A lo largo de una década, la saga 'Wrong Turn' ha dado pie a unas cuantas muertes recordadas y momentos divertidos. También a un par de muy buenas películas y a una cultura de videoclub que se ha ido perdiendo con el paso del tiempo. 'Wrong Turn: Sendero al infierno' llega para llenar ese hueco reimaginando la historia original y ofreciendo un más que competente reboot a la franquicia.
No te desvíes del camino
"And now for something completely different", que dirían los Monty Python. El discreto Rob Schmidt ofreció su mejor trabajo en 'Km 666: Desvío al infierno', una pesadilla protagonizada por Eliza Dushku y Emmanuelle Chriqui rodeadas de mutantes caníbales asesinos y cazadores. La película saltó directamente a las estanterías de los videoclubs con una secuela mucho más gamberra y libre de corsés dirigida por el siempre interesante Joe Lynch. A partir de ahí, altibajos muy entretenidos directos a vídeo.
Han pasado 7 años desde la última entrega de la saga. 'Camino sangriento 6' era la más floja de todas y los asesinos tarados empezaban a ser poco más que un mero Macguffin. La fórmula se agotaba y el legado caía en el olvido. Afortunadamente para todos, el director Mike P. Nelson y el veterano guionista Alan B. McElroy han sabido dar una vuelta de tuerca al giro infernal. Y es que McElroy, además de un guionista curtido en el género durante más de 30 años, es el creador de la película original.
Jen (Charlotte Vega, reina de la función con permiso de Bill Sage), su novio y un grupo de amigos parten para hacer senderismo en el Sendero de los Apalaches. A pesar de las advertencias de los lugareños de que no se aventuren fuera del sendero establecido, los excursionistas acaban desviándose del camino hasta adentrarse en tierras habitadas por unos habitantes poco amigos de las visitas.
Ese mimo está presente en todo momento en la nueva película, un muy divertido reset en toda regla. Tal vez la única pega que se le puede poner a la película, y la que la hace lucir un poco lastrada es su ambición. Sana, pero ambición a fin de cuentas. 'Wrong Turn: Sendero al infierno' pretende conjugar una serie de potentes elementos que permitirían a la película crear una nueva saga. Tantas ideas que en su metraje uno tiene la sensación de haber asistido al resumen de la misma. Sin miedo al ridículo, este nuevo giro equivocado es poco menos que un regalo para las salas post fin del mundo que debemos empezar a llenar.
Lo que hacía divertidas a las otras entregas eran unas muertes muy locas y un gore carnavalesco muy agradecido. Resulta francamente satisfactorio comprobar que aquí las muertes también son muy gráficas y explícitas, tirando a tremebundas. Por tanto, el concepto clave lo tienen bien pillado y la película no decepciona. Este nuevo desvío ofrece diversión hasta el final. Y cuando digo hasta el final quiero decir que no se te ocurra dejar el cine hasta que finalicen sus créditos.
Sin caer en la sobriedad (bien entendida) de un Rob Zombie y sin hacerle ascos a miradas de género de mayor envergadura, como podría ser el cine de M. Night Shyamalan, Mike P. Nelson pone el centro de atención en esa parte de la América más profunda que tan buenos recuerdos nos ha dejado a través de cineastas de otros tiempos más salvajes. Aquí no vas a ver nada que no hayan tocado antes Walter Hill o John Boorman. Incluso Kevin Smith también lo ha hecho a su modo. Pero su decisión y tener claro dónde colocar la línea de meta hacen que el recorrido merezca mucho la pena.
'Wrong Turn: Sendero al infierno' no inventa nada, pero tampoco lo pretende. Su intención, de hecho, es la de reinventar una mitología propia a través de su propio creador. Está en su derecho y además se nota que quiere a sus "criaturas". Estaría bien saber si ya tuvo esta idea hace 20 años, porque tal vez la película habría tenido una acogida muy diferente. En mitad de verano pocas desventuras más refrescantes que las que aportan algunas de sus brillantes ideas.
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