Hay muchos que piensan que hacer películas sobre los horribles atentados del 11 de Septiembre es quizá demasiado pronto porque la herida tardará mucho en cerrar y algunos no están preparados para revivir aquellos acontecimientos aunque sea en la sala de un cine. Personalmente toda esta avalancha de películas sobre el tema en cuestión no me interesan demasiado, prefiero historias originales no basadas en hechos reales o libros exitosos. El caso es que de momento no puedo quejarme, porque después del extraordinario film de Paul Greengrass, la esperada cinta de Oliver Stone me ha parecido estupenda. Una gran película enormemente inteligente, que nos devuelve a un Stone tranquilo y apaciguado sí, pero en plena forma. Menos mal, porque después del fiasco que supuso el coñazo de 'Alejandro Magno', que no era más que una clase de Historia de lo más aburrida, yo ya me temía lo peor, y más aún con la historia de los dos policías portuarios enterrados bajo los escombros y a los que hay que salvar. Pero no, Stone nos regala una película espléndida que se erige como un auténtico monumento a la Fe, a muchos tipos de Fe. Pero vayamos por partes.
El argumento de la película ya nos lo conocemos todos, asi que ¿para qué voy a contar de qué va? Sólo apuntar que esta película no hubiera sido posible sin el empeño personal de la tristemente desaparecida Debra Hill, la misma que en su momento estaba asociada con John Carpenter y nos regaló títulos de terror hoy clásicos. Ella misma convenció a los protagonistas reales de la historia para que vendieran los derechos de la misma y así poder realizar el film. Un film que lamentablemente Hill nunca llegaría a ver, pues en el 2005 un cáncer contra el que luchó con todas sus fuerzas se la llevó de nuestro lado. Aún así, su nombre aparece en los títulos de crédito, como debe ser. Stone aceptó dirigir la película a cambio de no ser el Stone de siempre, a cambio de que no fuera polémico, y éste accedió, quizá porque quería tener un nuevo éxito taquillero en su filmografía (cosa que la película no está siendo) o quizá porque realmente le interesaba de verdad contar la historia de los dos policías portuarios. ¿O es que acaso por el hecho de que sea Oliver Stone el director ya tenemos que esperarnos que sea un film polémico poniendo el dedo en la llaga como ha hecho con anterioridad? ¿Para qué? ¿para que todo dios le crucifique? Stone no se posiciona claramente, es totalmente respetuoso con las víctimas de aquel día, nos sirve en bandeja una historia de lo más humana sobre la bondad del hombre, sobre la supervivencia, sobre el amor de los seres queridos, sobre la fe, y lo hace sin trampas ni maniqueísmos, y aún así, es criticado a mansalva ¿Es que nos estamos volviendo locos?
Técnicamente el film es irreprochable. La puesta en escena es de una sobriedad asombrosa y Stone rehuye en todo momento de cosas en las que podría haber caído fácilmente. Para empezar la película no es un espectáculo al estilo de 'El Coloso en Llamas', por poner un ejemplo. Las escenas de los impactos de los aviones no son mostradas directamente, sino que lo hace a través de un temblor que se siente en unas oficinas, o uno de los aviones a través simplemente de su sombra reflejada en un edificio. Después en la famosa zona cero, la dirección artística es de primer orden y de un verismo impresionante. De hecho y al igual que Greenagrass nos llevaba literalmente a bordo del United 93, Stone nos lleva al mismísimo lugar donde las Torres Gemelas se derrumbaron. Nos hace sentir el caos y desorden con unas escenas impecablemente filmadas en un lugar que parece casi apocalíptico y un verdadero campo de batalla.
He dicho que no se posiciona claramente, porque a pesar de que está mucho más comedido que en otras de su películas, Stone no evita dejar caer alguna de las suyas. La película nunca nos dice en ningún momento que el accidente de las Torres es debido a un ataque terrorista. El espectador ya lo sabe, pero es que además en los momentos en los que el film transcurre casi nadie en el mundo sabía con seguridad lo que había pasado, y aunque en las horas siguientes todos supimos la cruda realidad y el nombre de un completo hijo de puta y que me niego a decir, se hizo público y se convirtió en la persona más buscada del planeta, Stone decide no informar tampoco de ello en la película porque su intención no es devolver el golpe denunciando un hecho atroz. Hay dos hombres a los que hay que quitar de debajo de un montón de escombros porque están con vida y es lo único que importa. Su intención es contarnos un drama humano sobre gente que no piensa en venganzas, sino en abrazar a sus seres queridos a los que quiza nunca vuelvan a ver. ¿Debemos criticar a Stone por esto? la respuesta es un claro NO. Debemos aplaudirle.
Pero como decía antes, suelta alguna de las suyas, y nos mete una imagen de archivo del presidente Bush con la clara intención de recordarle "mira la de gilipolleces que dijiste aquél día". Está tan inteligentemente metido en la narración que ni el inútil de Bush se dará cuenta. A la religión le da una de cal y otra de arena, ya que Dios es muy nombrado en el relato. La figura de un marine que circula por el film con una determinación que asusta tiene un peso importante en la película. Movido por Dios, según él, acude al lugar para ayudar en el rescate, y es él quién encuentra a los policías. La lectura de esto sería que Dios ayudó en todo el asunto, pero es que es el mismo personaje el que suelta una brutal y terrible frase hacia el final de la película y que no voy a desvelar, pero que ya advierto que es imprescindible verla en versión original, ya que en el doblaje la han cambiado. Es ahí donde Stone le mete un directo impresionante al fanatismo religioso, y lo hace con una sutileza increíble. También es cierto que en cierto momento onírico quiere ponerse demasiado serio, y simplemente resulta ridículo, y me refiero SPOILER, a la tan comentada escena donde aparece Jesucristo portando una botella de agua FIN SPOILER. Según Jimeno, uno de los dos policías, tales apariciones tuvieron lugar, pero en la película quedan francamente mal.
Quizá la película sea un pelín larga, y hay ciertos detalles argumentales referentes a la relación de uno de los polcías con su esposa que están metidos a calzador y que realmente no nos interesan demasiado. Me refiero a los personajes que interpretan Nicolas Cage y Maria Bello, cuya relación nos es mostrada inútilmente. Ambos actores están bastante bien, cosa sorprendente en el primero, que nos hace sufrir desde hace años con sus caras de agobio. Cage, salvo en contadas escenas concentra toda su interpretación en su gestos faciales y en su voz, evidentemente debido a que su personaje se pasa casi toda la película atrapado entre escombros. Lo mismo podemos decir de Michael Pena, que interpreta al otro policía. Maggie Gyllenhaal interpreta a la mujer de éste último y la actriz está muy convincente. Cuatro actores en estado de gracia que interpretan a personas normales y corrientes y ésas son a las que vemos.
Hay momentos emotivos pero al igual que la espectacularidad no están demasiado sobrecargados. Los justos y necesarios, apoyados por una bella partitura de Craig Armstrong, cuya música suena solamente en los momentos adecuados y no durante toda la película que es lo que hubieran hecho muchos. En ese aspecto, la banda sonora está muy bien utilizada.
Una película muy buena con la que Stone levanta sus propias Torres de la Fe, ya que es precisamente de eso de lo que nos está hablando. Unos la tienen en Dios, como el mencionado marine. Otros la tienen en las personas a las que aman, pensar en ellas, y no el rezar, les hace resistir y sobrevivir a cualquier cosa por terrible que sea. Puede que todos estén equivocados o puede que no. Modos distintos de ver las cosas, de creer en algo, dos caras de una misma moneda. Como las secuencias de inicio y cierre del film, dos amaneceres completamente distintos en la misma ciudad. Escenas magistrales en un film impecable, con su defectos por supuesto, pero impecable.
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