Ninguna serie actual de HBO puede competir con ‘Juego de Tronos’, pero ‘Westworld’ sí que tiene el potencial suficiente para llenar el vacío que dejará la adaptación de las novelas de George R.R. Martin cuando llegue a su fin en 2019. Ya en su debut fue un éxito indiscutible, convirtiéndose en la primera temporada más vista de una serie de la cadena, pero la prueba de fuego está en la segunda, donde todas tienden a ir a menos y en este caso se espera justo lo contrario.
La respuesta a esa incógnita se empezará a resolver este domingo 22 de abril, fecha en la que HBO estrenará el primer episodio de su segunda temporada. La espera ha sido más larga de lo previsto, pero eso ha servido para que ‘Westworld’ vuelva con fuerza, ampliando sus virtudes y construyendo una narrativa interesante que le ha permitido desviarse de lo más previsible, aunque a cambio también mantiene algunas de sus debilidades.
Un paso adelante sin completarlo del todo
No voy a discutir que la primera temporada de ‘Westworld’ mereciera la pena, pero poco tardó en darme la sensación de que estaba estirando demasiado lo que quería contarnos a través de una aura de grandilocuencia tranquila, algo presente de forma constante en sus diálogos, para transmitir la idea de que todo era más importante de lo que en muchas ocasiones aportaba al conjunto.
Eso reaparece en el primer episodio de la segunda temporada pero de forma algo más atenuada. La inteligente utilización de diferentes espacios temporales -también presente en la primera, pero aquí mucho más clara al salirse de los bucles asociados a los anfitriones- lleva a Jonathan Nolan y Lisa Joy, creadores y showrunners de ‘Westworld’, a prescindir de una evolución lineal de la historia con la que pueden crear diversas incógnitas para picar la curiosidad del espectador sobre lo que está sucediendo.
El triunfo es indiscutible en el objetivo final, pero la cosa se complica algo más si nos detenemos a pensar en las formas de desarrollar cada una de las historias. Curiosamente creo que la que menos interés me despierta a largo plazo es la mejor funciona en este primer episodio, sobre todo porque transmite una sensación de naturalidad que muchas veces escasea en la serie. Me refiero a la centrada en una arrolladora Thandie Newton, la que mejor asimila los cambios asociados al despertar de los anfitriones.
Con Newton realmente me creo que ha habido un cambio real que ha llevado a los anfitriones a convertirse en algo diferente, pero la cosa se complica cuando pienso en el resto, donde sus acciones, muy marcadas por la violencia, sí transmiten que algo ha cambiado, pero las actuaciones siguen teniendo un enfoque ligeramente robótico que desluce parcialmente todas sus apariciones. Ninguna pega al trabajo de los actores, en especial Evan Rachel Wood, pero es una pequeña molestia que nunca desaparece.
Un juego que promete ser apasionante
Más allá de eso conviene pararse un momento en el plan a largo plazo global que plantea la serie, algo que puede pasar por alto dadas las revelaciones que se hacen en otros frentes -impecable el cliffhanger para dejarnos con ganas de ver el segundo episodio ya mismo-, y que conecta de forma directa con lo sucedido al final de la primera. Al respecto se nos revela un detalle esencial, que obviamente no voy a detallar ahora, y es ahí donde me terminaron de enganchar.
Además merece la pena señalar que ‘Westworld’ apuesta aquí definitivamente por la violencia y se muestra generosa en detalles explícitos sin tampoco abusar de ellos de forma gratuita. Eso sin duda anima la función, encajando muy bien a modo de contraste al ritmo reposado característico de la serie y aportando además una capa extra de credibilidad a la rebelión de los anfitriones. Esto ya no es juego y cualquier despiste te puede costar la vida.
Todo eso está aliñado con un acabado técnico irreprochable, manteniendo la línea de la primera temporada pero añadiendo nuevos escenarios y alimentando las esperanzas sobre la inminente llegada de otros que amplíen de forma irremediable el universo de la serie. Estoy deseando ver qué proponen Nolan y Joy por esa vía, pero por ahora no deja de ser una promesa de la que quizá espere demasiado.
Y es que al final ese fue también uno de los problemas de ‘Westworld’ en su primera temporada: prometía mucho y acaba dando solamente una parte, jugando demasiado con la paciencia del espectador. Mi gran miedo es que eso vuelva a suceder aquí y que simplemente utilicen esa jugosa narrativa para jugar al despiste todo lo posible en lugar de resolverlo de forma más natural. Aqui parece que los personajes van a ganar peso sobre la historia. A fin de cuentas, los anfitriones se han encontrado a sí mismos y eso hay que reflejarlo.
Eso sí, ahora solamente me queda tener fe en que esos errores se corrijan y ‘Westworld’ se convierta en esa gran serie que solamente llegó a ser de forma intermitente en su primera tanda de episodios. Por ahora siguen así pero sin llegar a ser tan molestos, esperemos que esa mejoría prosiga y no se centre tanto en transmitir importancia en lugar de dejar que el entretenimiento haga acto de presencia y de pie a una combinación imbatible.
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