El creador Russell T Davies presentó el año pasado su nueva serie de seis capítulos 'Years and Years' en BCC One y ahora llega a Movistar+ con parte de sus premisas ya desactivadas. Generando un boca a oreja importante en 2019, fue un intento del guionista de dibujar cómo la civilización ha ido en espiral hacia el desastre desde la crisis bancaria de 2008 y, cómo las cosas podrían ser mucho peores en cinco o diez años.
A modo de mirada catastrofista al futuro, 'Years and Years' llega en 2020 con algunos reveses de su predicción que la hacen un poco anacrónica. Trump no ha validado su mandato y la pandemia de COVID-19 es un desastre mayor de lo que trata de mostrar la serie, pese a que no hay nadie a quien señalar en este caso, pese a que muchos aspectos si que pueden encontrar un cierto reflejo gracias a la normalización de organizaciones de ultraderecha gracias a la crisis que está viviendo el mundo ahora mismo.
La tecnofobia de 'Black Mirror'
Davies aprovecha, eso sí, para introducir temas que se rastrean en 'Queer as Folk', 'Doctor Who' o 'Cucumber', como lo LGBT, ciencia ficción, la agenda de izquierda y un poco de lógica de telenovela en un marco que presta atención al drama doméstico convencional de la familia Lyons a medida que avanza en el tiempo 15 años, viviendo cambios turbulentos con la perspectiva de la reelección de Trump y los cambios que acarrea en el resto de mundo, especialmente la sociedad británica.
Solo en el piloto ya se aborda la desaparición de las mariposas, los robots sexuales, la anexión rusa de Ucrania, lecciones de pornografía obligatorias para niños de 11 años y una guerra nuclear con China. Sin embargo, en el momento de las predicciones tecnológicas rompe completamente la textura documental de "mañana posible" con innovaciones tecnológicas forzadas como una máscara facial digital que proyecta emojis de dibujos animados para transmitir emociones, que lleva a una subtrama hiperdramática con Bethany (Lydia West).
Ideas que tratan de parecer especulativas, como que Bethany se declare "transhumana" y esté dispuesta a cargar su conciencia incorpórea en la Nube. Como si fuera una precuela del célebre episodio 'San Junipero' de 'Black Mirror', 'Years and Years' juguetea con la ciencia ficción sin definir nunca el tono, lo que, además de contener todo el tufillo moralista de la antología de Charlie Brooker, crea una impresión de querer abarcar todo, llevando cada idea de la serie a un lugar más y más alejado de la otra, resultando una obra dispersa y sin una visión global clara.
Falla en el núcleo de la historia
En la tumultuosa década del título, hay una suma de elementos que se mueven hacia el desastre y el absolutismo más ficcional, con unos tramos finales en cada episodio a los que acompaña una banda sonora que podría funcionar en alguna secuela de 'La profecía' (The Omen, 1976), ya sea por un corralito o cualquier amenaza que podemos atisbar según las noticias de hoy llevadas a algún extremo que parece que la serie va acabar en ese punto, capítulo a capítulo. Y por otro lado tenemos a un conjunto de personajes bastante desagradables con los que parece que debamos de conectar. O No.
La familia de 'Years And Years' está llena de personajes que van desde lo más normal a lo narcisista e incluso racista, y sus relaciones alternan entre lo cotidiano (lleno de momentos de alegría postiza como esa celebración alrededor de una hoguera) a las conexiones algo forzadas con las consecuencias de los cambios que van/vamos presenciando. Quizá el mayor interés, más allá de la interpretación de la gran T'Nia Miller, es ver a Emma Thompson como política populista como reflejo especular de los Boris Johnsons y Trumps de la realidad.
Conflictos como la avalancha de refugiados a Gran Bretaña y la amenaza nuclear pueden seguir manteniendo vigencia hoy, pero ahora que la humanidad ha pisado otro camino, 'Years and Years' queda más como un juguete de representación del caos, donde su apuesta por mezclar el drama familiar y la ciencia ficción empalaga a causa de un sentimentalismo un tanto deprimente y unas cuantas debilidades en el enfoque de Davies que hacen de la serie un producto curioso pero con caducidad prematura y una reflexión no especialmente lúcida, más allá de plantear múltiples escenarios apocalípticos para incriminar a la sociedad, al estilo de un abuelo alarmado por la juventud.
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