Dedicado a Harry Powell.
La revolución es como la más bella historia de amor. Al principio, ella es una diosa, una causa pura, pero todos los amores tienen un terrible enemigo: El tiempo. Tú la ves tal como es. La revolución no es una diosa sino una mujerzuela; nunca ha sido pura ni virtuosa ni perfecta. Así que huimos y encontramos otro amor, otra causa, pero sólo son asuntos mezquinos. Lujuria pero no amor, pasión pero sin compasión. Y sin un amor, sin una causa, no somos nada. Nos quedamos porque tenemos fe. Nos marchamos porque nos desengañamos. Volvemos porque nos sentimos perdidos. Morimos porque es inevitable.
Ahora que casi todo el mundo está completamente hipnotizado con una película titulada ‘Los vengadores’ (‘The Avengers’, Joss Whedon, 2012) es conveniente rescatar en el ciclo del western un clásico de la talla de ‘Los profesionales’ (‘The Professionals’, Richard Brooks, 1966). Al fin y al cabo el western y el cine de superhéroes no se diferencian tanto, por cuanto sus personajes, que terminan siendo un reflejo de la realidad, se mueven en un universo propio en el que se dan la mano lo real y lo fantasioso. El western cinematográfico es pura fantasía, una fábula que nada tiene que ver con el verdadero oeste, en el que jamás existieron pistoleros rápidos, ni héroes, más bien todo lo contrario. Y si a mi parecer el western es el género cinematográfico por excelencia es precisamente por esa cualidad de buscar la verdad a partir de la fábula. Nunca un mundo imaginario fue tan auténtico como el western.
Diez años después de ‘La última cacería’ (‘The Last Hunt’, 1956), Brooks vuelve al western, y lo hizo esperando tener un rodaje calmado tras la dura experiencia de haber realizado ‘Lord Jim’ (id, 1965) —para el que suscribe una de las peores películas de su director—, que le había dejado muy cansado. Curiosamente con ‘Los profesionales’ repitió experiencia pues el rodaje estuvo lleno de calamidades de todo tipo, altas temperaturas, lluvia, nieve e incluso una inundación. Para colmo, Brooks tuvo que aguantar algo que ya en ‘Lord Jim’ le acarreó problemas, que el actor principal estuviese más tiempo borracho que sobrio. Al parecer las juergas de Lee Marvin con Woody Strode en Las Vegas, cerca del rodaje, fueron antológicas, y durante la filmación Marvin llegó a sacar de quicio al asistente de dirección, que en determinada escena sugirió gritando a Burt Lancaster que cogiese a Marvin por el cinto y lo tirase colina abajo. En cualquier caso, y afortunadamente para nosotros, todos los problemas durante la filmación no tuvieron influencia alguna sobre el resultado final de la película.
‘Los profesionales’ hace gala de cierta síntesis en su argumento, yendo directamente al grano sin contemplaciones ni pérdida de tiempo. Tomando como base la novela ‘A Mule for the Marquesa’ de Frank O´Rourke —de quien ya se había adaptado ‘El vengador sin piedad’ (‘The Bravados’, Henry King, 1958)— Brooks narra sin pausa ni prisa un western que anticipaba en cierta medida lo realizado por Sam Peckinpah tres años después con ‘Grupo salvaje’ (‘The Wild Bunch’, 1969). El género estaba cambiando a marchas forzadas gracias a las aportaciones que en él estaban realizando gente como Sergio Leone o el citado Peckinpah, y el trabajo de Brooks puede verse como una mezcla de los grandes tiempos clásicos del western y el tono crepuscular que adquirió en los años 60. Brooks deja clara esa síntesis ya en el inicio del film, muy directo y conciso. Durante los títulos de crédito se presenta a los personajes principales, que son reclutados para una misión: rescatar a una mujer, Maria (Claudia Cardinale), esposa de un rico hacendado que ha sido secuestrada por Jesús Raza (Jack Palance), un revolucionario mexicano. Brooks no se anda con rodeos y enseguida da paso a la acción.
Lee Marvin encabeza el grupo formado por Woody Strode, Robert Ryan y Burt Lancaster, que da vida a Bill Dolworth, experto en explosivos, tan práctico como idealista y con quien Jesús mantiene un brillante diálogo del que un extracto encabeza este post, y supone el eje central del film. Cuatro hombres al margen de la ley enfrentados a la decisión de obedecer o hacer lo correcto cuando descubren que el secuestro no es tal, y después de haber pasado todo tipo de riesgos realizando la misión. Brooks mantiene en todo momento cierta tensión de peligro que no se desvanece hasta el plano final, todo un logro en un film que prácticamente es acción continua y sin descanso. Momentos como el de la emboscada en las rocas o el rescate de María son adrenalina pura, servidos por Brooks con un gran sentido del ritmo y el espectáculo, mientras deja un leve espacio para la reflexión. El viejo Oeste se acaba, la era moderna empieza a engullirlo todo, los viejos ideales parecen perderse ante los nuevos tiempos y aún hay hombres que creen que el amor es una buena causa.
Un discurso tan sencillo como la propia película en la que además podemos disfrutar de la belleza de Claudia Cardinale en un papel similar al que luego haría a las órdenes de Sergio Leone en la imprescindible ‘Hasta que llegó su hora’ (‘C’era una volta il West’, 1968), una mujer por la que muchos matarían, y la presencia de Jack Palance, hablando un buen español, como líder revolucionario, más Ralph Bellamy en la piel del hacendado que encarga la misión. Un elenco perfecto, maravillosamente fotografiado, como los espectaculares paisajes desérticos, por Conrad L. Hall, que empezaba a hacerse notar, siendo su trabajo merecidamente nominado al Oscar. ‘Los profesionales’ es uno de los grandes westerns de los 60, a pesar de ciertos errores —los personajes de Robert Ryan y Woody Strode están algo deslucidos, en comparación con Marvin o Lancaster, más agradecidos y con frases inmejorables—, y muy pocos transmiten esa sensación de aventura. La catarsis de cuatro mercenarios a través de lo que mejor saben hacer, demostrando que aunque los tiempos cambien, algunos no.