Los superhéroes llevan ya bastantes años ocupando un lugar de privilegio en el mundo del cine, por lo que resulta comprensible que cierto sector del público ya se esté cansando de ellos. Bueno, al menos de sus propuestas más comerciales, y eso que tampoco se han hecho realmente tantas películas supeditadas a ellos, pero sí que hacen tantísimo ruido que da la sensación de que su presencia es muchísimo mayor de la que realmente es.
Además, tampoco ha habido grandes cambios que ayuden a evitar ese cansancio de algunos espectadores. Un perfecto ejemplo de ello lo tenemos con ‘X-Men: Apocalipsis’ (‘X-Men Apocalypse’), una cinta muy criticada que no llega a ser mala, pero sí evidencia la decadencia del modelo Bryan Singer, optando además por una marcada tendencia a la saturación tanto en lo referente al espectáculo visual como en la sobrecarga de ideas y personajes sin apostar realmente por nada.
Un apocalipsis desdibujado
Lo cierto es que ya en ‘X-Men: Días del futuro pasado’ (‘X-Men: Days of Future Past’) encontré varias cosas que no terminaron de convencerme, dejándome sobre todo la sensación de que aparentaba más de lo que realmente era. Eso se ha agudizado en ‘X-Men: Apocalipsis’, ya que sus responsables parecen sabedores de tener entre manos un material algo más limitado y creen que la mejor solución para maquillarlo es hacer algo más grande y aparatoso, descuidando de forma notable todas sus posibilidades narrativas.
Seamos claros, Apocalipsis es un villano unidimensional y es una pena que Fox haya contratado a Oscar Isaac para un personaje que, tal y como aparece en la película, básicamente podría haber confiado a cualquiera sin que notásemos mucha diferencia, pero su presencia podría haber dado pie a conflictos mucho más ricos y efectivos en lugar de encontrar con gran facilidad a sus jinetes y que luego tome una serie de decisiones que como mínimo ponen en tela de juicio su inteligencia.
Tampoco es que el guion de Simon Kinberg se preocupe en sacar mucho partido a sus inmensos poderes o en dibujar mejor su necesidad de conseguir más cuando con los ya posee podría acabar con prácticamente cualquier otro mutante, por lo que al final acaba siendo otro ser todopoderoso incapaz de imponer verdadero respeto. De sus secuaces mejor no hablar, porque solamente el Magneto de Michael Fassbender tiene cierta entidad, y es algo previo a su mal llevada alianza con Apocalipsis.
La irregularidad de los héroes
Con unos enemigos tan endebles, mucho y muy bien tendría que haber hecho la película con los X-Men para conseguir enderezar la situación, y algo de eso hay, sobre todo con los recién llegados para dar vida a mutantes que ya habíamos visto con anterioridad. Sí que es cierto que Kinberg y Singer no les dan el mejor material posible, pero tanto Sophie Turner como Tye Sheridan y Kodi Smit-McPhee saben lo que Jean Grey, Cíclope y Rondador Nocturno necesitan de ellos.
No voy a decir que me encantasen sus actuaciones, pero sí que hay algo ahí de un nuevo comienzo que redime en parte a ‘X-Men: Apocalipsis’ de sus lagunas. Por desgracia, no puede decirse lo mismo de los ya conocidos, empezando por una apática Jennifer Lawrence -hasta en su pequeño discurso catártico da esa sensación-, siguiendo por un Nicholas Hoult que tiene que sufrir que su personaje no aporte nada y acabando por un James McAvoy que ve cómo esa falsa intensidad propia de la película encuentra su peor versión en el profesor Xavier.
Aparte de eso, la breve presencia de Hugh Jackman hubiera funcionado mejor de no haber sido ya desvelada durante la campaña promocional, dejando entonces más al descubierto que es otro de los aspectos en los que ‘X-Men Apocalipsis’ bebe de la nostalgia -en este caso de las propias películas y no de los cómics- para intentar cautivar al público. Esto funcionó en mi caso e imagino que habrá otros detalles que funcionen con cada espectador, pero dudo mucho que haya alguien que sea seducido por todos.
Otra buena jugada es la aparición de Mercurio, que vuelve a protagonizar la mejor escena y a añadir un toque cómico muy de agradecer. Con esto no quiero decir que habría sido necesario ampliar esa vertiente -y eso que aún recuerdo lo mucho que disfruté de esa faceta de la guerra civil de Marvel-, pero sí que es una pena que no explorasen más uno de los puntos fuertes de la película, ya que su intensa seriedad se queda siempre a medio gas por la forma de abordarla.
’X-Men: Apocalipsis’, un cóctel mal agitado
La cuestión es que ese intento de alimentarse de la nostalgia tiene una consecuencia especialmente nociva para ‘X-Men: Apocalipsis’: Bryan Singer no busca desarrollar su voz propia, esa que tan bien funcionó durante las dos primeras entregas, sino que opta por una repetición mal entendida en la que deja cualquier riesgo de lado y opta por darnos una versión superficial y apagada de ello esperando que así sea suficiente para contentar a los fans.
Por mi parte, no tengo el más mínimo problema con ese tono más afectado y que prioriza el tomárselo todo en serio, pero eso también hay que saberlo desarrollar. Lamentablemente, la forma de hacerlo aquí es lanzando ideas y tramas sin parar con la esperanza de que alguna de ellas eche raíces y ayude a dar una mayor unidad a la película. No negaré que juega con conceptos interesantes, pero en todos los casos, tanto los buenos como los malos, no va más allá de lo superficial.
Esa saturación también afecta a los personajes, ya que no saben cómo darles verdadera entidad, y en algunos casos llega a ser tan sangrante que para eso casi mejor no haberlos utilizado -pienso sobre todo en la Tormenta de Alexandra Shipp y la Psylocke de Olivia Munn-. Esa sobrecarga afecta de forma irremediable a nuestra empatía hacia ellos, lo cual provoca que su indiscutible espectacularidad visual -se nota que Fox esta vez no ha racaneado dinero- tienda a resultarnos un tanto indiferente.
Al final su gran problema es que ‘X-Men: Apocalipsis’ es una película sin una identidad clara más allá de héroes luchando contra villanos. Se nota que Singer está detrás, pero sólo para ver la decadencia de su estilo, y todo está desaprovechado. Eso sí, hay escenas puntuales bastante potentes -la presentación de Apocalipsis o lo que motiva el cambio de actitud de Magneto- y lo cierto es que para pasar el rato no está mal, pero en todo momento está al borde del desastre y con otra entrega así me da que ya el mal sería irremediable.
En definitiva, ‘X-Men: Apocalipsis’ no es en realidad mala, pero sí es la confirmación de que la saga necesita sangre nueva y no regresar con desgana a una fórmula que dio muchas alegrías en su momento, pero que a día de hoy está desgastada, y más si tampoco te esfuerzas en disimularlo. A eso le sumamos un guion poco afortunado y más allá de su fuerza visual -aunque tampoco fascina ahí, en parte porque no nos importa de verdad lo que suceda- sólo nos queda es el consuelo de que al menos no llega a aburrir.
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