Sergio Sollima fue uno de los tres Sergios del spaghetti-western, al lado de Sergio Leone y Sergio Corbucci, y fueron tres sus aportes al subgénero, subversión del western clásico estadounidense, que abrió nuevos y fascinantes caminos. ‘El halcón y la presa’ (‘La resa dei conti’, 1967) fue la primera, seguida de ‘Cara a cara’ (Faccia a faccia’, 1967), y la secuela de la primera, debido al éxito que tuvo el personaje de Cuchillo, ‘¡Corre, Cuchillo… corre!’ (‘Corri uomo corri’, 1968), todas con el actor cubano Tomas Milian, en estos momentos enfrascado en la producción de ‘Keoma Unchained’ de Enzo G. Castellari, en la que se reúne a un buen puñado de rostros conocidos del spaghetti.
‘Cara a cara’ es confundida por muchos como la secuela del film con Lee Van Cleff, debido a la presencia de Milian, pero nada tienen que ver argumentalmente. La presente cuenta con el gran Gian Maria Volonté como antagonista, en una historia llena de connotaciones políticas y morales, y realizando uno de esos duelos entre la llamada ley y la verdadera justicia, que muchas veces nada tienen que ver entre sí, algo que en la vida real se produce continuamente.
La justicia y la ley
Volonté da vida a un profesor, Fletcher, que debido a su salud debe desplazarse desde Nueva Inglaterra a Texas para recuperarse. Allí se verá metido en toda una odisea cuando un bandido llamado Solomon “Beauregard” Bennet –Milian mucho menos histriónico que en las dos entregas de Cuchillo− le tome como rehén en un descuido de sus captores. Muy pronto Fletcher conocerá un tipo de vida que ni soñaba, alejado de toda cadena moral, y en el que los buenos ni son tan buenos, ni los malos tan malos. Sollima invierte así uno de los clichés del género, muy presente dicha variación en el eurowestern.
Lo más interesante de este western polvoriento y lleno de suciedad es el “duelo” de caracteres de los dos personajes centrales, abocados a un mundo que se les escapa de las manos. Un mundo en el que la violencia no sólo la practica el fuera de la ley, y éste no está relegado simplemente porque quiere. Fletcher, un hombre culto y sabio –atención a la declaración de principios, sobre lo que es justo o no, sobre hacer lo correcto, que da al inicio del film a sus alumnos en una secuencia con la emoción muy medida−, Bennet todo lo contrario. Ambos conocerán el lado opuesto.
La evolución del personaje de Volonté es de las que ponen a prueba la versatilidad de un actor. En este aspecto, la imagen de Volonté en el western europeo en aquel momento era la de villano en dos estupendas películas de Sergio Leone, enfrentado a Clint Eastwood, en las que bordaba a dos asesinos implacables y odiosos, ergo sorprende durante toda la primera mitad del film esa composición de hombre templado, paciente e incluso pusilánime, pero que poco a poco va sintiéndose atraído por el mundo de la delincuencia y la liberación que ésta ofrece, más allá de las leyes, cadenas de los poderosos hacia el más débil, al que no dudan en arrasar.
El bien y el mal
De tintes casi marxistas, ‘Cara a cara’ puede palidecer en algún instante de extraño montaje, produciendo elipsis aún más extrañas, debido muy probablemente a que Sollima filmó mucho más, quedándose trozos de película en la sala de montaje, pero ni ese fallo lastra el enorme subtexto del film, en el que un hombre bueno encuentra una maldad irrefrenable y un hombre malo termina golpeándose en el pecho sentenciando que allí está lo correcto, lo justo, en un poderoso clímax bañado por la belleza desértica de nuestra Almería.
‘Cara a cara’ tiene momentos violentos como todo spaghetti western, resaltando aquel en el que Fletcher salva la vida a Bennet, descubriendo así el poder de un arma de fuego en las manos de alguien con el conocimiento suficiente, cultura, para ser aún más malvado que el peor de los delincuentes, uno de los apuntes más interesantes de la película; y también los tiene emotivos, breves, eso sí, pero con el maestro Ennio Morricone quedándose en nuestra cabeza, como el fallecimiento de la compañera de Fletcher, tomada anteriormente por la fuerza, tras el calculado robo al banco.
‘Cara a cara’ muestra algo muy actual, si no quieres pertenecer a este mundo, con sus leyes marcadas a fuego por burgueses sin escrúpulos, serás aniquilado, seas hombre, mujer o niño, por atreverte a vivir libre. Ecos del hippismo, tan de moda en el año de realización de la película, que sirve para realizar un retrato cruel del poder, que lo mismo está representado en los bandidos de los que echa mano para hacer legal una masacre, como, al otro lado, el agente de Pinkerton, Charley Siringo (William Berger), que existió realmente, cuyo sentido de la moralidad abraza la ambigüedad tan característica del género.
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