La mayoría de los cinéfilos (o no…) que se han puesto a escribir sobre esta película, lo han hecho refiriéndose continuamente a la novela gráfica, probablemente la más célebre de la historia. Me parece un gran error, si bien se puede hacer un breve comentario sobre ella, y claro está sobre el autor de la historia. Pero sobre todo hay que hablar de la película, porque esto es un blog de cine, y voy hablar de cine. El cómic es interesante, más por cómo está contado que por la historia que cuenta. Creo que se han dicho cosas muy exageradas sobre él. Lo afirmo desde mi condición de gran amante y conocedor de los cómics. Alan Moore no es ese gran guionista superdotado, a mi juicio. Es un buen escritor, y ya. Es un hombre que va de anarquista y de progresista, y en mi opinión, al menos por sus trabajos, no es ni lo uno ni lo otro, aunque le guste pensarlo.
Esta adaptación lleva rumiándose unos cuantos años. Y algunos creadores interesantes han coqueteado con el proyecto. Finalmente ha caído en las manos de un director cuyo último trabajo fue el beneficiario de uno de los más asombrosos productos de marketing de los últimos tiempos, el norteamericano Zack Snyder. La fidelidad ha sido máxima. Pero no creo que lo haya sido para conseguir la mejor película posible, sino para contentar a los fans lo máximo posible. En otras palabras, para asegurarse el éxito económico a base de fracasar estrepitosamente como película. ‘Watchmen’ es súper lujosa, súper espectacular, y súper aburrida, súper predecible, súper larga, súper absurda. Dos horas y tres cuartos de imágenes prediseñadas por ejecutivos de estudio, cuyo objetivo es la destrucción del buen gusto, entre otras lindezas.
Ciento cincuenta millones de dólares empleados en hacerla realidad, y más o menos la misma cantidad a la hora de promocionarla por todo el mundo. Se dice pronto. A pocos ha convencido esta película, salvo a la legión (numerosísima) de fans. El fiasco en taquilla parece casi seguro, si recordamos que para que una película vea beneficios tiene que hacer bastante más dinero que el que se han gastado en ella. ¿A alguien le sorprende? Hay películas, adaptaciones de libros o comics, que sólo se les ocurriría llevarlas a cabo a quienes despreciasen por igual el cine y la literatura. Pero ya puestos a ello, muchas veces traicionar el esquema original, o transformar gran parte del material original, es imprescindible para mantener vivo el espírituo que, precisamente, tanta gente admiró en un principio. Pero Snyder anda a otra cosa.
¿Alguien imagina en un futuro una retrospectiva dedicada a este director? Algo así como lo que se le dedicaría a un gran autor. Igual que se habla del toque hitchcockiano, se hablará del cine Snyderiano. En esa retrospectiva se hablaría del modo en que este cineasta emplea la mezcla entre imágenes reales y las generadas por ordenador, el modo en que incrusta una imagen ralentizada en una secuencia de acción al modo de ‘The Matrix’, o de la manera en que aportó su punto de vista a dos famosos cómics, de los que copió numerosos planos. Puede parecer una broma de mal gusto, pero teniendo en cuenta ciertas sorpresas desagradables de los festivales, y la forma en que algunos defienden lo indefendible, no parece tan temeraria esta broma.
La historia original nos hablaba de superhéroes de moral ambigua, o directamente fracasados. Algunos de ellos querían olvidar un pasado que nada tenía de glorioso, y no tenían gran aprecio por su pellejo. Hicieron lo que hicieron, que muchas veces fue un trágico error, y son tremendamente imperfectos, egoístas, violentos, arrogantes o amargados. No importaba tanto la trama, como estos personajes tan profundamente humanos, incluido el Dr. Manhattan. Ahora bien, Snyder no ha entendido absolutamente nada del material que tenía entre manos, y tanto él como los guionistas David Hayter y Alex Tse se dedican, con mucho esfuerzo y mucha fortuna, a trivializar y finalmente tirar por tierra todas las bastantes virtudes de la historia original, y a maximizar y a llegar al absurdo con sus defectos, que no eran pocos.
Más allá del catálogo de trucos, algunos deslumbrantes, que aparecen en la película (peleas coreografiadas demasiado largas, fotografía colorista pero impersonal, un diseño de producción muy caro destinado a enaltecer lo máximo posible los sentidos sin conseguirlo) ‘Watchmen’ fracasa estrepitosamente por varias razones. Primero por tomarse demasiado en serio a sí misma, y no ser capaz de introducir en la historia la imprescindible ironía que haría mucho más tridimensional esta ucronía pesadillesca. Segundo por no comprender absolutamente nada a ningún personaje, con la notable excepción de Rorschach (estupendo, como siempre, Jackie Earle Haley), al que no se le saca todo el partido que podría habérsele sacado. Y tercero, porque como director, Snyder demuestra la más rotunda mediocridad, incapaz de mantener la tensión, incapaz de sostener un ritmo, incapaz de establecer una atmósfera, incapaz de crear un tono.
Tampoco es que el guión le ayude mucho. La historia avanza a trompicones, si es que avanza. En un cómic de doce números es apropiado, y hasta interesante, que en cada número se profundice en el pasado, las motivaciones y las razones de cada personaje. Pero bajo ningún concepto (o únicamente bajo la batuta de un verdadero visionario, y no del director de un espectáculo cuestionable, por decir algo, como ‘300’) esta estructura puede quedar bien en una película. Y aquí lo que consigue es un caos de tramas, de una torpeza evidente, que no hacen más que matarse unas a otras, y que acaban por echar abajo un comienzo prometedor, que auguraba, al menos, una fantasía sociopolítica de alcance.
Pero poco alcance puede tener una historia tan mal ensamblada, que además, dado el interés de los cineastas sobre todo en ganar dinero, en hacerse notar, y en epatar al espectador más ingenuo, que su acercamiento a los ensamblajes del poder y del ansia de destrucción mutua, personalizados en un anciano Richard Nixon (Robert Wisden con un maquillaje sencillamente desastroso) y en una crónica política más cercana a la parodia que a la sátira o la crítica. Pero nada de eso. Queda la aventura. ¿Está lograda? Ni por asomo. Pues la investigación criminal. ¿Queda decente? Pues no, sin fuerza ni atmósfera. Bueno, pues la acción. Tampoco, predecible, exagerada y sin fuerza visual. ¿Entonces qué nos queda? Más bien poca cosa. No el vacío, sino la nada.
Bueno, no sería justo decir la nada. Nos queda una historia que roza el fascismo más denigrante. Puedo parecer exagerado, y doy por hechos muchos comentarios destructivos por decir lo que pienso (como me suele pasar). Pero no puedo pensar otra cosa de una historia en la que el fin (la muerte de millones de personas) justifica los medios (la consecución de la paz), conclusión a la que muy pocos personajes se rebelan, pero que acaba siendo aceptada casi sin cuestión. Pero más allá de eso, no puede uno empatizar con unos personajes tan estúpidos, que se dejan engañar por una trama tan boba, y que incluso cuando quieren manipular (caso de Ozymandias, supuestamente la persona más inteligente de la Tierra..) resultan tan idiotas. Pero idiota es la forma en que el Dr. Manhattan aprende el valor de la vida humana. Ridícula es la secuencia de sexo entre Espectro de Seda II y Búho Nocturno II. Insultante el modo en que se llega a la paz (si eso fuera cierto, haría tiempo que todos nos amaríamos profundamente…).
Ningún personaje, salvo Rorschach, tiene el menor sentido en una película para olvidar.