‘Westworld’ ha sido desde sus inicios una serie con una narrativa complicada y una marcada tendencia a la utilización de diversas líneas temporales sin aclarar necesariamente los saltos entre unas y otras. Forma parte de su encanto y no parece que Jonathan Nolan y Lisa Joy estén dispuestos a dejarlas de lado a medida que avanza la serie y van sucediéndose revelaciones como la de la semana pasada sobre el auténtico propósito del parque.
Todos estábamos convencidos de que ese gran paso adelante iba a precipitar el tramo final de la segunda temporada, pero Nolan y Joy han preferido sorprendernos en ‘Kiksuya’ con un capítulo que ha dejado bastante de lado la trama central para dedicar sus esfuerzos a Akecheta, el líder de la Nación Fantasma y una presencia amenazante hasta ahora. Un gran capítulo de forma individual pero con ciertas debilidades al ser presentado a estas alturas de la serie.
Volviendo sobre ideas ya abordadas
A lo largo de la serie hemos ido viendo cómo varios anfitriones iban adquiriendo consciencia de su existencia más allá de su programación y ‘Kiksuya’ no deja de ser volver sobre esas mismas ideas de una forma más comprimida y accesible para el espectador. Poco tardamos en ver cómo Akecheta “despierta” e incluso se nos desvela que el símbolo del laberinto era su forma de intentar que otros siguieran su camino.
Además, se coquetea con la naturaleza de la esquiva puerta de salida e incluso reaparece brevemente el personaje de Logan, pero lo que le interesa al episodio no es profundizar en ello, sino ofrecer un retrato lo más certero posible del personaje interpretado por Zach McClarnon, inolvidable en la segunda temporada de ‘Fargo’.
Ahí el episodio sabe cómo balancear todos los aspectos de su personalidad para no centrarlo todo en una historia de amor, alterando primero nuestra percepción de esa aparentemente sanguinaria Nación Fantasma para que la evolución de la misma en su despertar vaya en paralelo a los hechos que han ido sucediendo en ‘Westworld’ hasta ahora. No falta ni siquiera una breve aparición de Anthony Hopkins para subrayar de forma más clara el momento en el que se encuentran entonces.
La directora Uta Brisewitz logra además dotar de un componente lírico a ‘Kiksuya’ que le viene de maravilla para que la notable utilización de la voz en off y del lenguaje propio de los nativos de la Nación Fantasma no acabe resultando pesada. A su vez, el episodio luce de maravilla visualmente, aprovechando esos parajes desérticos a la perfección pero sin caer en el error de abusar de ello.
Brillante de forma aislada, pero no tanto dentro de la serie
Todo está perfectamente equilibrado pero hay un detalle que ‘Kiksuya’ no logra trascender por completo: su naturaleza repetitiva. Y es que es cierto que ofrece una visión más humana de unos personajes que sobre el papel parecían condenados a convertirse en una mera amenaza, recuperando así de forma errónea los tópicos asociados a los relatos de indios contra vaqueros, pero su aportación real a la serie hace pensar más en una pausa que tampoco aporta demasiado.
De hecho, dentro de la serie se podría resumir en una gran explicación para que entendamos que al final del episodio anterior estaban acudiendo al rescate de Maeve y su hija, por lo que la agonía física de la primera al menos se ve aliviada en el dolor asociado a sufrir una nueva pérdida de lo que más quiere en el mundo.
Aunque también hay otro detalle tratado de forma algo secundaria en el que merece la pena pararse: la oposición entre la Nación Fantasma y la rebelión liderada por Dolores en la forma de asumir ese despertar de la consciencia. Los primeros tenían el mismo derecho a una reacción violenta y en su lugar optan por vivir alejados, en los márgenes, permitiéndoles eso un mayor tiempo entre reseteos, si es que llegan a producirse.
Así, los supervivientes de la Nación Fantasma, personalizados en Akecheta, van descubriendo el verdadero funcionamiento del parque y lamentando las ausencias de sus seres queridos cuando pasan a quedar atrapados y sin rastro alguno de esa personalidad que les habían programado y que en algunos casos acabarían trascendiendo.
Nuevos detalles y lo que está por venir
En ese punto sí que ‘Kiksuya’ ofrece una visión más relajada del despertar con la curiosidad de provenir del grupo del que más esperaríamos una reacción más sangrienta. Incluso se refieren a Dolores como la que trae la muerte en repetidas ocasiones, dejando claro que no comulgan con sus métodos. El problema es que incluso teniendo eso en cuenta da la sensación de que el episodio llega demasiado tarde para lo que propone.
Y es que en esta segunda temporada también habíamos visitado ya el mundo Shogun para ofrecernos otro relato muy bien contado pero que se asemejaba lo suyo a algo ya expuesto con anterioridad. Da la sensación de que esas visitas a otras realidades dentro del parque tienden a la repetición aunque aportando algunos detalles nuevos sobre las reacciones de los anfitriones y los ecos que eso tiene en otros.
Como apuntaba antes, ‘Kiksuya’ también tiene tiempo para dedicar unos minutos a una Maeve agonizante a la que nadie parece dispuesto a reparar. Lo que interesa es su código y cómo ha podido manipular la programación de otros anfitriones, dejando la puerta abierta a lo que ha decidido hacer mientras yacía allí. El episodio nos regala además otro buen momento mostrando la humanidad de Lee al demostrar verdadera empatía con Maeve, algo impensable hace apenas unos episodios.
Por último, señalar lo mucho que disfruté con el hecho de que esa humanidad de Akecheta no le impida ejercer la venganza a su manera contra el Hombre de Negro, impidiendo que tome la salida “fácil” de la muerte, aunque no tengo del todo claro que su hija vaya a cumplir realmente su palabra, ¿se acabará convirtiendo en su sucesora como jugadora dentro del parque? Veremos.
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