Tom Shankland dirige a Stellan Skarsgård, Melissa George, Selma Blair y Ashley Walters en 'W∆Z', film que se estrena este viernes, 29 de febrero.
Eddie Argo (Stellan Skarsgård) es un veterano detective desgastado ya por los años de implicación en asuntos de brutalidad pandillera. A pesar de guiarse siempre por las reglas, su integridad profesional empieza a menguar cuando él y su inexperta compañera (Melissa George) se ven envueltos en un caso de horribles y violentos crímenes que tienen como víctimas a los miembros una reconocida banda organizada local que aparecen muertos con las letras uve doble, delta, zeta grabadas a cuchillo sobre la piel.
'W∆Z' se acerca a un mundo sórdido, sin tapujos ni edulcorantes, lo cual es positivo durante la mayoría del metraje. Su atmósfera creada a base de una fotografía verdosa, muy oscura y lúgubre, la aparta de films más convencionales. Sin embargo, a partir de cierto momento, esta crudeza que era lo más encomiable de la película, se exagera tanto que llega casi al gore de 'Saw'. No es que considere algo malo que se muestre sangre en las películas, pero en este caso, esto se percibe como una salida de tono. Y lo que es peor: una salida de tono que parece hecha con la intención de atraer, utilizando el morbo, a un público más numeroso. Si hasta ese momento nos encontrábamos ante un thriller sobre la persecución de una psychokiller que parecía que tenía mayor calidad que otros productos, en la parte final tenemos ante nuestros ojos una película diferente. Quizá ni siquiera los segmentos del público a los que les gustan una cosa y la otra son los mismos, pues es posible que quienes prefieran algo sangriento se aburran con la mayor parte de la película, y que quienes disfruten de las investigaciones se asqueen –o al menos, se sorprendan—con la porción final. Por lo tanto, 'Waz' parecerá fallida a unos y a otros.
Buscando un final sorpresivo, el guionista Clive Bradley ha retorcido la trama todo lo posible para acabar de una forma que puede ser inesperada de puro descabellada, pero que no es del todo satisfactoria. Muchas de las pistas que diligentemente han ido siguiendo los policías –como si se encontrasen en una cuarta versión de 'C. S. I.'— se han quedado sin función y, cuando llegamos al final, los espectadores descubrimos que lo que se averigua en ese momento, se podría haber sabido casi desde el principio de la cinta. Si a esto le sumamos algún otro truco de guión que pone en marcha la investigación, el resultado puede ser muy frustrante en una película policíaca que se basa tan claramente en la observación de los indicios y en la que, hasta ese momento, parecía que la inteligencia servía para algo.
Otro de los tratamientos que alejan a 'Waz' de lo habitual y que se pueden nombrar como aspectos positivos del film, es el de los personajes, que son seres acabados y con los que no se busca que despierten más empatía que la de ver los hechos desde su punto de vista. Skarsgård está perfecto dando vida a semejante personaje y George resulta más o menos convincente, con algunos momentos que destacan, como puedan ser los cortes que pega a sus compañeros más veteranos; pero su interpretación no es especialmente brillante ya que, al tratar de hacer de alguien que está a la vuelta de todo y que permanece casi inmutable, se queda algo plana y su personaje no presenta ninguna evolución. Un científico bastante friqui se podría incluir en la colección de desechos humanos que pueblan el film. Pero, al igual que ocurre con el final, el personaje de la asesina es muy exagerado y se sale del tono sobrio que traía hasta aquí la película.
'Waz', por lo tanto, es un film que no se considera malo mientras se está viendo y que tampoco se puede decir que sea malo haciendo una reflexión posterior; pero que no deja la más mínima huella, no se queda marcado como las iniciales en la piel de los cadáveres, y, por lo tanto, resulta prescindible.