Con bastante retraso (pido disculpas por ello) retomo el especial dedicado a la carrera de Woody Allen. Lamentablemente, volvemos a él con una película mediocre que por algunas declaraciones que he leído, al actor, escritor y director estadounidense le encantaría borrar de su filmografía. A mí me habría gustado no tener que volver a verla, pero considero necesario comentarla aquí porque, al igual que los dos títulos anteriores --'¿Qué tal, pussycat?' ('What´s New, Pussycat', Clive Donner, 1965), 'Lily la tigresa' ('What´s Up, Tiger Lily?', 1966')--, fueron experiencias importantes para Allen, especialmente porque le llevaron a dar el salto a la dirección.
Ese primer trabajo tras las cámaras que fue 'Toma el dinero y corre' ('Take the Money and Run', 1969) no se habría producido si el neoyorquino no hubiera quedado frustrado al descubrir las miserias del negocio del cine. Convertido en una célebre figura cómica, apareciendo regularmente en televisión, tuvo la oportunidad de demostrar su talento en la gran pantalla. Le pagaron muy bien y aumentó su fama, pero para un apasionado del séptimo arte como él, esos primeros trabajos le dejaron un sabor sumamente amargo. Tras ver cómo destrozaban su guion para '¿Qué tal, pussycat?' y perder el control creativo de la broma 'Lily la tigresa', Woody Allen aceptó intervenir por motivos puramente económicos en una peculiar producción plagada de estrellas, la primera película basada en la novela 'Casino Royale' de Ian Fleming, el mismo material del que partió Martin Campbell para renovar la saga 007 con Daniel Craig.
Es curiosa la historia de este proyecto. En 1955, el productor Gregory Ratoff aprovechó que Fleming necesitaba dinero y pagó apenas seis mil dólares los derechos del libro --publicado en 1953, es la primera aventura literaria de James Bond-- con la idea de iniciar una serie cinematográfica, pero nadie vio el potencial del proyecto. En 1961, la viuda de Ratoff vendió los derechos por 75.000$ al también productor Charles K. Feldman, quien quiso sumarse al éxito cosechado por la primera película sobre el personaje, 'Agente 007 contra el doctor No' ('Dr. No', Terence Young, 1962). Tras fracasar un acuerdo con los productores de la saga 007 y el fichaje de Sean Connery, Feldman rechazó una oferta de medio millón de dólares por la adaptación del libro y optó por seguir adelante... a su manera.
En lugar de trasladar a la gran pantalla de un modo convencional la trama de 'Casino Royale', y como alternativa a la franquicia oficial, Feldman decidió partir del texto de Fleming para producir una parodia de James Bond y las historias de espías, una comedia absurda y chispeante llena de bellezas y celebridades, en la línea de otra de sus producciones, '¿Qué tal, pussycat?'. Para ello contrató a seis directores --John Huston, Val Guest, Kenneth Hughes, Joseph McGrath, Robert Parrish y Richard Talmadge (quien no aparece en los créditos)--, una larga lista de guionistas, la mayoría sin acreditar --cabe destacar a Billy Wilder y Ben Hecht-- y un impresionante reparto encabezado por David Niven, Peter Sellers, Orson Welles, Deborah Kerr, Ursula Andress, Jacqueline Bisset, Charles Boyer, William Holden, Jean-Paul Belmondo y Woody Allen, entre muchos otros.
Hay muy poco de la novela en la película. Apenas los personajes y la partida de cartas. Pero ése no es el problema de 'Casino Royale', al contrario, lo que se quería hacer era una idea estupenda, una deconstrucción humorística del agente secreto. El film arranca con los jefes de los departamentos de espionaje más importantes del mundo visitando a Sir James Bond --interpretado por Niven, la primera opción de Fleming para el personaje--, que vive retirado en una escondida mansión en Escocia, para pedirle que acepte una nueva misión. Bond se ve obligado a aceptar cuando descubre que una misteriosa organización criminal, compuesta solo por mujeres hermosas, está liquidando a todos los agentes secretos, encontrándose él también en el punto de mira.
Por desgracia, solo la premisa tiene interés. La película es un aburrido desastre, un puzle de secuencias encajadas a la fuerza donde queda patente que no había orden alguno y se daba por válida la improvisación más ocurrente. Los segmentos van por libre, no hay nada que contar, los diálogos carecen de ingenio, las situaciones se alargan hasta perder la gracia y ninguna de las estrellas del reparto se muestra inspirada, quedando en pantalla la peor versión de muchos de ellos; destaca en especial las lamentables aportaciones de Kerr y Welles, lo desaprovechado que está Sellers y la plana interpretación de Niven. Woody Allen se las apaña para intervenir en las escenas más divertidas de 'Casino Royale' --dentro del ruinoso conjunto-- con su papel de Jimmy Bond, el sobrino del héroe. Aparte de diseñar uno de los planes más hilarantes de la historia del cine, su breve participación apenas arranca un par de sonrisas.
La producción de 'Casino Royale' fue un caos. El presupuesto inicial de seis millones de dólares se disparó hasta los doce --Allen recuerda que pasó semanas en un lujoso hotel sin que le llamaran para nada-- y el rodaje se tuvo que prolongar varios meses más de lo previsto, entre otras razones por el problemático comportamiento de Sellers, quien fue despedido antes de que se rodaran todas sus escenas --de ahí el brusco desenlace de su personaje--. Aun así, 'Casino Royale' fue un éxito comercial, terminando el año como el tercer título más taquillero en EE.UU., a muy poca distancia de una entrega oficial de 007 que casualmente se estrenó también en 1967, 'Sólo se vive dos veces ('You Only Live Twice', Lewis Gilbert). Una prueba más de que la recaudación no tiene nada que ver con la calidad. La única manera en la que recomiendo ver este film es con alguna copa de más y en compañía de amigos de risa fácil, de lo contrario puede ser un suplicio.
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