la letra acentuando lo que vemos en pantalla. El uso de ‘Something in the Way’ ha conseguido añadir un sentido más deprimente que el de la propia letra de Nirvana. Dos veces suena ‘The Killing Moon’ de Echo and the Bunnymen, una en los créditos finales, que, sin llegar a su representación icónica en ‘Donnie Darko’, si ilustra la fuerza del destino que parece que siempre perseguirá al grupo.
Sus actos nunca les van a abandonar y han definido su futuro, ahora ‘Yellowjackets’ deja ver que el conflicto reside en si serán capaces de vencer los designios de una entidad que puede existir o estar solo en su cabeza pero, de cualquier manera sigue modelando lo que son. Sin embargo, seguimos sin saber qué es el símbolo, de dónde salió el piloto, cómo serán rescatadas… un puñado de respuestas que pican la curiosidad pero ya no importan tanto, porque la serie ha conseguido lo más difícil: que queramos ver sobrevivir estas chicas, sea devorando carne humana, sea engañando a la policía haciéndose pasar por amas de casa indefensas.
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