'Wish' es un correcto homenaje a los 100 años de Disney pero le falta garra para convertirse en un deseo hecho realidad

Una película de princesas Disney con la que podrás entretenerte buscando los guiños aquí y allá pero acabarás deseando que fuera un poquito mejor

Si has vivido debajo de una roca, es posible que no te hayas enterado de que Disney ha cumplido cien años desde que el 16 de octubre de 1923 Walt y Roy fundaran su nueva aventura para crear cortometrajes de Alicia mezclando imagen real y animación. Aún quedaban cinco años para que naciera Mickey y catorce hasta la primera película animada, 'Blancanieves y los siete enanitos'. Mucho ha llovido y cambiado desde entonces, pero, para celebrar el centenario, 'Wish' trata de encapsular todo un siglo en una película repleta de referencias tan clásica... como predecible.

¿Dónde estará la estrella azul?

Hace ya algún tiempo que es difícil definir una película Disney de animación: ¿Es una aventura de princesas como 'Frozen'? ¿O más bien la space opera pulp de 'Mundo Extraño'? ¿Una comedia despendolada al estilo 'Zootrópolis' o una historia de los superhéroes a lo 'Big Hero 6'? La variedad de ideas, personajes y guiones de los últimos años ha conformado un viaje interesantísimo hacia la propia reformulación interna del estudio, que varía, se modifica y se pregunta continuamente qué significa, en el siglo XXI, la animación de Disney.

'Wish', tratando de ser un homenaje a las historias del estudio, se antoja como un paso atrás excesivamente nostálgico pensado para los más pequeños pero moldeado por sus padres (¡o sus abuelos!). Tristemente, la película se centra en su propio clasicismo hasta un punto casi paródico, como si estuviera fabricada por una inteligencia artificial alimentada con los puntos clave de una cinta de princesas: heroína aventurera que aprende a valerse por sí misma, dos sidekicks graciosos, un malvado muy poderoso con poderes mágicos, canciones, un grupo de amigos secundarios, el poder de la magia y la fuerza de los deseos. Lo de siempre.

Los ingredientes están ahí, son los de siempre y están cocinados correctamente. El problema es que peca de tirar excesivamente de la tradición hasta convertirla en un pastiche notablemente insípido que trata de ir más allá pero no termina de conquistar al público por miedo a no estar al nivel del legado al que trata de homenajear. A 'Wish' le falta soltarse el pelo, arriesgarse con las canciones ('This is the thanks I get?' es la verdadera estrella, con un Chris Pine entregado al traqueteo musical), innovar, ir más allá de la plantilla y tener ráfagas de auténtica genialidad. Sin embargo, se queda en una tierra de nadie algo decepcionante.

He entendido esta referencia

Como pasatiempo para los amantes de Disney y los easter eggs, 'Wish' es todo un regalo. Desde su primer plano, con un libro abriéndose al estilo 'La Cenicienta' o 'Robin Hood', los guiños se amontonan en pantalla, casi como un 'Quién es quién' de sus títulos clásicos: una calabaza gigante, una mujer que desea ser la niñera perfecta, dos orejas de ratón bien conocidas por todos, un conejo que patea el suelo con su pata derecha... A veces parece que la película está más preocupada por ser un muestrario del siglo de historia de la empresa que por tener consistencia propia.

No basta con hablar de la magia y mostrarla en pantalla para que una película sea mágica. Y durante años, Disney lo ha comprendido a la perfección. Sin embargo, ya sea por la apatía hacia las historias tradicionales de la actualidad o porque nace y crece anémica, 'Wish' no consigue transmitir la clásica magia que inunda incluso algunas de sus producciones más pobres. Más pensada como márketing ("Hagamos la nueva 'Frozen'") que como historia que pueda aguantar por sí misma, la nueva película del estudio se siente cansada y perdida dentro de su aparente inocencia.

No es mala bajo ningún concepto, eso sí. ¿Cómo va a serlo? La fórmula está tan bien engrasada que con ir en piloto automático y sin arriesgar ya le vale para sacar una película competente. El problema es que es exactamente eso: cero riesgo, el coche en punto muerto, la imaginación con límites. Un retorno a las bases insatisfactorio por falta de garra e intenciones que no puede sorprender ni emocionar porque tampoco es lo que pretende. Disney no va más allá de una historia poco trabajada, una simple reyerta más del bien contra el mal sin sutileza. Por suerte, a estas alturas la empresa se ha ganado poder vivir de las rentas y el público puede permitir que esta película se entienda como un gigantesco guiño a su historia más que como una cinta capaz de defenderse por sí misma.

Deseo que la próxima sea mejor

La mejor parte de 'Wish' está en los dos acompañantes de su protagonista: Estrella, muda, adorable y fabricada para el merchandising, y Valentino, una cabra parlante en pijama que sirve como ruptura de la cuarta pared aunque, tristemente, no tiene suficientes líneas como para ser un nuevo Olaf. La comedia física, los diseños y las expresiones de los personajes funcionan a la perfección, abrazando el cartoon con efusividad (ojo a ese fabuloso baile gallináceo) gracias a un timing exquisito. Tristemente, durante la mayor parte del metraje la comedia se echa un lado para centrarse en una historia sobre los deseos y la codicia que sabe a sobras recalentadas en el microondas.

Ojalá Disney no hubiera pensado tanto en el legado y el mensaje que quería lanzar aprovechando el final de su primer siglo de vida (un año muy accidentado, pero ese es otro cantar) y se hubiera podido centrar más en contar lo de siempre, pero de una manera distinta. Dicho de otra manera: se echa de menos que hayan hecho la película que querían hacer en lugar de la que han creído que queríamos ver. 'Mundo extraño' no es buena, pero al menos es genuina, destila pasión por cada uno de sus poros, es una historia en la que los integrantes del equipo creían. Esta parece un encargo donde la pasión es inexistente. Y se nota.

'Wish' está pensada como un regalo para los fans de Disney, pero no da la impresión de estar manufacturado y entregado con ilusión, sino la de querer salir del paso repitiendo todos los tópicos, cayendo continuamente en lugares comunes y sin necesidad de preocuparse de hacer nada original con sus personajes. Es como un modelo de película sin alma de la empresa al que apenas se han atrevido a hacer modificaciones, y que, al final, termina resultando tan correcto como repetitivo. La próxima celebración, por lo menos, que tenga algo de alegría.

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