A estas alturas casi resulta absurdo recordar la enorme influencia de la obra maestra de Tobe Hooper 'La Matanza de Texas' en gran parte del cine de terror posterior, sentando algunas de las bases y constantes que luego definirían este tipo de películas. Ya sabéis a qué me refiero, una pandilla de jóvenes, la mayor parte de ellos unos rebeldes con ganas de saltarse algunas reglas, se pierden en algún lugar desconocido, ya sea un cámping, una montaña, un desierto, una selva o la casa de algún vecino. Allí se toparán de narices o bien con alguna familia de caníbales, o bien con gente que realiza experimentos con humanos, o simple y llanamente con un asesino en serie que encuentra nueva carnaza y va eliminado a nuestros despistados protagonistas uno a uno, mientras nosotros intentamos adivinar quién quedará con vida.
La fórmula está tan manida y sobada hoy día que rara es la película que logra salirse de la media ofreciéndonos un producto mínimamente digno. De las últimas películas en ese aspecto, creo que la mejor ha sido 'Las Colinas Tienen Ojos', remake muy superior al original de Craven, y una peliculita que no era ninguna maravilla, pero estaba realizada con cierta decencia, 'Km 666'. Ahora, se les uniría 'Wolf Creek', film que sin ser ninguna magnificencia cinematográfica, creo que hay que darle una oportunidad, gracias a un empleo inteligente de los tópicos, y realizando unos mínimos cambios que en el conjunto se hacen notar bastante.
Para empezar, un cambio de localidad, ya no estamos en el continente americano, sino en el australiano, en medio de una de esas zonas extensísimas y deshabitadas. Un escenario natural que se hace algo distinto a lo que estamos acostumbrados. Luego tenemos una reducción de personajes, pues del típico grupo de seis o siete personas, nos quedamos en tres, algo que llama fuertemente la atención, pues estamos todo el rato esperando que se los carguen rápidamente. Sin embargo, y para sorpresa de todos, el director, Greg McClean, aprovecha al máximo este juego, por llamarlo así, y con un dominio justo del suspense, jamás llegamos a adivinar quién saldrá o no con vida, salvo que nos pongamos a jugar al pito pito gorgorito y lo adivinemos de chorra.
McClean se toma su tiempo para entrar "en acción". Poco a poco nos va metiendo algo de miedo en el cuerpo, poniéndonos lo suficientemente incómodos. Y lo hace con algo de parsimonia, quizá demasiada, algo que afortunadamente resuelve antes de que caigamos en un profundo aburrimiento, estirando hasta lo permitido las situaciones, logrando que no lleguemos a protestar. Asi pues, la primera parte del film, calmada y casi distante, choca directamente con una segunda mitad, más salvaje y terrorífica. Todo ello bañado con cierto toque de realismo que el director le da filmando con textura de documental, y que curiosamente, no cansa, al contrario, nos pone nerviosos por lo bien utilizado que está.
En el campo actoral, todos cumplen a la perfección con su cometido, aunque en el caso de Nathan Phillips, sería mejor mirar hacia otro lado. Eso sí, quien se sale por los cuatro costados es John Jarratt, actor de quien Tarantino ha diho que es el mejor actor de Australia (toma ya), haciendo de psicópata de turno, un personaje enigmático en todo momento, y que puede pasar de la amabilidad más grande al salvajismo más bestia en un abrir y cerrar de ojos. Jarratt consigue al mismo tiempo caer bien y ser odiado. Por cierto, los chistes que se hacen con él refiriéndose a 'Cocodrilo Dundee', no tienen desperdicio, como tampoco lo tienen otras referencias a otras películas famosas.
No obstante, no estamos ante una película perfecta, como bien he dicho antes. A la lentitud de su comienzo, que tampoco es algo que moleste en demasía hay que sumar un error argumental totalmente imperdonable. En cierto momento SPOILER el villano de la función es reducido por una de las protagonistas quien tiene oportunidad de deshacerse de él para siempre, pero no, en lugar de eso, le pega unas débiles patadas y con un rifle mientras éste está sin conocimiento FIN SPOILER. En una película en la que la credibilidad lo es todo, y ciertamente se consigue, el director fracasa al intentarnos hacer creer ese momento de la forma en la que nos lo ha mostrado. Evidentemente la película ya se habría terminado, pero bien podrían haberse inventado otra forma de salvar esa situación, y es que a partir de ahí tenemos que hacer un gran acto de fe para seguir el juego de la película, algo que hasta ese momento nos estaba suponiendo de lo más fácil y reconciliador.
Una correcta película, la cual subraya el hecho de estar basada en hechos reales, aunque me imagino que no en algo específico, sino general. El rato de inquietud está asegurado, sin necesidad de que saltemos de alegría como locos por ello, aunque tal y como están las cosas en la cartelera, hasta no estaría mal del todo. Para disfrutar en su justa medida, incluso carece de casquería barata, y los toques "fuertes" están muy bien distribuidos y no se abusa de ello. Por cierto, la película es del 2005, y su retraso en el estreno por estos lares es algo que no tiene explicación alguna. A no ser que los distribuidores hayan logrado salir de su estado vegetativo, y alguno haya desarrollado incluso la capacidad de hablar. A muchos de nosotros nos gustarían ciertas explicaciones.