‘Rio Bravo’ (id, Howard Hawks, 1958) es una de las muestras más claras de lo que podría llamarse “estilo Hawks”, una de las cumbres de uno de los tres géneros que el director de Indiana manejó con envidiable estilo y facilidad: el western. Con él se apartó considerablemente de lo que hasta aquel instante había realizado en el género. Si en casos como ‘Río rojo’ (‘Red River’, 1948) o ‘Río de sangre’ (‘The Big Sky’, 1952), los grandes espacios albergaban las historias a narrar, aquí realiza un juego en las antípodas, un western claustrofóbico.
Con un guion de Leigh Brackett, recordemos, la mejor aportación que la saga Star Wars ha tenido, y Jules Furthman, ambos colaboradores de Howard Hawks, el segundo en el último libreto que haría para el cine, ‘Rio Bravo’ narra una historia de amistad a través del enfrentamiento entre un sheriff y dos ayudantes contra un terrateniente que quiere rescatar a su hermano encarcelado. Hay, así pues, ciertas semejanzas entre este film y otro de los grandes westerns de la década de los cincuenta, ‘Solo ante el peligro’ (‘High Noon’, Fred Zinnemann, 1952).
Los títulos de crédito iniciales serán el único instante en el que veremos grandes espacio en ‘Río Bravo’. Tras el nombre del director, un plano inesperado, el de Dude –Dean Martin en una de las mejores composiciones de su carrera cinematográfica, intentando alejarse de la imagen que había obtenido al lado de Jerry Lewis− abriendo la puerta trasera de la taberna, en la que sin diálogo alguno, se creará el conflicto en lo que es una homenaje claro al cine silente. El asesinato de un hombre desarmado por pate de Joe Burdette (Claude Atkins) y su posterior encarcelamiento será la motivación de todos sus personajes.
Narración a través de una concisa planificación
John Wayne es el sheriff Chance –oportunidad en inglés−, que se verá en peligro al encarcelar a Joe, puesto que el poderoso hermano de éste no dejará las cosas así. Chance sólo tendrá la ayuda de un viejo simpático y cascarrabias, antológico personaje a cargo de un entrañable Walter Brennan, de Dude (Martin), un hombre dado a la bebida por culpa de un mujer, y en última instancia de Colorado Ryan, joven ágil con el revólver, interpretado por la estrella juvenil Ricky Nelson, sustituyendo al inicialmente previsto Elvis Presley, cuyo agente pedía demasiado dinero.
Los cuatro se enfrentarán a los hombres del terrateniente –interpretado por John Russell, a quien Clint Eastwood rescataría para un gran homenaje en ‘El jinete pálido’ (‘Pale Rider’, 1985)− cerrándose más y más el cerco sobre ellos, que tendrán en la prisión del pueblo su propia prisión, también su lugar seguro. La claustrofobia y suspense del relato tendrán su clímax en la persecución nocturna del asesino de Wheleer (Ward Bond), primero en un granero y más tarde en la taberna, instante en el que la evolución del personaje de Dude queda plasmada en un simple plano que responde a otro inicial.
La presentación de Chance es éste evitando que Dude se rebaje a recoger una moneda de una escupidera, un contrapicado que indica la bajeza moral a la que Dude ha llegado, y que necesita la ayuda de su mejor amigo. Más tarde el que era considerado el borrachín del pueblo mostrará su valentía y buena mano al disparar contra el asesino que buscan gracias a las manchas de sangre que caen en una jarra de cerveza. El contrapicado con el disparo y el cuerpo cayendo no deja lugar a dudas: Dude se está recuperando de sus demonios y será un enemigo tan difícil de vencer como Chance.
Amistad masculina y guerra de sexos
Además de la trama central, sencilla e intensa, ‘Río Bravo’ es también un retrato de la amistad masculina tan característica del cine de Hawks, reflejando muy bien las distintas etapas a través del cuarteto protagonista, con el momento canción como máxima expresión de dicha amistad, con Ricky Nelson luciéndose compartiendo voz con Dean Martin ante las felices miradas de Wayne y Brennan. Probablemente el único instante de descanso en una acción marcada, a modo de tortura psicológica, por el tema de Dimitri Tiomkin ‘Deguello’, que serviría de inspiración a Ennio Morricone en sus maravillosas aportaciones al género en suelo europeo.
También hay lugar para el amor en un western tan masculino como éste. Una joven y sexual Angie Dickinson da vida a Feather, una vividora que huye de un pasado dudoso y que se gana el corazón de Chance. Al lado de la esposa mexicana del dueño del hotel, papel a cargo de Estelita Rodríguez, ambas establecen la típica guerra de sexos que tan bien retrató Hawks en otras películas como ‘La fiera de mi niña’ (‘Bringing Up Baby, 1938) o ‘Luna nueva’ (‘His Girl Friday, 1940).
Hawks quedó tan contento con el resultado que prácticamente reharía el film, también con John Wayne, en ‘El Dorado’ (id, 1967), y que servidor prefiere. También resultó uno de los films más influyentes en cineastas como John Carpenter, quien realizó lo que casi es un remake en ‘Asalto a la comisaría del distrito 13’ (‘Assault on Precint 13’, 1976), además de tomar su esquema argumental para otras películas.
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